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Ya pasaron dos semanas desde el casi beso con Fermín, al final no hemos hablado sobre eso, solo dejamos el tema de lado y seguimos como si nunca hubiera pasado, por otro lado, mis padres ya habían regresado a Sevilla hace unos días al ver que yo m...

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Ya pasaron dos semanas desde el casi beso con Fermín, al final no hemos hablado sobre eso, solo dejamos el tema de lado y seguimos como si nunca hubiera pasado, por otro lado, mis padres ya habían regresado a Sevilla hace unos días al ver que yo me encontraba perfectamente.

- Pablo, ¿Puedes llevarme? - aún ando con el parche en el ojo, por lo que se me hace imposible manejar el coche.

- Deja que me acabe esto y bajo, ve tú a prender el coche - dijo terminando de desayunar, después de irme a dejar de seguro se va al entreno, aunque para eso falta más o menos una hora. Hice lo que me pidió y lo espere unos 5 minutos en el coche. En el viaje hicimos lo de siempre, escuchar música y cantar a todo pulmón.

- Paso por ti al rato, ¿Vale? - dijo depositando un beso en mi mejilla, ya habíamos llegado.

- Vale, adiós, ve con cuidado - baje del coche y el salió de ahí volando.

Entre al edificio y me encontré con Mateo.

- Hola, guapa - me abrazó al verme.

- Jo, no sabes la falta que me has hecho - confesé, estás dos semanas tampoco había asistido a clases por el accidente, lo que si, es que he presentado todas las actividades que han dejado, Mateo me las ha pasado y se ha encargado de entregarlas por mí como el buen mejor amigo que es.

- Y tú a mí, pero venga, cuéntame el rollo este que tiene con Fermín, que no me entero del todo, y mira que me lo has contado varias veces.

- Pues nada, no hemos hablado del tema, supongo yo que el no siente lo mismo y fui yo la que entendí mal todo, así que dejaré que pase y ya está.- me encogí de hombros.

- Mira, te voy a decir lo que pienso, para mí que él siente lo mismo o hasta más, obviamente le va a dar miedo arruinar lo que tienen, pero ya verás tu si haces algo para que tenga la confianza de decirte lo que siente - justo cuando iba a contestarle, apareció Joaquín.

- Hola, que bueno ver qué ya regresaste - me sonrió.

- Hola, pues ya ves, ya estoy mejor - sentí que Mateo me dió un leve empujón - Ah sí, te presento a mi mejor amigo, Mateo.

- Joaquín, un gusto. - dijo el morocho sonriéndole.

- Venga, que el gusto es mío.

° ᡣ𐭩 . ° .

Ya iba hacia la salida, donde me esperaba Pablo.

- Emilia, espera - escuché que decían a mis espaldas.

- ¿Qué pasa?

- Me preguntaba si te apetece ir a cenar hoy por la noche, ya sabes, sólo tú y yo - pude notar como jugaba con sus dedos mientras hablaba.

Jugadas del corazón | Fermín LópezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora