☀️ Capítulo XI 🌙

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Aceptaré tu marca, sólo espera un poco.

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Era divertido, tener a varios niños pequeños curiosos a su alrededor mientras se peleaban por tocar su pancita de cinco meses.

Los padres de los pequeños incluso estaban sorprendidos al ver cómo de forma tranquila y ordenada estaban esperando su turno para abrazarlo y poner su manita en la pancita.

– Es lindo, ¿aquí hay un bebé?.  – preguntó Jinseok, uno de los niños.

– Sí, está formándose, para que al crecer sea como ustedes.

– ¿Jugará con nosotros?. – preguntó la pequeña Yeju. Los demás chillaron emocionados.

Como si quisieran jugar de verdad con el pequeño que aún no nacía.

– Estoy seguro que no podrá tan pequeñito.

– ¡Jungwonie se ve tierno!. – dijo Doyum. Rio mientras negaba, y observaba la hora en el reloj de su muñeca.

Un momento más donde observó cómo los padres llegaban y empezaban a llevarse a los pequeños y éstos se despedían de lejos o corrían para dejarle un beso en su mejilla.

– Pórtate bien, Doyum.

– ¡SÍ!.

– Espero que su alfa lo trate muy bien. – fue una omega la que lo interrumpió, tomando a su pequeña hija entre sus brazos. – Siendo omega no debería trabajar, menos si está encinta.

– No es un problema para mí. Me gusta estar con los pequeños.

– Oh, sí. Claro, y creerá que el alfa no piensa en huir tan sólo dé a luz. – suspiró. – Un omega más ilusionado.

No dijo nada, no debía ser descortés con los clientes. Eran normas del trabajo, y aunque le molestara esa forma de pensar. No podía hacer nada.

Negó, sólo debía ir a cambiarse, su turno ya había terminado.

– ¿Me va a ignorar?. Su alfa lo va a dejar pronto.

– ¿Ve ésto?. – señaló su cuello donde no había ninguna marca. – Él está conmigo sin siquiera marcarme, eso me demuestra que está esperando a que yo acepte. Tal vez usted no entienda, pero a diferencia de su patética vida. Mi familia no me está apoyando y si ese alfa me abandona tengo el dinero, trabajo y el valor para salir adelante yo solito.

Apretó sus manos, estaba furioso, no podían decir que Seonwoo lo iba a abandonar después de tanto tiempo. Después de los lindos desayunos que le preparó para ganarse su cariño.

No recibió contestación, tampoco le importó.

Sólo se giró entrando a los vestidores del lugar para quitarse el uniforme y usar su camisa cómoda. Esa suave con sus pantalones negros.

Respiró profundo, no debía enojarse.

– Así que ya vino tu alfa. – sonrió. – Te dije que ningún alfa podía vivir con la noticia de tener una familia.

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