Capitulo 14| Continuación

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La luz del sol era frío, brillante. Las nubes eran esponjosas y blancas sobre el cielo gris, casi teñido de una oscuridad donde las estrellas comenzaban a salir con timidez. Tommy estaba a mi lado, ambos habíamos ido a recorrer el perímetro del lugar, encontrando un río cristalino que descendía hasta más entrado en el bosque. Con el arco en una mano y los dedos en la flecha, respire hondo, fijando mi vista en los peces que estaba nadando sin preocupación. Disparé, la flecha chapoteo cuando el pez se retorció y ensartó, la tome del plumado, contemplando mi tiro exitoso. Lo dejé junto a las otras flechas que igual tenían peces y ajuste el arco en mi espalda. Me arrodillé y llené mi cantimplora, el agua fría me acariciaba los callos de las manos. Los pájaros cantaban, casi somnolientos pero había un cuchicheo molesto detrás de mi...

—Deja de moverte, nadie esta cerca.

—¿Cómo lo sabes? Podría alguien salir de esos arbustos o de ese árbol y... —La voz de Tommy murió en su garganta, tenía su mano apretando la empuñadura de su espada.

Suspire y bebí agua sobre mi mano, la emboscada de anoche le había asustado lo suficiente como para ponerlo paranoico. Ahora mismo estaba volteando sobre su hombro, demasiado receloso y crispado. Me puse de pie, camine con sigilo detrás de él y puse mis manos en sus hombros, provocando que saltara asustado.

—¡¿Qué carajos te pasa?! —gritó, retrocediendo unos pasos para alejarse—. ¡Casi me da algo, maldita sea!

Me lleve las manos a la cintura, apoye todo mi peso en una pierna y ladee la cabeza. De verdad era un niño tan ruidoso.

—¿Qué te pasa a ti? —inquirí, burlon y sarcástico—. Haz estado siendo un paranoico total desde ayer. No hay nadie cerca, mira a tu alrededor —Extendí los brazos para abarcar todo el bosque, ya casi se ocultaba el sol—. Por eso jamás te dicen nada ni te incluyen en los planes, es tan insignificante que te aterre todo después de una emboscada —Las palabras lo hirieron, el veneno de mi voz lo irritó lo suficiente como para fruncir el entrecejo, sus ojos ardieron de impotencia—. ¿Acaso te aterraste así cuando explote L'manberg, Tommy? ¿Te dio miedo?

Se lanzó para embestirme pero lo evadí, cayó al suelo. Se puso de pie y volvió a intentarlo, obteniendo el mismo resultado. La próxima vez no me intente esquivarlo, solo plante bien mis pies al suelo, sus brazos me rodearon, utilizaba todas sus fuerzas para intentar derribarme. Comenzó a golpear su puño contra mi pecho. Patético, si, pero ahora mismo estaba soltando el coraje que había sentido al haber huido cuando nos atacaron, refugiado detrás de los arbustos mientras sometíamos a Sapnap y George. Se sentía insuficiente, lo observe cuando estábamos cabalgando y paramos hasta el amanecer, lo escuché suspirar y apretar los dientes. Esos sentimientos eran catastróficos si no se sacaban del sistema de una u otra forma. No me servía una bomba de emociones reprimidas, necesitaba un guerrero para luchar, que no tenga miedo sino odio contenido para blandir la espada y asestar un golpe.

—¡Jodete! —Otro golpe que hizo un ruido sordo. Su voz era temblorosa pero intentaba disimularlo—. ¡Idiota, jodete y vete a la mierda!

El cielo ahora era de un oscuro color con las estrellas brillando, la pálida luz de la luna apenas iluminando y reflejando el agua del río. Tommy golpeó con ambas manos y apoyó su frente en mi, las lágrimas que escurrían de sus ojos mojaban mi camisa. Esto solo había sido un detonante, tal vez había estado conteniendo sus emociones y temores durante mucho tiempo. Como un fuego después de una chispa. «Patético».

Jodete... —dijo sin fuerza, la respiración desigual.

Sus jadeos se convirtieron en sollozos, amortiguados por la brisa. «Que patético», pensé, mirando hacia arriba.
Me iba a arrepentir. Retire mi máscara, bajando mi mano y alejando el objeto a un lado, con la otra toque su cabeza. «... pero llorar es bueno». Le di unas palmadas suaves, suspirando con pesadez. Supuse que me alejaría, gritándome otra vez pero su cuerpo se relajó, aún llorando en silencio sus manos cayeron a su costado. Pasaron unos largos momentos antes de que su llanto se redujera a pequeños sonidos que indicaban que intentaba tomar aire, calmarse. «Te ayuda a liberarte...». Tuve fugaces recuerdos sobre la cabaña, sobre Phil.

Helpless but dangerousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora