Le preparo a Damon el desayuno otra vez. No me importa, sinceramente, hacerlo de nuevo. Recibí una muy buena distracción, ese fue el motivo por el que el anterior se congeló sobre la mesa de noche de mi habitación y, con total sinceridad, me alegra haberlo hecho. Fue la mejor mañana que pude haber tenido con Damon hasta ahora. Bueno, no, eso es mentira. Todas las mañanas junto a él son mis favoritas.
Mi perra salta contra mi pierna mientras llevo la nueva bandeja con el desayuno hacia Damon. Su escultural cuerpo cubierto por completo por una remera de manga larga blanca y unos pantalones de pijama, grises es algo digno de ver. Es enorme y... perfecto para toda mujer que pegue sus ojos en él. Para tener casi veinte años... uf... está más fuerte que comer pollo con la mano. Hay muchos hombres que, con más de 20 años, ni siquiera logran tener mucho músculo por más que hagan día y noche ejercicio. La remera se le pega al torso, como un guante, y lo hace lucir apetitoso. Estoy saciada, pero no del todo y tengo ganas de ir por más, al ataque de nuevo. Pero él y su estómago quieren desayunar; en realidad, el mío también, por más que no quiera admitirlo. Es lo único que impide que me tire de nuevo a sus brazos, a sus labios carnosos y... mierda, es muy sexi hasta cuando pestañea. Dejo la bandeja y le beso la mejilla sin poder evitarlo.
—Se ve delicioso, Nat —dice sonriendo y puedo sentirme derretir en este mismo instante sobre el piso y la mesa.
—Gracias. —Mis palabras salen más en un suspiro que en otra cosa. Puede que lo conozca hace meses, más de lo que él mismo se conoce, pero aún no puedo creer que esté conmigo a mi lado y me quiera. Es... imposible y parece que todo es un sueño. Por más que me pellizque, no logro despertar, para mi suerte.
Lo veo empujar el tenedor sobre los huevos revueltos casi hipnotizada, para luego ver que se lo lleva con lentitud a la boca para tentarme y hacer que relama mis labios con ansiedad, hasta que lo empieza a morder, masticar... saborear... y ya estoy hecha una masa pegajosa y gelatinosa en mi silla al verlo. Intento recomponerme, pero casi es imposible al verlo dar otro bocado a su desayuno. Muerdo mi labio inconscientemente; en mi mente deseo ser el jodido tenedor, el maldito huevo revuelto que lleva a su boca.
—¿Quieres? —ofrece, con el tenedor frente a mi boca en un tentador gesto.
—Sí... —Suelto el aire y abro mi boca sin apartar la vista de sus penetrantes ojos azulados.
No logro ni siquiera saborear el desayuno; ya su boca que ataca la mía hace que con rapidez trague la pequeña porción de huevos revueltos para seguirle el beso con fuerza y pasión, tanto como mis sensibles labios me dejan. Mordisquea al tiempo que sus manos se envuelven en mi pelo y me arrincona sin ninguna salida. De todas formas, no creo querer escapar.
—Por favor, no empiecen con su sesión de besos a esta hora de la mañana. Tuve que soportar mucho los chillidos agudos de Emma y los gruñidos de Sam anoche —gruñe con molestia Ty, haciendo que con rapidez separemos nuestras bocas. Al escucharlo, Damon lo fulmina con la mirada y no entiendo por qué lo hace. ¿Qué dijo de malo para que quiera matarlo con la mirada?
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Completamente mio {Saga Damon #2} DISPONIBLE EN LIBRERÍAS
RomanceSaga Damon #1 Él es mi boxeador Saga Damon #2 Completamente mio °Segundo libro de Él es mi boxeador° Yo. Triste. Aterrada. Apenada. Insegura. Con miedo. Preocupada. Esperanzada. Todo eso es lo que siento desde que estoy aquí, en mi casa. En la casa...