Moon ingresó a la fachada de su imponente hogar con un porte más iracundo de lo habitual. Todos sus sirvientes permanecían fuera, incapaces de entrar por el temor. Movía su bastón con celeridad mientras caminaba, y su larga capa victoriana se agitaba con su habitual elegancia.
—¿Qué demonios sucede aquí? —preguntó con tono imperioso, haciendo que todos los murmullos cesaran al instante. Sus mayordomos y sirvientas se alinearon a ambos lados del camino, dejándole paso libre hacia la casa—. Tú, ¿qué ha pasado? ¿Por qué me han llamado con tanta urgencia mientras trabajaba? —señaló a un hombre al azar, que parecía demasiado nervioso para hablar.
—L-Lo que sucede es que... —el miedo en sus ojos era tal que no podía pronunciar otra palabra.
—¡Él la mató! —un grito repentino llamó la atención de todos. Se volvieron hacia la puerta principal, entreabierta, de donde emergió una de las sirvientas más antiguas, ligeramente obesa, con el cabello esponjoso hasta el cuello.
Todos la miraron. Era Margaret, una de las sirvientas con más años en la casa de los Moon. Llevaba su uniforme, manchado de sangre.
—Ese niño... ¡Ese niño la mató! —declaró, aterrorizada y segura de sus palabras, señalando el interior de la casa.
Moon se sobresaltó al ver la sangre. Frunció el ceño, lleno de incertidumbre. ¿Por qué había tanta sangre? ¿Había ocurrido un asesinato en su hogar? ¿De quién era esa sangre? Y, sobre todo, ¿por qué decía que el niño la mató?
Con grandes interrogantes en su mente, se adentró en su hogar a grandes zancadas, sintiendo su corazón latir desbocado. Comenzó a seguir un rastro de sangre en la alfombra; ni siquiera necesitaba preguntar dónde se encontraba el cuerpo, pues la sangre misma lo guiaba. Tras varios segundos llenos de tensión, llegó a la cocina, siguiendo el rastro que lo llevaba detrás de la isla central, donde finalmente vio el cuerpo sin vida de una de sus sirvientas.
La impresión fue tremenda. Sintió su corazón detenerse por un momento y sus piernas flaquearon. Si no hubiera sido por el bastón, juraría que habría caído al suelo.
La mujer yacía recostada en el suelo, con la cabeza apoyada en el mueble. Sus ojos, llenos de sangre, parecían haber llorado lágrimas carmesíes. Un cuchillo se hundía en su pecho, pero era evidente que había sido apuñalada repetidamente en el abdomen, dejándolo desgarrado y abierto. Era una visión que Moon sabía que nunca podría olvidar, un espectáculo macabro que le provocó un asco tan profundo que sintió el estómago revolverse.
¿Había un ladrón irrumpido en su hogar? Pero las palabras de Margaret resonaron en su mente, impulsándolo a correr escaleras arriba, hacia la última habitación que mantenía bajo llave. Con desesperación, abrió la puerta de un tirón y se adentró en la penumbra del cuarto. La oscuridad era espesa, como un manto, pero la tenue luz que se filtraba desde el pasillo le permitió distinguir la silueta de Dongmin.
—¿Dongmin? ¿Sabes qué ha sucedido? —inquirió, sintiéndose ligeramente aliviado al ver que el joven estaba a salvo.
No hubo respuesta inmediata, solo una risa suave, inocente, la risa de un niño.
—Oye, te estoy hablando —repitió con creciente irritación.
—Oh... ¿Te refieres a la sirvienta muerta en la cocina? —la voz de Dongmin no tenía la tonalidad de alguien que acaba de descubrir un asesinato, sino la de un niño que se divierte con la situación—. Sí, sé lo que sucedió.
Moon avanzó unos pasos más, molesto por la actitud despreocupada de Dongmin ante algo tan grave. Estaba a punto de enfrentarlo, pero aquella risa inocente volvió a resonar en la habitación, esta vez con un matiz inquietante.
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Pêdøphįlîå Vampire || Binwoo +18
Hayran KurguLee Dongmin, a penas con 16 años es hijo del rey de Corea. Su destino estaba fijado, convertirse en el siguiente rey de la nación para continuar con el cargo de su padre ya fallecido. Justo en la noche de su coronación, Lee Dongmin es testigo de com...