VII.

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Nos encontrábamos en el pasillo que daba para ambos apartamentos

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Nos encontrábamos en el pasillo que daba para ambos apartamentos.

- ¿Quieres pasar? - preguntó abriendo y entrando a éste.

- ¿No prefieres descansar? - pregunté aún en la puerta principal.

- A decir verdad, no me apetece estar sola, estoy segura de que me voy a aburrir, y tampoco estoy cansada - dijo haciéndose a un lado para darme entrada.

- ¿Te duele mucho el ojo?

- Pues con la medicina que me han dado en el hospital, no me duele casi nada. ¿Quieres verlo? - sonrió maliciosamente; ella sabía que no me gusta ver golpes ni nada por el estilo.

- Qué va, yo prefiero morirme con la curiosidad - le hice una mueca.

- Venga, que no está tan mal - dijo de forma burlona mientras se acercaba.

- Mimi, como me lo enseñes, no te voy a visitar todo un mes.

- Como si pudieras vivir tú sin mí un mes - alzó la ceja.

- A que sí puedo, guapa - la reté.

- Venga, quiero ver que lo intentes - dijo y se levantó el parche; inmediatamente cerré los ojos.

- Joder, qué susto - suspiré de alivio mientras ella se reía en toda mi cara.

- Tuve que grabar eso - se burló; resulta que debajo del parche había otro vendaje.

- Casi me cago encima - la miré mal mientras me dejaba caer en el sofá.

- ¿Te apetece pedir algo de comer? No pude ni desayunar - me hizo un puchero mientras se sentaba en el borde del sofá.

- Toma, pide lo que quieras para los dos - le pasé mi celular para que pidiera, así podía pagar de una sola vez con mi tarjeta que estaba predeterminada.

- Es que no se me ocurre nada que puedas comer tú con la dieta - hizo una mueca.

- Joder, que es verdad, a veces se me olvida la dieta - suspiré.

- ¿Pasta puede ser? - preguntó luego de un buen rato que ambos quedamos pensando.

- Vale, pide pasta, pero mejor pídeselo a la señora que me prepara la comida, escríbele por el WhatsApp - dije encendiendo la televisión para poner una película.

- Vale, pon una película de terror o algo - dijo mientras escribía en mi celular.

Hice lo que me pidió y puse "El exorcista". Ella se sentó a mi lado luego de que yo me hubiera acomodado en el sofá.

Jugadas del corazón | Fermín LópezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora