Me ponía, joder. Me hacía sentir jodidamente cachondo cada vez que se mofaba de mi manera de sobreproteger lo que me pertenece.
Al fin podía decir que sabor tenía Irina Karpova, podía describir el olor de su piel, el sonido de sus gemidos y sus gestos mientras la follaba. Por muy loco que pudiera llegar a sonar, antes de ese día soñaba cada noche con ese instante e imaginaba como se sentiría.
Pensaba que se quedaría todo sumido en las expectativas, que tener a Irina sería igual que tocar a cualquier otra mujer y no podía estar más equivocado. Ahora había pasado a soñar con la próxima vez en que volvería a sentirla de aquel modo.
La observé colocarse la ropa ante mis ojos, bueno, la poca ropa que le dejé sana. Entonces su mirada fue a mi mano, estaba vendada y la venda estaba manchada de sangre.
—¿Qué te ha pasado ahí? —preguntó un poco curiosa.
—Son las consecuencias de mis actos Irina. Cada vez que una persona actúa de forma errada, la vida se encarga de ponerle un precio a su error. —comento mientras me dejo caer sobre su sofá.
—Ven, deja que te revise la herida, veré de curarla —me dijo extendiendo su mano para que le diera la mía.
—No —negué de prisa—. Es seguro que voy a necesitar de suturación, lo mejor es que vaya a un hospital.
Ella se quedó con un gesto pálido mirando mi mano, se acercó a mí de prisa. Comenzó a quitar el vendaje y un gruñido salió de mis labios, quería decirle que lo dejara, pero sería inútil, es el tipo de mujer que no suele hacer caso a lo que se le dice.
Miró la herida que atravesaba mi mano, se quedó con sus labios separados, en un intento de pronunciar palabras que no salían.
—¿Qué clase de animal te hizo esto? —preguntó con la voz estrangulada.
La sangre goteó el piso, le quité el vendaje de la mano en aquel profundo silencio y volví a vendarlo con la misma fuerza para que el sangrado volviera a detenerse.
—No tienes que saberlo, no hagas preguntas que no quiero responder. Solamente tienes que saber que no es algo que no haya ocurrido antes, lo suturarán y luego estaré bien.
Vi su rostro suavizarse un poco, asintió sin decir más. La observé irse a la habitación, cuando regresó tenía otra ropa diferente puesta y la observé mientras buscaba algunas cosas por toda su casa.
—Voy a ir al hospital a ver a mi hermana, ¿vendrás? —preguntó de brazos cruzados.
—¿Por qué iría a ver a tu hermana? Dejemos algunas cosas en claro Irina, fuera de un buen sexo, no busco ningún tipo de apego contigo —le recordé a lo que ella hizo una mueca.
—Lo preguntaba para qué te suturaran la herida. —respondió en un tono cortante y abrió la puerta—. No tengo ninguna intención de que vayas a ver a mi hermana, es más, un hombre como tú debería de estar fuera de la vida de cualquier niño. Así que en lo que me concierne Nikolai, te quiero lejos de la vida de Yulia.
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La pequeña obsesión del Ruso
RomanceIrina Karpova nunca pensó que su talento para el violín la llevaría a cruzarse con Nikolai Volkov. Un millonario ruso con un pasado misterioso, que desde el primer momento crea una gran curiosidad en Irina. Ambos se encuentran en una gala benéfica y...