XIV

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Eran nuestros últimos días en Ibiza con Emilia, habíamos tenido unos días increíbles, pero está noche todo parecía más intenso bajo las estrellas

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Eran nuestros últimos días en Ibiza con Emilia, habíamos tenido unos días increíbles, pero está noche todo parecía más intenso bajo las estrellas. Llevaba días planeando este momento, hasta lo había discutido con Pablo mil veces. Con Emilia habíamos confesado todo hace casi un mes, pero hoy, yo estaba dispuesto a formalizar.

Habíamos terminado de cenar, y aunque la idea inicial era pedirle formalizar en el restaurante, la vista que teníamos de este lugar me había dado una mejor idea. Pague la cuenta y nos fuimos a dar un paseo por casco antiguo de Dalt Vila. Caminamos por las estrechas calles empedradas, con cada paso que dábamos mi corazón latía más fuerte. Finalmente llegamos a una terraza que había descubierto en un viaje que habíamos hecho antes. Desde acá se veía toda la ciudad, iluminada por miles de pequeñas luces que parecían competir con las estrellas. Una suave brisa nos pegaba en el rostro y el sonido de las olas golpeando las paredes de fondo creaba un ambiente tranquilizador.

- Siempre me ha encantado venir aquí - dije rompiendo el silencio, ella apreciaba la vista del lugar, mientras yo la apreciaba a ella.

- Es muy linda la vista - me sonrió. Tome su mano para llamar su atención, sentí como se tensaba ligeramente antes de relajarse bajo mi toque. Las luces de la ciudad reflejaban en sus ojos, dándoles un brillo especial. No sé si es Ibiza o yo, pero hoy estoy más enamorado de ella que de costumbre.

- Sabes Mimi, desde que te confesé lo que sentía, todo ha sido... Increíble - me estaba esforzando mucho por no enredarme entre las palabras que quería expresar - Pero hay algo que he estado pensando mucho. No quiero que esto sea solo algo que quede en palabras. Quiero estar contigo, no solo en este viaje, sino en todos los que vengan después.. Quiero que seamos pareja, oficialmente - la miré a los ojos esperando descifrar lo que estaba pasando por su mente. Para mí alivio, ella sonrió, una sonrisa que ha sido mi calma siempre.

- Fermín... Estos días han sido increíbles, y me haces muy feliz - acarició mi mejilla. Todo el nerviosismo que había sentido hasta ahora se desvaneció con esas palabras. No pude evitar sonreír como un idiota, pero a decir verdad, no me importaba.

- Entonces... - murmuré sobre sus labios mientras con mis manos volvía a acariciar las de ella - ¿Quieres ser mi novia? - ahora nuevamente siento que se me sale el corazón.

Ella me miró, y por un segundo, su expresión se puso seria haciendo que mi estómago diera un vuelco.

- Mmm... No sé, déjame pensarlo un poco.

Me aleje un poco porque me quedé en shock por un segundo, mirándola sin creer lo que acababa de decir. Al ver como sus labios comenzaban a curvarse de forma traviesa entendí que estaba jugando conmigo.

- ¡No te atrevas! - exclamé, riendo mientras la rodeaba con mis brazos, fingiendo un puchero. - No puedes hacerme eso, ¿sabes lo nervioso que estaba?

Ella no pudo contener la risa y me miró con ternura, envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello.

- Está bien, está bien, sólo bromeaba - dijo, con una sonrisa. - Claro que quiero ser tu novia, Fermín.

Jugadas del corazón | Fermín LópezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora