XXV

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XXV. Cruel

"Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrazará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama."

-Malaquías 4:1

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Aisha

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Aisha

—Princesa... ¿Me mandó a llamar?

Las aves habían desaparecido de los cielos. El invierno azotaba tan duramente el país, que imposibilitaba a sus alas volar libremente por el aire. Mirar por la ventana y pensar en que tal vez yo pude haber sido una de ellas... Transmitía un sentimiento imposible de describir.

Giré hacia la mujer que me esperaba con la mirada en el suelo, respetando mi cargo con su acción.

—Señorita Daye.

Ella me miró por primera vez. Se notaba que los años comenzaban a pesarle, con esas bolsas bajo sus ojos, sus canas y piel arrugada.

—Estoy a sus órdenes.

—Levántese, señorita Daye.

Obedeció, entonces continué. —Seré directa.
Ha servido a la corona tan fielmente. Cada hombre y mujer del palacio le debe dar las gracias. Es hora de dejar de lado sus labores como dama del haren, es hora de descansar, y ver con orgullo sus años de servicio.

Las sirvientas en las esquinas de mi alcoba murmuraban entre sí, mujeres que habían estado bajo su mandato por muchos años.

—Princesa... Los votos se toman de por vida. Las damas de la corte somos sirvientes y leales a nuestros señores feudales como una hermandad. De sus hijos y los hijos de ellos. —dijo—. Solo la muerte nos libra de ese juramento.

—¿La muerte de quien? La suya o la de su rey.

—Princesa...

—Después de meditarlo a conciencia y consultarlo con el consejo, se ha tomado una drástica decisión. —me puse de pié—. Dadas las circunstancias y después del atentado a nuestro soberano, se ha determinado que Lady Aysę Handal tomará su lugar como directora del Haren.

—¿Se refiere a quien conspira en contra de su propia reina?

—Cuidado señorita —tensé la mandíbula—, está hablando de mi madre.

—Con todo respeto, princesa, vine a este palacio como doncella de la reina madre y así ha sido desde que era apenas una niña.
He visto crecer al rey, desde que se formaba en el vientre de su madre, he servido fielmente a dos reyes, dos mandatos diferentes y creo estar segura, que no me he equivocado en nada respecto a mi trabajo. Preservar la seguridad y comodidad de la familia real como la reina lo impuso al contraer nupcias con su majestad. Nueve años de eso...

𝐒𝐈𝐋𝐕𝐄𝐑 #𝟑  |njh| ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora