El tiempo había transcurrido, quizá más de prisa de lo que había esperado que ocurriera. Estaba a punto de vencerse el contrato con Nikolai y mi vida parecía alocarse nuevamente, aunque en realidad no era justo del todo que estuviera quejándome, o eso podría decir la vida.
Yulia se estaba recuperando cada día mejor, aquello me traía paz, pero la incertidumbre de que pasaría entre Nikolai y yo comenzaba a acecharme, mucho más ahora. La noticia me tomó por completa sorpresa, el embarazo llegó de imprevisto, ambos nos estábamos cuidando y yo no tenía planeado ser madre.
Desde muy joven tomé la decisión de que ser madre no era algo que yo quería, es decir, había visto tanto a mi madre batallar para darnos una vida decente, que la idea de pasar por lo mismo me hacía temer. Siempre me preguntaba como sería como madre, pero cuando me tocó hacerme cargo de Yulia fue un golpe de realidad, yo no me sentía capacitada, ni emocionalmente ni mucho menos económicamente.
Aun con todas las precauciones tomadas, la vida decidió que debería de traer una vida nueva al mundo y que sería con Nikolai. Quizá esta era la recompensa que le había preparado la vida después de su primer sufrimiento por su pequeña hija.
Lo único que no esperaba era que Diana me quitara el privilegio de ser yo quien se lo dijera, la sangre me hervía, quería golpearla, pero era la primera vez que no estaba pensando en mí, sino en la vida que crecía dentro de mi vientre.
—Quiero que te marches —le dijo Nikolai con mayor frialdad de la usual.
Ella pidió el divorcio, pero eso no hizo que Nikolai siquiera dudara de la decisión que estaba tomando. Es más, me atrevería a decir que incluso luego de saberlo se sentía mucho más decidido a dejar que se marchara.
—Me marcharé —dijo con una sonrisa soberbia sobre los labios—. Deseo que sean muy felices, seguramente lo conseguirán.
Me mordí el labio inferior, un leve escalofrío recorrió mi espalda. Diana era un tipo de mujer que no me daba una buena espina, la calma con la cual se tomaba todo lo que estaba ocurriendo no me parecía normal, desde un comienzo no me lo parecía.
Nos quedamos en silencio, en medio de un profundo e incómodo silencio mientras ella se marchaba y nuestras miradas no podían dejar de seguirla. Cuando desapareció en su coche Nikolai posó su mirada sobre mí y no pude evitar que la mía hiciese lo mismo.
—¿De esto hablabas? —se atrevió a preguntar con la prueba entre sus dedos.
—Quería decírtelo cuando volvieras, quería que lo supieras de una manera hermosa —bajé un poco la mirada, apenada, triste y decepcionada.
Sentí sus pasos y a mi vista quedaron sus zapatos. Tensé mi mandíbula, acto que duró unos segundos, porque cuando me levantó el rostro por el mentón, no pude evitar que todo mi cuerpo se relajara.
—Esto para mí tiene un significado especial Irina, no sé si llamarlo destino, pero yo había perdido cualquier esperanza de ser padre. Ahora que esto ocurrió, me certifica algo que en mi interior tenía la certeza, pero que me estaba negando a ve. —me quedé paralizada, me quedé como una tonta escuchando las palabras salientes de sus labios mientras que sus dedos se movían por mi barbilla con calidez.
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La pequeña obsesión del Ruso
RomanceIrina Karpova nunca pensó que su talento para el violín la llevaría a cruzarse con Nikolai Volkov. Un millonario ruso con un pasado misterioso, que desde el primer momento crea una gran curiosidad en Irina. Ambos se encuentran en una gala benéfica y...