Capítulo 3 El contrato

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Sentía mi corazón hecho añicos, Yulia estaba ahí, tendida en la cama y ni siquiera podía reconocerla. ¿En qué momento ocurrió? ¿Cómo fui capaz de descuidarla a tal punto? No podía perdonarme, había fallado con una de las promesas más grandes que le hice a mi madre antes de morir.

Sentada en aquel pasillo recordé las palabras del doctor y mi boca volvió a quedar seca.

—Después de revisar los exámenes de Yulia, temo que no le tengo un buen resultado. Hemos encontrado que Yulia tiene Leucemia, un tipo de cáncer en la sangre. —dijo en un tono de voz suave, sin apartar su mirada de la mía—. La leucemia es un cáncer que afecta las células sanguíneas. Esto significa que hay células anormales que están afectando la salud de Yulia.

La noticia me golpeó con fuerza, me hizo sentir que todo aquello era mi responsabilidad, mi jodida culpa. Le había fallado, no pude darle lo que mi madre le dio en su corto tiempo de vida y eso lo tenía claro cada día de mi vida.

Mi madre era una fortaleza, siempre tenía las palabras adecuadas, trabajaba duro, pero aun así nunca nos descuidaba. Hasta que se ausentó de nuestras vidas no pude comprenderla.

Siempre pensé que ocuparse de otra persona no podía ser tan difícil, la veía invencible y cuando tenía la mínima falla, yo era la primera en hacérselo saber.

Ahora que era mi turno, ni siquiera pude con la mitad de todo lo que ella había logrado, fallé, le fallé a la memoria de mi madre, a mí y a Yulia.

—Vamos a comenzar con el siguiente paso, le daremos tratamiento. Eso incluye quimioterapia, vamos a trabajar con un equipo de especialistas y esperamos poder brindarle el mejor cuidado posible. —continúa explicando el doctor—. Irina, hay tratamientos muy efectivos hoy en día, tenemos muchas esperanzas de que Yulia responda bien a ello.

—No tengo manera de pagar el tratamiento —admití con la voz estrangulada.

Hubo un silencio profundo, pude ver en el rostro del doctor el dolor y yo me sentía de la misma manera.

—La clínica pude cubrir una parte, pero no será suficiente Irina. Se le recomienda buscar asociaciones benéficas que estén dispuestas a ayudarle, al menos con una parte del tratamiento.

Asentí, porque tampoco me quedaban demasiadas alternativas. Lo que me había querido decir no era muy complicado de comprender, si quería salvar a Yulia me tocaría lamerle los zapatos a una de esas mujeres de alta clase.

...

Regresé a mi realidad, sentada en aquella banca mirando al vacío. Me había quedado fuera mientras llevaban a Yulia para hacerle algunos nuevos estudios, tampoco me apetecía que me viera llorar.

Levanté la vista cuando unos zapatos elegantes se detuvieron ante mí, me limpié las lágrimas. Seguramente tenía el maquillaje corrido y las ojeras marcadas, pero a estas alturas que más daba.

Ante mí estaba Nikolai Volkov, quería preguntarle como supo que estaba allí y a que se debía que viniera hasta mí. No lo hice.

En aquel mismo silencio se sentó a mi lado, nos quedamos de ese modo por un par de segundos y entonces él fue quien habló.

—¿Recuerdas lo que te dije? —preguntó mirando un punto fijo—. ¿Qué sueña una mujer como tú?

Volvió a repetir esa pregunta, la misma que me había hecho en aquella habitación. La misma que no tenía respuesta en aquella noche, pero que ahora tenía una evidente y Nikolai Volkov lo sabía.

La pequeña obsesión del RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora