CAPÍTULO 14

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N/A: Holis!!! Por aquí os dejo el siguiente capítulo de esta historia, estaros muy atentas porque este capítulo viene cargadito de sorpresas, espero que os guste y que, como siempre, le deis mucho amor. Nos vemos en los comentarios, besos!!!

SILVIA

El fin de semana con las chicas fue increíble, todas son super familiares, pasar tiempo con ellas me hizo sentir parte de una familia, una que hace tiempo que necesitaba. La visita con Lola del domingo fue prácticamente igual que la del sábado, al llegar me la encontré en una esquinita, con el mismo libro que el día anterior, y luego nos tiramos todo el tiempo que teníamos para estar juntas hablando, intenté también que socializara algo con alguno de sus compañeritos pero no hubo manera, estaba totalmente negada a ello.

Hoy, miércoles, después del entrenamiento de las niñas, y después de que deje a Lola en el centro de acogida, he quedado con Ona y con su hermano para hablar del proceso de adopción de la pequeña.

Le he dado mil vueltas al asunto, incluso ayer llamé a Margaret, mi ángel de la guarda durante mis años en Mánchester, que a día de hoy es como si fuera mi madre, y ella me dio el empujoncito que me quedaba para dejar de pensar en todos los posibles escenarios catastróficos que mi mente creaba.

- Hasta mañana- dice Martina colocándose bien su abrigo para caminar hacia su madre que ya la está esperando.

- Silvia, mi mamá ya está ahí- me dice Lucía dándome un abrazo unos segundos después de que se fuera Martina.

Yo me despido de las niñas y me quedo terminando de recoger con Lola, antes de montarnos en mi coche para dirigirnos al centro.

- ¿Cuánto tiempo voy a tener que estar allí? – me pregunta un poco tímida en cuanto empiezo a conducir.

- No lo sé cariño, pero ¿por qué preguntas? ¿Ha pasado algo?

- No, es solo que ayer una pareja vino a por uno de los niños que estaban conmigo, nos han dicho que ahora ellos son su nueva familia y que ya no volverá al centro.

- ¿Y cómo te sientes con eso? – pregunto con miedo de escuchar la respuesta.

- No lo sé, él no era mi amigo, así que no estoy triste porque se valla, pero me ha hecho pensar en que yo no quiero que gente que no conozca me lleve a su casa.

- Cariño, ¿tú sabes que pase lo que pase siempre me vas a tener ahí verdad?

Veo por el espejo retrovisor como Lola asiente desde la parte de atrás, y mentalmente no dejo de repetirme: no llores, no llores, no llores...

Cuando vuelvo al coche después de haberme despedido de Lola, recibo un mensaje de Ona diciéndome que su hermano al final sale más tarde de trabajar y que, en lugar del bar en el que habíamos quedado, mejor quedamos en su casa para poder estar más cómodos y tranquilos.

En menos de media hora me encuentro llamando al timbre de la futbolista, a la espera de que me dé uno de esos abrazos que tanto me reconfortan.

- Hola preciosa- me saluda en cuanto abre la puerta.

Como si supiera exactamente lo que necesito, nada más cerrar la puerta, Ona me envuelve entre sus brazos.

- ¿Cómo es que sabes siempre qué hacer o decir? – pregunto cuando nos separamos.

Ona se pone colorada al escucharme y yo no puedo evitar soltar una carcajada, me fascina como un día puede ser la Ona rebelde y pícara que solo quiere y jugar, y luego es como una niña tímida que se sonroja por todo. Me encanta esa combinación.

HACIA LA VICTORIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora