☀️ Capítulo II 🌙

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Ojalá pudieras morderme, de ese modo no te pierdo.

(⁠*⁠˘⁠︶⁠˘⁠*⁠)⁠.⁠。⁠*⁠♡

No supo el porqué, sólo saber que un alfa estaba considerando ir lento por ser virgen, o porque le gustaba tener su primera vez era extraño.

– Mójate por mí, omega.

Pegó su mejilla a la almohada jadeando al sentir su trasero siendo acariciado, manoseado. Gozado por otra persona, como si quisiera golpearlo, pero de una forma diferente.

Gimió tras el azote en su glúteo derecho, el otro en el izquierdo y el movimiento brusco donde tomó sus glúteos y abrió dejando que su interior se viera.

Se avergonzó, quiso sentirse bonito. Pero no podía, no cuando sabía que estaba húmedo.

– Omega precioso, me encanta que estés mojado para mí.

Suspiró, Dios. La voz suave y grave, esa excitante que le decía lo bueno que estaba.

– Mhm, esto te va a gustar. – la lengua tibia que se adueñó de su entrada mojada.

De su interior cálido y estrecho, tal vez pidiendo algo más grande. Algo que el alfa tenía y podía darle.

Quiso cubrir su boca, porque gemir no era lo suyo. Sin embargo, los gemidos de fondo de los demás le dieron la confianza para dejarse llevar por la increíble sensación en su cuerpo.

El abrir su boca y removerse ante las caricias en sus muslos internos. Sumado a la acción que el mayor hacía en su interior, no podía negar que se sentía demasiado bien.

– A-Ah. – de todas las cosas en el mundo nunca creyó que después de ser estimulado pudiera tener un dedo largo penetrándolo. 

Jamás se imaginó la sensación en sus paredes, el disfrute del placer y el calor pasar por su piel.

– Wonie, eres lindo. Tienes un gran cuerpo y que estés aquí es extraño incluso para un alfa como yo. – la voz fue suave, quiso ronronear bajo y lo hizo unos momentos.

Su lobo estaba tranquilo, emocionado y al mismo tiempo tenía confianza en el lobo del contrario.

– Es increíble que un omega como tú esté aquí.

Se sentía sensible de todas partes, el dedo en su interior se duplicó y aunque realmente era muy vergonzoso, empezó a empujarse.

¿Qué si tenía miedo?. Diablos. Estaba aterrado de tan sólo pensar en tener un pene dentro de él golpeando con fuerza, chorreándose y anudándolo. Lo deseaba, lo quería, pero no sabía cómo tenerlo.

– ¿Estás listo?. No seré dulce. Es mejor que sientas lo que puedo darte.

Jadeó fuerte, oh, Dios. ¿Cómo sería tenerlo?. ¿Sería placentero?. ¿Dolería?.

Sus manos pequeñas tomaron los barrotes de metal, se estaba preparando para la invasión. Y su lobo estaba demasiado emocionado como para evitarlo.

– ¿Lo sientes?. – ¿qué si lo sentía?, sabía que el pene firme y duro estaba acariciando su entrada. Que el glande probablemente estaba derramando pre-semen.

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