Bajo las Luces del Mercado Nocturno

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El Mercado Nocturno llegó, transformando la playa en un bullicioso centro de actividad. Las luces coloridas y el sonido de las olas creaban una atmósfera encantadora. La brisa marina traía el aroma de la sal y comidas exóticas mientras la gente paseaba, observando los diversos puestos y atracciones.

Miré alrededor, tratando de encontrar a Elliott y Leah. Después de unos segundos, vi primero a Elliott, de pie cerca del puesto de tours en submarino, con la mirada fija en el horizonte.

—¡Elliott! —llamé, saludando mientras me acercaba. Él se giró, con una cálida sonrisa extendiéndose por su rostro.

—Ah, ahí estás —dijo—. Esperaba encontrarte. El Mercado Nocturno es todo un espectáculo, ¿verdad?

—Definitivamente —respondí, echando un vistazo a la vibrante escena—. ¿Has visto a Leah?

—Está por el bote de la sirena, trabajando en una nueva pieza de arte —dijo Elliott, señalando hacia el muelle.

—Genial... —murmuré, mirando en la dirección que señaló.

Me alegraba que ella estuviera allá y no aquí; prefería conseguir la perla sin que ella lo supiera para que no sospechara nada. Sentí la mirada de Elliott sobre mí, un poco confundido por mis palabras.

—No pienses mal; quiero pescar una perla aquí en el submarino para regalarle un collar por su cumpleaños.

—¿Una perla? Puedo ver que nadie me ha amado antes. — habló haciéndose el dramático.

—Bueno... sí, no es tan difícil de ver, Elliott —bromeé y reí cuando él puso los ojos en blanco, ganándome un golpe juguetón en la cabeza de su parte.

—Tienes suerte de que seamos amigos.

—Si lo prefieres así, puedo ayudarte a distraer a Leah —ofreció con una sonrisa.

—Gracias, Elliott. Sería de gran ayuda.

Después de eso, él se alejó, y yo entré en el submarino, siendo recibida por el capitán, quien me dijo que el tour de pesca en aguas profundas costaría mil de oro.

Después de pagar la tarifa, tomé mi caña de pescar y me paré junto a la trampilla en el suelo, esperando a que se abriera.

El submarino descendió a las profundidades del océano, miré a través de la ventana asombrado por el paisaje marino. Criaturas bioluminiscentes brillaban en la oscuridad, y cardúmenes de peces nadaban a su alrededor.

Después de unos largos minutos, la trampilla se abrió, y comencé a pescar, esperando tener suerte.

Los minutos se convirtieron en horas, y pesqué varios peces y tesoros, pero ninguna perla. Sintiendo frustración y enojo por ello, hice un último intento antes de que terminara el recorrido del submarino.

Después de unos minutos, sentí un tirón en mi línea, más fuerte que cualquier otro que había sentido antes. Con una mezcla de esperanza y concentración, recogí mi captura, solo para dejar escapar un suspiro frustrado.

Era un pulpo—otro más. El capitán dijo que el submarino iba a cerrar, y comenzamos a regresar a la superficie. Tal vez tenga más suerte mañana.

Al menos tengo muchos peces para venderle a Willy. Después de otros treinta minutos, finalmente estábamos de vuelta en la superficie. Le di las gracias al capitán y volví a la playa.

Me abrí paso entre la multitud, buscando a Elliott y Leah, con el brillo de las linternas reflejándose en el agua. Los encontré junto al bote de la sirena, Elliott ayudando a Leah a guardar todos sus materiales y herramientas. Ella levantó la vista cuando me acerqué, su rostro iluminando con una sonrisa.

Buena suerte, cariño!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora