Cita de picnic

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Me quite el sombrero y me limpie el sudor de la frente con el brazo. Aunque el otoño se estaba poniendo frío, trabajar en la granja alejaba ese frío.

Sentándome en las escaleras del porche, mirando todos los cultivos con una sonrisa en mi rostro, orgullosa del gran cambio que hice en esta granja este año. Pasé toda la mañana trabajando y ahora finalmente puedo descansar.

Ha pasado una semana desde la feria de otoño y todavía no puedo creer que gané; esa noche Leah y Elliot me llevaron al saloon y celebramos entre risas y cervezas, fue una gran noche.

Mirando a mi alrededor, mi vista se detiene en los girasoles y en la razón por la que están allí, haciendo que mi expresión se entristezca un poco. Desde el día en que enfrenté a Haley, no los he movido de ese lugar, aunque necesito espacio para otros cultivos, me niego a hacerlo.

De alguna manera, siento que si los corto cerraré ese capítulo y mi mente necesita eso, mi mente necesita descansar de todo ese drama. Pero mi corazón duele cada vez que la recuerdo o la veo con Alex, y lo mismo ocurre con los girasoles.

Aunque no quiero hacerlo tendré que, el invierno llegará pronto y todos los cultivos morirán, y con ellos, mi amor por ella también tendrá que hacerlo.

—Suficiente Haley por hoy. — me dije a mí misma y me levanto, entrando a la casa para limpiarme, tengo planes con Leah hoy y estoy emocionada por eso.

Después de una ducha rápida, me puse algo de ropa cómoda sin pensar demasiado en el atuendo. Leah y yo habíamos planeado un picnic junto al lago, una manera perfecta de pasar la tarde.

Agarro la canasta que preparé más temprano, antes de trabajar en la granja, llena de sándwiches, fruta fresca y una botella del vino favorito de Leah. Al salir por la puerta, echo un último vistazo a los girasoles. Se balancean suavemente con la brisa, un recordatorio conmovedor de sentimientos pasados y palabras no dichas.

Sacudiendo la melancolía, me concentro en el presente. Leah me está esperando y no dejaré que los pensamientos de Haley ensombrezcan los buenos momentos que paso con ella. Bajo los escalones del porche, sintiendo el crujido de las hojas caídas bajo mis botas. El aire fresco de otoño llena mis pulmones mientras me dirijo al lago.

Cuando llego, Leah ya está allí, colocando una manta a la sombra de un gran roble. Levanta la vista y sonríe, sus ojos brillan con calidez.

—Hey. — dice, saludando con la mano. —Llegas en el momento justo. — ella sonrió pero algo en esa sonrisa parecía estar mal.

—Siempre puntual. — tome asiento en la manta mientras colocaba la canasta entre nosotras, observando la vista del lago frente a nosotros. —Me encanta esta vista.

—A mí también. He empezado una nueva pintura y es igual a la que hice en verano, quiero hacer una para cada estación. — dice, llevando sus piernas al pecho y también mirando el lago.

Su expresión y tono de voz eran tan... melancólicos, difíciles de describir.

—¿Estás bien, Leah? Pareces un poco triste hoy. — digo, cambiando mi mirada a su rostro para verla mejor.

Veo la duda en su cara y cómo se muerde los labios, tal vez no debería haber preguntado eso.

—No tienes que decírmelo si no quieres. — murmuro pero ella responde rápido

—Está bien, quiero decírtelo. — esas palabras me hacen sentir menos culpable por preguntar.

—Mi ex me llamó temprano, me estaba diciendo que volviera a la ciudad.

Buena suerte, cariño!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora