EPÍLOGO

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Mason

 Un año más tarde...

—Ahora tu otro pie, cariño.

Kennedy gime mientras su cabeza cae contra el fresco azulejo de la ducha. El vapor caliente nos rodea mientras le froto los dedos de los pies y le paso la lengua por el tobillo.

Su mano está entre sus piernas, frotando su clítoris húmedo mientras masajeo sus pies. El chorro caliente de la ducha corre a lo largo de sus grandes pechos. Corro mi lengua más alto hasta donde su mano se mueve y empujo sus gruesos muslos más separados.

Ha ganado peso desde que nos conocimos hace cinco años, y no podría estar más feliz al respecto. Tener cuatro de nuestros bebés ha hecho sus pechos más grandes y sus pezones más oscuros. Y por no decir lo duro que me pone con las fugas de leche.

Gruño mientras empujo su mano fuera del camino y la reemplazo con mi boca. Ella ríe y luego gime mientras mi lengua se desliza a través de sus pliegues. Me agarra el cabello, y recorro la humedad que la cubre.

Hemos hecho el amor innumerables veces en esta ducha, pero cada vez es como la primera. Al igual que cuando hacemos el amor en nuestra cama o en cualquier otro lugar cuando puede escabullirse mientras esquiva cuatro niños.

El vapor nos envuelve mientras la como hasta un orgasmo y luego la hago darme otro. Al moverme para entrar en ella, me empuja hacia abajo en el suelo de la ducha y me abraza.

Está cubierta con mi polla en un instante. Se sacude sobre mí, tomando su placer de mi cuerpo, y me acuesto allí y lo tomo. La ducha es enorme, y estoy agradecido por ello mientras agarro sus caderas y veo sus tetas mojadas rebotar. Estoy tan cerca de venirme, pero Kennedy tiene otras ideas.

—Quiero probarme —susurra y sale de mi polla, moviéndose por mi cuerpo. Antes de poder abrir mi boca, chupa mi polla y los labios y su lengua están rodeando mi eje.

—Mierda —gruño con los dientes apretados mientras deja caer la cabeza de mi verga de su boca con un estallido y se sube encima.

Me siento para estar lo más cerca posible cuando comience a rebotar. Tomo sus labios, y puedo probar su coño en su boca. Me vuelve loco, no puedo soportarlo. Sabe exactamente lo que está haciendo, y no puedo contenerme.

Dejo riachuelos de semen en ella y deslizo mi dedo entre nosotros para recoger un poco. Llevo el dedo hasta su boca, y la abre, chupando nuestros sabores.

—Prueba esta leche fresca, cariño. Sé cómo te gusta.

Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y me levanto, empujándola contra la pared. Me muevo en ella con fuerza, y su risa se convierte en un chillido bajo.

—Lo pediste —digo mientras mi animal interior se vuelve loco.

Una cosa que mi mujer sabe hacer es volverme loco. Empuja todos los botones correctos para enviarme sobre el borde de la cordura. Pero no cambiaría nada.

Hacemos el amor en la ducha y elogio a los dioses del agua por tener un calentador de agua extra grande instalado. Porque planeo poner a ese hijo de puta a prueba hoy —y la mayoría de los días— por el resto de nuestras vidas.



FIN



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