☀️ Capítulo VII 🌙

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Mírame, yo soy tu alfa.

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Sus manitas no dejaban de temblar, aquellos hombres feos lo habían maltratado al meterlo al auto, nadie se dignó en ayudarlo, pero sabía que muchas chicas y algunos hombres habían visto todo.

Puchereó. Estar sentado con sus piernas atadas a la silla y manos a los lados no era nada lindo. Sin olvidar que la habitación donde estaba era una oficina bastante grande y fría.

Se inquietó, su lobo parecía asustado, y su aroma estaba cambiando por la situación extraña en la que se encontraba.

– Así que... – la puerta se abrió, un hombre mayor. Que supuso era un alfa lo miró con desconfianza. – Tú eres un omega.

– ¿No se nota o ya es ciego?. – se quejó.

– Háblame con más respeto. Omega.

– ¿Respeto?. ¿Qué tan difícil era mandarme una invitación para hablar?. ¿Es más fácil traerme a la fuerza en contra de mi voluntad?.

El hombre mayor robusto, se sentó en una de las sillas giratorias mientras negaba y lo volvía a mirar.

– Además de ladrón, irrespetuoso.

– ¡Y usted es un maleducado!. ¡No puede simplemente secuestrar a un omega encinta como si fuera suyo!.

– Entonces es verdad, creí que las cosas en tu maleta eran para regalar.

Tembló, eso no era bueno. No quería nada de nadie. Sólo deseaba irse, llegar a su casa, hacer algo rico de comer y dormir por un rato en su día de descanso.

– Han llegado muchas notificaciones de compras de distintos lugares. Al principio pensé que era un chico que sólo le robó la tarjeta a mi hijo.

Sus mejillas ganaron color, y por alguna razón se sintió más tranquilo. Pues ese sujeto conocía al alfa que le había hecho ese pequeño regalo.

– Después de ver qué era cada compra, me di cuenta de por qué estás nervioso. – suspiró. – Eres un omega mandón.

– Usted no me conoce.

CÁLLATE.

No lo creyó, pero la voz de mando del alfa no le causaba miedo... Nada. Al contrario. Y se sintió mejor.

– ¿Cree que puede tratarme de ese modo?. A diferencia de usted. Yo sólo usé ese dinero para pocas cosas mientras trabajo para mantenerme.

Hubo un silencio, puesto que el hombre mayor frunció su ceño. Manteniendo ese malestar presente, pero al mismo tiempo Jungwon calmándose por algo desconocido.

– ¿Terminaste?. – la voz suave y más grave le hizo latir aceleradamente el corazón.

Vio cómo un hombre abría la puerta y entraba. Era un alfa alto con el cabello rojizo, piel blanca, labios carnosos y hombros firmes. Su espalda amplia y bien trabajada, que mantenía una mirada seria, mientras que se dirigía al hombre mayor.

Apretó sus piernas, miró el piso y no quiso hablar. No delante de ese hombre.

– Padre, te dije que no te metieras en mis asuntos.

– ¿Crees que dejaría pasar por alto el hecho de que voy a tener un nieto?. – su voz sonó emocionada. – Un omega bastante fuerte, independiente y hermoso va a tener a tu hijo. ¿No es fabuloso?.

– Hablo después contigo, déjame a solas con él.

No, no, no. No quería. Sólo deseaba irse. No encarar al alfa. ¿Cómo le podía decir que después de perder su virginidad estaba esperando un cachorrito con tanto deseo?. Sería absurdo decirlo tan directo.

El ruido de la puerta le hizo saber que el hombre mayor se había marchado, y los toques en sus tobillos, que estaba siendo desatado.

Miró la cabellera rojiza, el alfa estaba agachado sólo para quitar lo que sea que lo tenía retenido a la silla. Sus manos también fueron desatadas y cuando pudo moverlas, inmediatamente las llevó a su pancita.

– Jungwon... – cerró sus ojos, aún recordaba el toque perfecto de sus manos, la forma tan suave con que solía pronunciar su nombre. – Sólo quiero preguntarte algo.

Asintió, el miedo de ser rechazado, estaba apareciendo.

– ¿Cuántos meses tienes de gestación?.

Estaba nervioso, ¿cómo decirle, cómo hablarle al alfa que se adueñó de todo su placer?. ¿Era posible tratarlo como si no hubiese pasado aquello?.

– Cuatro... Y una semana. – incluso su voz sonó rota.

– Wonie. – Dios, no podía dejar de pensar en su primera vez. – ¿Es mío?.

Mordió su labio, estaba lo suficientemente asustado para ponerse a llorar, y lo hizo... Su cuerpo empezó a temblar más. Recordó a sus padres, los mismos que lo corrieron. Su hermano que no le quiso mirar de la misma forma. Los tratos malos que la gente le había dado por estar solo.

No pudo contenerse, tal vez las hormonas tenían la culpa, pero se sentía el peor.

– Sí, yo l-lo siento... Y-Yo no quería que nadie me ayudara... Yo sólo...

Se quedó callado, habían cosas que deseaba decirle. Otras que quería guardar para sí mismo, pero el dolor, la tristeza de su lobo al no poder ser lo suficiente para el mayor, venció.

– Jungwonie, perdóname a mí, ni siquiera me imagino por lo que tuviste que pasar, lo que tuviste que soportar. – levantó la mirada y encontró cariño en sus ojos profundos. – Escucha, probablemente es inapropiado ahora cortejarte. Sin embargo, no voy a dejar al dulce omega que lleva un hijo mío en su vientre, solo.

¿Se puede escuchar el sonido del amor, en palabras?. ¿Sentirse deseado, pero triste en un momento especial?. ¿Se puede sentir?. ¿El odio a sí mismo y el amor propio?.

Probablemente el lobo de Jungwon y él mismo lo sintieron justamente en un segundo.

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Escúchame, prometo amarte.

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