Capítulo 11 Recordar para siempre

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Sentía mi estómago revuelto y aquella imagen no abandonaba mi mente. Él disparó, sin temblar ni tener un ápice de duda reflejado en el rostro.


No era necesario decir que me consumía la culpa, se había tomado una vida ante mis ojos y la responsabilidad recaía sobre mis hombros. Sí yo no hubiera lanzado aquel vino... No, mejor aún, si yo no hubiera ido a esa fiesta aun bajo las peticiones de Nikolai, ese hombre muy probablemente estaría con vida.


Mi culpa no era porque un delincuente, que era muy probable que aquel hombre lo fuera, estuviera muerto. Si no que una de las razones por la que habían tomado su vida era para protegerme a mí, porque yo fui impulsiva ante aquellas palabras.


No lo comprendía, eran simples palabras, insultos. Aunque ciertamente me molestara la manera en la que se había dirigido a mí, no era una razón suficiente para arrebatar la vida de una persona.


—Hay mucho más detrás Irina, no quiero agobiarte con historias largas, pero para resumirlo, ese hombre estaba enamorado de Diana y no quería que estuviera con ninguna mujer que no fuera ella —volvió a decir intentando acercar su mano a mí, pero la aparté de una bofetada.


—No se te ocurra tocarme, tus manos están manchadas de la sangre de ese hombre —le recordé con irritación y las lágrimas salieron de mis ojos.


—¿Lo ves? —interrumpió una voz a mi espalda.


No era necesario darme la vuelta para reconocer la voz de Diana, sin embargo, me di la vuelta, quería verla. Una sonrisa burlesca estaba sobre sus labios y me limpié las lágrimas en un inútil intento de que no me viera derrotada.


—Solamente mírala, es tan ilusa que vivía en un mundo de fantasía en el cual te veía como una persona buena. Ni siquiera tiene la menor idea de en donde se está metiendo Nikolai. —se carcajeó en mi puñetera cara mientras me observaba con aquellos aires de superioridad.


—¿Todo esto fue tu culpa? —preguntó Nikolai.


Su voz de repente se había vuelto ronca, sus ojos estaban en llamas y aunque no fuese yo quién lo había provocado sentí internamente el miedo recorrerme.


—Quizá sí, tal vez no... —canturreó antes de reír nuevamente.


Estaba jugando con Nikolai y no era que aquello me causara admiración, sino que me hizo preguntarme por qué no sentía el temor que su simple presencia imponía sobre la mayoría de personas. Aunque es cierto que aquello reafirmaba mi teoría, Diana era peligrosa o simplemente muy tonta, para ser sincera me iba más por la primera.


Meneando sus caderas se acercó a la puerta de entrada, pero entonces se detuvo y volteó medio rostro con una mirada triunfante.


—Espero que esto te haya servido para que sepas en donde te metiste y que sepas que no vas a salir con facilidad de este mundo —dijo mirándome.


Sin notarlo mi respiración se había cortado, me sentía cansada y todavía tenía imágenes en mi mente que deseaba borrar.

La pequeña obsesión del RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora