CAPITULO 13

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ADVERTENCIA:

Posibles errores, lo corregiré después. Gracias por su comprensión


En el pecado se envuelve su existencia, 

personifica al mal en su esencia. 

Su ser exhala maldición y muerte, 

y sus enfados abren el inframundo impaciente.


Ellos, extensiones de su propio ser, 

aprendices involuntarios de su caos y su destrucción. 

Inconscientes hasta que se reflejaron, 

pero no desearon ser proyección suya. 

Ni ella deseó que se proyectaran.


Anhelan domar la furia que los consume, 

sanar las grietas que se extienden, 

y como meras extensiones dominados por una ira impetuosa, 

les surgió una interrogante:


¿Habrá un ser en el cielo o en el infierno 

que se apiade de su alma y nos dé esperanza?


No lo hubo, no lo hay y no lo habrá.


Caín.

.-.-.-

El sol se ocultaba detrás de las colinas, mostrando sombras alargadas sobre el suelo rocoso cubierto de musgo y pequeñas flores silvestres. En la entrada, una fogata ardía con fuerza, sus llamas crepitaban, enviando chispas al aire que se perdían rápidamente en la inmensidad del cielo. Estas llamas proyectaban sombras danzantes de dos personas que se observaban seriamente.

Adam observó la mirada penetrante de Eva sobre él. Sus ojos reflejaban una mezcla de molestia y descontento, como si lo estuviera regañando sin decir ninguna palabra. Esa mirada lo inquietaba, hasta el punto de angustiarlo.

"Lo eché a perder de nuevo", pensó arrepentido por haberse dejado llevar.

Entonces su mirada se suavizaría, por el temor de molestarla. Pero no la soltaría por miedo a que al soltarla ella se desvaneciera como lo habían hecho las personas que apreció algunas vez: Lilith, Lucifer y los ángeles.

Había sido una discusión tonta en primer lugar. Ambos estaban estresados lo que llevó a que la discusión escalara. Generalmente Eva era la que cedía o hallaba una solución, pero ese día no se encontraba con su habitual paciencia de siempre, probablemente por el dolor de cabeza del cual había mencionado en la mañana.

Y en esas situaciones era él quien terminaba cediendo, pero como habían resultado las cosas, no logró ceder o darle su espacio cuando ella se lo pidió. Ahora era castigado con su silencio. O eso creyó.

"¿Alguna vez has pensado que nosotros éramos como ellos en el jardín, solo que con cuerpos de adultos?", preguntó Eva.

"¿Eh?"

La pregunta lo tomó desprevenido. Adam arqueó una ceja, confundido y siguiendo la dirección de la mirada de Eva hacia sus hijos.

Caín y Abel estaban sentados alrededor del fuego, colocando con cuidado las puntas de unas ramas largas en la fogata, observando cómo el extremo comenzaba a arder con un pequeño fuego. Ambos niños reían y se miraban, sus ojos reflejando el resplandor del fuego. Luego, con movimientos cuidadosos, retiraban las ramas de la fogata, sosteniendo en sus manos pequeñas antorchas improvisadas.

ERASE UNA VEZ: UN JODIDO ESCARABAJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora