Capítulo 4 Lo que un hombre debe

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Sentí el papel caer con fuerza sobre mi escritorio y la mirada de Irina me penetró hasta lo más profundo de mi alma. Una leve sonrisa asomó sobre sus labios y yo bajé la mirada hasta el papel, dudando de si vería su firma sobre él.


Tomé la decisión de que le daría su espacio, que dejaría que lo leyera con detenimiento, que lo revisara por derecho y por revés. Me quería asegurar de que estuviera decidida a firmar, segura de la decisión que había tomado.


Debo de admitir que los obsequios para su hermana y la cena que le entregué junto al documento no fueron una jugada muy limpia por mi parte. Pero que más daba, no podía jugar limpio si quería tenerla únicamente para mí, de lo contrario le daría vueltas y los puntos malos siempre acabarían por ganar.


"Irina tiene una fuerte debilidad por su hermana, Yulia. Si pone esa niña en un pedestal logrará llegar a su corazón de una forma muy fácil". Aquel fue el consejo dado por Zinaida, la amiga de Irina y compañera de trabajo en mi club.


Quizá fue tonto de mi parte hacerle caso, pero la desesperación estaba ahí, latente. Miré el papel y vi la firma, nunca había soltado un suspiro tan desbordado de alivio como en ese momento.


—Está firmado y desde este momento supongo que puedes decir que soy de tu propiedad —dejó caer sus hombros sutilmente antes de moverse levemente sobre su silla—. Ahora, lo que verdaderamente me interesa saber, es cuando empiezas a cumplir con tu parte.


Revisé la firma y le pasé el dedo con emoción. Ya le había mencionado con anterioridad a mi hombre que cuando yo le diera la señal podía hacer la llamada.


Tenía preparado con antemano el traslado de la hermana de Irina a una clínica privada, especialista en el cáncer que le detectaron. También pedí que se le dieran los mejores tratos, que tuviera la comodidad que se merecía y que todo lo que pidiera, por supuesto sin interferir con su tratamiento, se le diera sin dudar.


Así que con mi simple gesto, el hombre parado en la habitación salió de ella. En su lugar entró Timur, que se quedó allí parado en su relevo.


—Desde este momento, acabo de ordenar que tu hermana sea trasladada a la mejor clínica para su tratamiento. Más tarde el chofer va a llevarte para que puedas verla, en cuanto al apartamento, puedes elegirlo tú misma, el mejor de Moscú, solamente tienes que pedirlo y lo tendrás.


Ella se quedó en aquel silencio, el mismo que hacía cada vez que todo parecía demasiado bueno como para ser cierto. Algo que no me sorprendía a estas alturas, asintió levemente y yo me disponía a decir algo más, cuando la puerta principal se abrió de un fuerte golpe.


La sangre de todo mi cuerpo se congeló por algunos segundos, me puse de pie y fue una secuencia tan rápida que apenas tuve tiempo de asimilarlo. Diana entrando en mi oficina, con las facciones endurecidas, furiosa.


Caminando directo hacia Irina, pero me paré delante de ella justo a tiempo.


—¡Vas a quitarte ahora mismo! —sentenció elevando el tono de su voz.


—No voy a quitarme y no vas a hacer nada de lo que luego puedas arrepentirte —le respondí con mi voz calmada.

La pequeña obsesión del RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora