En uno de esos días, mientras Zazú volaba cerca de los límites del reino, le pareció ver caminar a un león idéntico al difunto Mufasa. Al momento de observarlo con atención, sus plumas azules se erizaron por completo, por lo que se dirigió rápidamente a un árbol para analizar lo que acababa de ver. Al comienzo creyó que su mente le había jugado una broma pesada, pero al asomarse nuevamente hacia la dirección de donde venía el león, nuevamente lo vio tan claro como para ser un sueño, por lo que quedó inmóvil y boquiabierto viendo los lentos pasos de aquel león que caminaba sobre la hierba alta, al parecer tratando de no ser percibido por nadie.
Zazú esperó a que terminara de pasar por esa zona, y cuando volvió a pisar tierra plana, éste se armó de valor y voló hasta pararse justo detrás del león de melena roja, haciendo suficiente ruido con sus alas para que el felino se percatara de su presencia.
El macho detuvo su andar, dio media vuelta y con su peculiar voz mencionó:
—Zazú.
—¿Mufasa? —dijo intimidado mientras sentía cómo todo el cuerpo le temblaba.
—Me da gusto verte de nuevo —expresó con una sonrisa en el rostro.
—Está vivo —fue lo único que pudo pronunciar el ave.
Mufasa soltó una ligera risa.
—Así es Zazú, he regresado de entre los muertos... —dijo tratando de quitar la tensión que había en el ambiente—. Vamos Zazú, quita esa cara, parece como si estuvieses viendo a un fantasma. Te aseguro que estoy completamente vivo.
—Pero, ¿cómo? Yo lo vi ahí...
—Lo sé. —Luego su humor se tornó más frío en cuestión de segundos—. ¿Dónde está Scar?
—Él ha tomado el poder...
—Lo sabía, pero nunca creí que llegaría tan lejos. —Hablaba para sí con un gran rencor en su voz.
—¿De qué está hablando? —preguntó confundido.
—Zazú, yo no caí. Luego de salvar a Simba logré trepar una de las rocas, le pedí ayuda a Scar y entonces él me tomó con sus garras... y me lanzó al vacío. Por suerte recuerdo que caí sobre el lomo de un ñu, seguramente eso fue lo que me salvó de la muerte. Creo que desperté ese mismo día por la noche, pero esperé a recuperarme totalmente para volver.
—¿Me está diciendo que todo esto fue planeado?
—Es correcto, Zazú. Pero ese león ya no será mi hermano —volvió a mencionar entre dientes—. Lo único que agradezco es que, independientemente de lo que me hubiese ocurrido, logré poner a salvo a mi hijo. No imagino cómo se ha de sentir, ¿cómo está él?
Zazú permaneció sin habla, no tenía idea de cómo explicarle lo ocurrido con el cachorro.
—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó el león preocupado, pero no recibió respuesta.
—¿Dónde está? —arrojó otra pregunta aún más preocupado, y cuando vio al ave azul alzar los hombros y derramar una lágrima, una tristeza incomprensible lo invadió por completo, aunque después un odio espantoso se apoderó de él, por lo que comenzó a correr directo hacia la Roca del Rey, y Zazú fue tras de él.
—Alteza, qué es lo que piensa hacer —preguntó preocupado.
—Lo que debí haber hecho hace mucho tiempo —mencionó sin detener el paso.
Al acercarse lo suficiente hasta quedar a unos cuantos metros de la Roca, rugió con todas sus fuerzas, causando que todos se percataran de su presencia. Las hienas que se encontraban merodeando por allí no dudaron en esconderse al ver al legítimo rey, mientras que las leonas salían de las cuevas a ver qué era lo que sucedía. Sarabi, al echar un vistazo hacia abajo de la Roca y ver a Mufasa, todo su rostro se llenó de una alegría inmensa, sus ojos tomaron un vívido color, y corrió hacia donde estaba parado el macho. Ambos comenzaron a frotar amorosamente sus rostros. Sarabi se preguntaba el cómo es que estaba con vida, pero Mufasa no le respondía. No fue hasta que vio a Scar y a un trío de hienas asomarse por la punta de la Roca que se separó de ella y gritó con el ceño fruncido:
—¡Scar!
Al verlo y escuchar pronunciar su nombre, el rostro del hermano menor se desfiguró del miedo, por lo que trató de huir al igual que las hienas. No obstante, al estar sobre la Roca del Rey no tenía otra opción más que bajar por el lado donde estaban ya todos reunidos, y aunque trató de saltar por otro lado, Mufasa lo alcanzó, ignorando por completo a las carroñeras, dándose éstas a la fuga.
—Mufasa, cómo es que estás vivo, yo... te juro que yo no... —balbuceaba con un temor nunca antes visto mientras quedaba acorralado por su hermano.
—¡¿Qué le hiciste a mi hijo?! —preguntó con una voz tan imponente que puso a Scar más nervioso.
—Yo no... en serio... las hienas fueron las que...
—¿Qué le hiciste a mi hijo? —volvió a preguntar quedando frente a frente con león que trataba de encogerse más y más hasta llegar al suelo.
—Hermano, por favor. Ten piedad —comenzó a suplicar desesperadamente como mendigo.
—Sólo dímelo.
—¡Está muerto! Las hienas lo atacaron cerca del barranco —dijo al fin, pero, al concluir, recibió una bofetada tan fuerte que lo dejó aturdido por unos segundos.
—Mufasa, hermano...
—No entiendo cómo pude llamarte hermano alguna vez.
El rey comenzó a atacar incontrolablemente, dejándolo muy mal herido en sólo un par de minutos, tanto que ya ni siquiera suplicaba. Éste estaba dispuesto a terminar con él, pero Rafiki, quien había llegado al conflicto gracias a Zazú, se entrometió antes del golpe final, pidiéndole amablemente que no lo hiciera.
Mufasa dudó mientras observaba el rostro lívido y ensangrentado del león con el que compartía su misma sangre. Pero finalmente se apartó de él.
—Lárgate con tus amigos rastreros y nunca más vuelvas a presentarte ante mí, o te prometo que te haré sufrir hasta tu último aliento.
Scar apenas logró ponerse de pie, hizo un gran esfuerzo por bajar de la Roca del Rey. Después emprendió su camino sin retorno hacia las lejanías. Las hienas ya no volvieron a ser vistas, huyendo tanto del reino como del cementerio de elefantes, espacio en el que antes vivían.
Toda la manada de leones quedó en silencio, ni siquiera los cachorros se atrevían a hablar entre sí. Lo único que se lograba escuchar era la respiración agitada del rey, eso y nada más. Ni siquiera el sonido de animales que pudieran estar cercanos a la gran roca.
—Bueno, he vuelto. —Es lo que mencionó Mufasa para romper con el silencio ensordecedor.
Después de eso, les explicó con detalle todo lo sucedido, y pasaron un rato agradable todos reunidos, felices de que había regresado. Sin embargo, cuando los dos esposos quedaron solos bajo un cielo rosado, casi morado, su alegría desapareció.
Sarabi le explicaba el cómo había pasado las últimas semanas, y aunque estaba completamente agradecida de volverlo a tener con ella, su dolor como madre se volvió a desatar. Por otro lado, Mufasa hubiera deseado intercambiar los papeles; se lamentaba el no haber estado allí para ayudarlo, el simple hecho de imaginar a su hijo en aquella situación lo hacía quebrarse en mil pedazos, pero aun así, se mostró fuerte ante Sarabi y no fue hasta que anocheció cuando desahogó todas sus penas junto a Rafiki, quien le dijo que no debía sentir ningún tipo de culpabilidad por no haberse dado cuenta antes acerca de los planes de Scar, pero que a su vez tenía que abandonar ese odio por él, y que había hecho lo correcto en dejarlo ir y no haber terminado con su vida. Lo único que les quedaba era continuar con sus vidas sin el pequeño Simba.
......
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El Rey León: Una Historia Alterna
ФанфикComo su nombre lo dice, es simplemente un "qué pasaría si Mufasa no hubiese muerto en la estampida". No diré más acerca de la historia, es muy sencilla y podría considerarla de tono "melancólico". Sólo la escribí para sacar de mi mente esta idea que...