CAPÍTULO 21

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N/A: Buenas, buenas!!! Ya estoy aquí, y por fin podremos ver qué pasa en la comida familiar en casa de Ona. Espero que disfrutéis de este capítulo tanto como he disfrutado yo escribiéndolo. Nos vemos en la sección de comentarios, besos!!!

PD: No sé como se llaman los padres de Ona, así que me he inventado unos nombres, si alguna sabéis los de verdad dejármelo en comentarios y lo cambiaré.

ONA

Mi madre nos abre la puerta con una sonrisa de oreja a oreja y en cuestión de segundos ya nos tiene a mi hermano y a mí entre sus brazos. Joan y yo nos empezamos a quejar como niños pequeños cuando no nos suelta con el paso de los segundos, mientras que Silvia y Lola se ríen de la situación.

- Vosotras debéis de ser Silvia y Lola- dice mi madre cuando por fin nos suelta a mi hermano y a mí- Sois más guapas de lo que Onita me había dicho.

- Mamá- le reclamo muerta de la vergüenza haciendo que todos se rían.

- Encantada de conocerla- dice Silvia con Lola abrazada a ella.

- Oh, por favor tutéame, llámame Mercé - le pide mientras se acerca a abrazarlas- pero no nos quedemos aquí, pasad dentro.

Todos asentimos y la hacemos caso, mientras caminamos hacia el salón mi madre vuelve a hablar pero esta vez se dirige a la peque que sigue aferrada a Silvia aunque también me está dando a mi la mano.

- Y dime Lola, ¿qué tal ha estado el partido?

- Super bien, todas han hecho un partidazo ¡han metido diez goles!- comenta fascinada perdiendo un poco la vergüenza.

- ¿Tantos? - pregunta sorprendida mi madre que, aunque ha debido de ver el partido, se hace la loca para que Lola se lo cuente.

- ¡Sí! Ona también marcó- afirma mirándome.

- Vaya, parece que ya estamos todos- dice mi padre apareciendo desde la cocina- Yo soy Andrés.

- Encantada yo soy Silvia.

- Y yo Lola- dice la pequeña que parece que ya va entrando un poco en confianza.

Mis padres han preparado paella, como cada vez que nos juntamos todos, y como el tiempo no permite que comamos afuera como nos gusta hacer, preparamos la mesa en el salón. Mis padres están cada uno en un extremo, mientras que de un lado están Silvia y Lola, y enfrente Joan y yo.

La verdad es que, aunque no se lo admitiera a nadie antes, estaba nerviosa, quería que todo saliera a la perfección. Sé que mis padres lo que menos se esperaban era que empezase a salir con una chica que justo estaba tratando de adoptar a una niña, pero después de contarles bien la historia de Lola, lo entendieron todo a la perfección, y durante la comida no han hecho ninguna pregunta extraña ni nada por el estilo. Ambas parecen caerles más que bien, hasta Lola ha empezado una conversación con mi padre acerca de libros, y él la escucha atentamente aunque la mitad de los libros que le está nombrando no los conoce.

Cuando terminamos de comer, Joan sale con Lola a jugar con el balón tal y como le prometió, mientras que nosotros cuatro nos quedamos de sobre mesa charlando de cualquier cosa.

- Esta niña es listísima, tan pequeña y los temas de conversación que saca es impresionante- comenta mi padre, a quién parece que se le cae la baba con la peque- y encima mirad como domina el balón.

- Todo eso es gracias a Silvia- digo orgullosa pasando m brazo sobre sus hombros, ahora que estamos sentada al lado, y dejando un beso en su mejilla.

- Que va, yo solo la he ayudado un poco, pero el talento es todo suyo. Cuando está con el balón en los pies es como si instintivamente supiera lo que tiene que hacer, como si fuera una extensión más de su cuerpo el esférico.

- ¿Tú la entrenas? - pregunta mi madre atando cabos.

- Sí- contesta Silvia- a ella y a otras dos de sus compañeras de clase. Las tres querían jugar, pero sus padres se negaban en rotundo. Me costó lo mio convencerlos, y aunque ahora las dejan entrenar conmigo, no se preocupan en lo más mínimo de que tengan lo necesario, si hasta cuando las vienen a buscar se quedan en la acera de en frente, parece que les de alergia pisar el campo.

- Entonces es una suerte que te tengan a ti- comenta mi padre.

- Yo solo intento que sientan que alguien cree en ellas para que puedan creer en si mismas, para que sean lo que quieran ser y tengan las mismas oportunidades que cualquiera de sus compañeros.

Mis padres asienten de acuerdo con las palabras de mi chica, aunque ella se encoge de hombros como si lo que acabase de decir no fuera la gran cosa.

Luego entre todos recogemos la mesa, aunque mis padres tratan de convencer a Silvia de que es su invitada y no tiene que hacer nada, pero al final gana su cabezonería y recogemos entre todos, incluso dejamos cargado y en marcha el lavavajillas.

De vuelta en el salón, mi madre decide que es hora de sacar los álbumes de fotos y, como buena madre, empieza a comentar todas las trastadas y travesuras que hice de pequeña. Cuando saca el álbum de mi primer año en la academia del Barça decido sentarme junto a ellas, hasta ahora había estado con mi padre hablando de nuestras cosas, pero me apetece recordar mis primeros momentos en el club de mi vida. A los pocos minutos mi padre también se nos une para ver las fotos que él mismo saco hace años.

- Oye, ¿puedo preguntaros una cosa? - cuestiona Silvia un poco tímida.

- Claro, lo que quieras- le dice mi madre.

- Veréis, es que antes, cuando Lola estaba jugando en el campo después del partido de las chicas, se me acercó un ojeador del Barça y me dio su tarjeta, quiere hacerle las pruebas a Lola para entrar en la academia del Barça.

- Por eso me sonaba- digo reconociendo ahora a la perfección al hombre que vi hablando con Joan y Silvia.

- Tengo muy claro que no voy a obligar a Lola ha hacer algo que no quiera, pero tengo miedo de que haga las pruebas y no quede. Creo que no sabría afrontar esa situación, al fin y al cabo llevo apenas unas semanas ejerciendo el rol de madre- comenta un poco decaída.

- Cariño- empieza a hablar mi madre- estoy segura de que, aunque ahora no te lo parezca, en el momento sabrás como actuar, a mí me pasó en su día. Tenía miedo de que todo fuera demasiado para mi niña, pero sabía que pasase lo que pasase nos tendría a su padre, a su hermano y a mí. Y la situación de Lola no es diferente, te tiene a ti...

- Me tiene a mí- digo interrumpiendo a mi madre que me mira fatal por cortar su bonito discurso.

- Y nos tiene también a nosotros si tu quieres- termina mi padre interrumpiendo también a mi madre que hace un gesto muy cómico al ver que ya no le queda nada más que decir.

- ¿Habláis en serio? - pregunta Silvia sorprendida.

- Por supuesto que sí- contesta mi madre rápido- nunca había visto a Ona tan feliz como con vosotras, lo creas o no ya sois parte de la familia.

- Muchas gracias por todo- dice Silvia emocionada por las palabras de mi familia.

Me aseguro de que Lola sigue jugando afuera con Joan antes de levantarme del sofá y empezar a dar saltitos por todo el salón.

- ¿Y a esta niña que le ha dado ahora? - pregunta mi padre entre risas.

- No me puedo creer que quieran hacerle las pruebas a Lola - grito en susurros para que la peque no me oiga desde fuera- Es que es increíble- digo ahora haciendo un bailecito absurdo- ¿Sois conscientes de que podemos llegar a jugar juntas verdad? Viendo la perspectiva que tiene fijo que debuta incluso siendo mas joven que Vicky. Ahhhh, es que estoy super feliz- digo volviendo a saltar.

- ¿Ahora tienes complejo de canguro? - pregunta socarrona Silvia justo antes de que mi hermano y Lola entren por la puerta.

Al parecer ha empezado a llover y por eso han entrado, para que mi madre no les riña como nos reñía a Joan y a mí de niños. Pasamos el resto de la tarde con mis padres, al final decidimos poner una peli, y luego termino durmiendo en casa de Silvia, a petición de la peque.

- Ya me estoy imaginando los titulares- digo esa noche cuando nos metemos en la cama- Lola, la nueva promesa del Barça debuta junto a Ona Batlle, su madre- no caigo en lo que he dicho hasta que no me escucho decirlo.

HACIA LA VICTORIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora