Capitulo 20 :)

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—Señorita Lawler —llama el doctor desde la puerta

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—Señorita Lawler —llama el doctor desde la puerta. Me doy la vuelta para mirarlo y este hace una leve mueca con sus labios.

—¿Sí?

—Siento haber tardado en venir. Tuve otra urgencia en uno de los pisos superiores —se explica, entrando a la habitación de mi padre.

—No hay problema, doctor. ¿Sabe lo que tiene mi padre?

—No sé cómo es que el impostor que trató a tu padre pudo haber acertado con su veredicto, pero... sí, es cierto que tu padre está en un coma a corto plazo. Sin embargo, no es lo único. Algunas de sus costillas están rotas y... —Se detiene por un segundo para hacer otra de sus comunes muecas con el labio inferior.

—¿Y qué? —pregunto ansiosa y asustada a la vez. Mi mano tiembla y lo único que quiero es que el maldito doctor deje de jugar con mis nervios y me diga qué es lo último.

—Lamento decirle que quedó paralítico.

No logro reaccionar a sus palabras. Los segundos pasan y mi cuerpo sigue inmóvil, esperando pacientemente por la risa de burla que nunca llega. Espero para escuchar que todo es un chiste, pero no dice nada más aparte de aquello. La idea de mi padre paralítico nunca pasó por mi mente. No me creo sus palabras, ni siquiera puedo asimilarlas en realidad. Intento comprenderlas, digerirlas. Sin embargo... nada pasa.

—Te dejaré a solas para que puedas pensar en ello. Creemos que máximo serán unas dos semanas para que tu padre despierte —dice y se gira hacia la puerta. Antes de irse, me mira. —Natalie, no quiero que te preocupes. Esta vez está en buenas manos. Seguirán adelante juntos.

Seguir adelante, como no. Yo, caminando y él, en una maldita silla de ruedas.

Cierro mis ojos y respiro hondo; quiero volver atrás y no escuchar que mi padre no solo está en un coma, sino que está paralítico. Las lágrimas aparecen al instante, intento tragarlas e impedir que se derramen por mi rostro, pero nada ayuda. Mis hombros tiemblan al son de mis sollozos desgarrados y mi respiración agitada. Mi vista se nubla mientras a tiendas busco mi celular y marco el número que me sé de memoria.

—Hey, Nat. Estoy... corriendo... hacia allí. Mis ejercicios terminan en un minuto, por lo que te llevaré a tomar algo —dice Damon ni bien atiende y me tapo la boca para que no me escuche llorar. Está de un buen ánimo y me siento estúpida por querer arruinárselo.

Antes de poder siquiera tratar de calmarme, se da cuenta de mi estado.

—¿Qué sucede? ¿Estás bien? —pregunta alarmado—. Estoy a una cuadra. Espérame, estoy llegando.

Corta la llamada y tiro mi cabeza hacia atrás, soltando quejidos por lo bajo mientras lloro. Cuando pensé que mi padre no podía empeorar... me vienen con esto. Quizá nunca lo vuelva a ver caminar o correr en las mañanas. Al instante las esperanzas de poder volver a lo que éramos con mi padre se esfuma en un abrir y cerrar de ojos. No irá a mi habitación corriendo si tengo una pesadilla, no jugará conmigo a la pelota como lo hacía antes de la muerte de mi madre. Nunca volverá a ser el mismo.

Completamente mio {Saga Damon #2} DISPONIBLE EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora