CAPITULO 10

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Adam caminaba con paso lento hacia la cueva. Ese día tuvo suerte con la caza, por lo tanto, pudo volver mucho más temprano de lo usual. A medida que se acercaba, un aroma familiar a hierbas le llegaba con la brisa, confirmándole que Eva había estado preparando medicinas.

Caín era inquieto, golpeándose con frecuencia, por lo tanto, había que aplicarle la pomada casi constantemente. Y también él, el frío en las madrugadas y en las noches le provocaban un dolor en las articulaciones y en su costado. No era de extrañar que se hubieran agotado. Además, ese aroma ayudaba a mantener alejado a los animales salvajes, lo cual era un beneficio adicional.

Desde la entrada de la cueva, Adam vio a Eva inmersa en su labor, acompañada de su hijo Caín, de cuatro años. Ella se encontraba sentada en el suelo, rodeada de pequeñas vasijas de barro y ramilletes de hierbas secas y frescas. Las largas trenzas de su cabello colgaban en cascada sobre su espalda, moviéndose suavemente con cada movimiento de sus manos. Eva tarareaba una canción, una melodía suave que parecía sincronizarse con el ritmo de su trabajo.

Entonces por un instante, Adam la vio en el Edén, jugueteando con las plantas y las flores, siempre experimentando, intentando averiguar su utilidad. Al final ella seguía manteniendo fragmentos de su ser en el Jardín.

Caín, sentado a su lado, ayudaba triturando las hierbas con una pequeña piedra. Su rostro se iluminaba de orgullo cada vez que lograba reducir una hoja a polvo fino.

"¡Muy bien! Lo hiciste muy bien, cariño", decía ella, volviendo a cantar.

Eva recogía ese polvo y lo mezclaba en una vasija de barro, agregaba la cera de abejas y otros ingredientes naturales, mientras se derretían por el fuego, moviendo la mezcla con una rama hasta obtener una pasta homogénea y aromática.

Adam se quedó en silencio, hipnotizado por la escena. Su melodía parecía envolverlo, brindándole una extraña sensación de paz y tristeza. Era en esos momentos, viendo a Eva tan concentrada junto a su hijo y oyendo su melodía, cuando sentía que todo valía la pena.


"Esa criatura de tu mente que despierta,

No le temas a ella ni a su hambre,

Oh, si su voz no fuera tan hermosa,

Tal vez hubiera respondido mis propias dudas.


Pero no lo olvides, eres humano,

Vete con cuidado.

Perdona a tu reflejo, oh niño curioso,

Y ella vivirá sin ti,

Y tú vivirás sin ella, en el Edén, el dulce Edén."


Cantaba Eva, levantando en brazos a su hijo, girando con él como si estuviera bailando. El niño reía alegremente, sus risas se mezclaban con la melodía.

Pero en cuanto ella notó su presencia, dejó de cantar. Adam sintió una punzada de tristeza al darse cuenta de que ella no cantaba frente a él. No lo hacía desde el Edén.

"Hoy llegaste temprano" Eva sonrió, bajó a Caín al suelo y se acercó a Adam, saludándole con un beso en los labios. "¿Tienes hambre? Terminaré pronto", dijo antes de regresar a su trabajo "Ah, sí. Olvidé mencionarlo. Ya vuelvo. Mueve la vasija que está en el fuego o se quemará".

Eva salió corriendo fuera de la cueva, mientras él cargaba en brazos a su hijo y movía la vasija de barro. Poco después, ella regresó sosteniendo un escarabajo entre sus manos.

ERASE UNA VEZ: UN JODIDO ESCARABAJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora