CAPITULO 20

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ADVERTENCIA: 

Posibles errores, lo corregiré después. Gracias por su comprensión.


PLUMA Y ACERO II

Carmilla respiraba con dificultad, sintiendo el dolor que irradiaba su cuerpo tras el golpe brutal que había recibido de Adam. Aunque su armadura improvisada de metal la había protegido de un destino peor, su cuerpo estaba resentido debido a la fuerza del impacto que la envió violentamente contra el suelo. Las costillas le dolían cada vez que intentaba respirar, y su piel probablemente estaba magullada. Pero aún con el dolor agudo, no bajó la guardia.

"¡Odette te dije que huyeras con tu hermana!", reprendió entre dientes, con su voz llena de preocupación. Sin perder de vista el lugar donde había aplastado a Adam. "¡No es un enemigo al que puedan enfrentar!"

Antes de que las hijas pudieran si quiera responder, una luz dorada se abrió detrás de Carmilla. Ella apenas tuvo tiempo de girar su cuerpo cuando Adam apareció de golpe, atravesando el portal angelical con una velocidad aterradora. Sin previo aviso, conectó su pie contra el torso de Carmilla, lanzándola contra la pared. El impacto resonó con un estruendo metálico y un grito ahogado escapó de sus labios, cayendo al suelo. Carmilla intentó levantarse desesperadamente, pero su cuerpo no le respondía.

Adam no perdió el tiempo. Extendió su mano hacia un portal que había abierto en el aire, y tomó su hacha - guitarra que se encontraba más allá en la bodega. Batió sus alas y se lanzó directo hacia Carmilla, con la intención de acabarlo todo de un solo golpe.

"¡Maldita perra! ¿Cómo te atreves? ¡No, en serio. Como te atreves a clavarme con las putas lanzas de mis exorcistas!" gritó Adam, su voz retumbando con furia mientras sus ojos brillaban con una intensidad peligrosa.

Clara fue la primera en reaccionar. Con un gesto rápido, extendió sus manos hacia adelante. Las lanzas y otras armas punzocortantes que habían permanecido apiladas en las cajas cercanas se alzaron y volaron hacia Adam. Cada una de ellas buscando atravesar su piel angelical, pero Adam con una agilidad sobrehumana, esquivó la segunda lluvia de armas. Odette, aprovechado la distracción, lanzó su látigo de acero angelical, envolviendo el tobillo de Adam con la intención de derribarlo nuevamente, pero el ángel con un rápido movimiento, cortó el látigo con su hacha de un solo golpe . Un destello de ira cruzó por su rostro. No estaba dispuesto a subestimar a las hijas de Carmilla como la última vez.

"¿Saben qué es lo que deberían haber hecho?", Su voz fría, al igual que su mirada. "Escuchar a su madre y salir corriendo cuando les dio la maldita oportunidad. Pero, eh, ¿Quién necesita su cerebro cuando puedes quedarte a jugar al héroe con el puto ángel, verdad?

Ambas tensaron la mandíbula, pero persistieron en su ofensiva. Sabían que si le daban un respiro, Adam, contraatacaría con una furia devastadora, tan devastadora que ellas no podrían contrarrestarlo. El objetivo de las hermanas Carmine era claro: evitar que el ángel se centrara en su madre herida y darle tiempo para recuperarse.

Clara con un gesto rápido y preciso, alzó su mano derecha, extendiendo los dedos como una orden silenciosa. La tapa de otra de las cajas se abrió de golpe, lanzando una ráfaga de flechas al aire, todas dirigidas hacia Adam con una precisión mortal, porque de no ser así corría el riesgo de herir a Carmilla en el proceso.

Adam anticipó la tormenta de metal que venía. Sus alas se desplegaron, y con un giro en zigzag, comenzó a esquivar los proyectiles. Sin embargo, Clara no se detuvo allí. Lanzas, cuchillos y dagas giraron en el aire. No solo caían en línea recta; se movían en patrones impredecibles, como si tuvieran vida propia, forzando a Adam a mantener movimiento constante, quien desviaba las armas con su hacha - guitarra con movimientos rápidos y calculados.

ERASE UNA VEZ: UN JODIDO ESCARABAJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora