—¡Hey! Simio —Simba había llegado más temprano de lo habitual hacia el baobab de Rafiki, y trataba de llamarlo sin hacer demasiado ruido a su alrededor ya que apenas oscurecía.
Al verlo, Rafiki lo invitó a subir, y éste lo hizo sin dificultad alguna.
—Vaya, sí que es muy espacioso, es como si hubiera sido diseñado para vivir aquí, ¿por qué no hay ninguna rama atravesada por en medio?
—No me lo preguntes, no tengo idea —respondió Rafiki sentado en una esquina mientras se entretenía con pequeños objetos que Simba no lograba distinguir, así que se entretuvo viendo las gruesas paredes del árbol.
—¿Tú pintaste esto? —decía encantado mientras veía los dibujos de Rafiki, que representaban desde leones hasta jirafas y plantas exóticas—. Parece que tienes una extraña fascinación por los leones. ¿Acaso ya me pintaste? —continuó en tono burlesco, aunque en el fondo trataba de entenderlas, podría descubrir algo de su padre en ellas. Todas eran sumamente parecidas, aunque unas más antiguas que otras, sin embargo, había una en especial que lucía como si la hubiesen querido borrar.
—Demasiado arte por hoy —interrumpió Rafiki los pensamientos de Simba—. Qué tal dormiste, ¿descansaste? —dijo para cambiar la plática, ya que no deseaba hablar sobre los asuntos del reino con un extraño, reflejados justamente en sus imágenes.
—Sí, gracias por preguntar —respondió algo confundido, ya que le parecía rara aquella pregunta.
—Sinceramente no parece, te ves como si no durmieras lo suficiente.
—Siempre he sido igual. Lo que pasa es que no me conoces lo suficiente.
Rafiki se dio cuenta que sería complicado el desenmascarar el interior del solitario león, pero por un momento pensó que no sería tan difícil.
—¿Sabes cómo es que me siento?
—¿Cómo? —preguntó curioso.
—Sediento. Vayamos al río, cruza muy cerca de aquí, ¿no?
Al escuchar eso, Rafiki se sintió desinteresado, pero aun así lo acompañó. Ambos bajaron del árbol y se dirigieron sin prisa a las aguas azules que se albergaban en un cuerpo largo y poco ancho.
A unos cuantos pasos del río, cuya corriente era muy fuerte, Simba decidió retomar el tema de las pinturas.
—Uno de los leones del tronco se veía mucho más oscuro, con una cicatriz en el ojo, ¿quién era él? —parecía una pregunta aleatoria, pero en realidad quería saber qué había ocurrido con su tío Scar.
—Alguna vez lo llegué a ver por aquí, no sé qué pasó con él.
Al recibir tal respuesta, Simba no quedó satisfecho, y se detuvo mirando fijamente y con recelo al simio que avanzaba por delante de él, creyendo por primera vez que tal vez no le decía toda la verdad.
Por dicho acto, cualquiera que estuviese observando hubiera pensado que Simba atacaría, y así lo creyó un mirante.
—¡Cuidado Rafiki! —se escuchó un grito de otro león justo antes de que apareciera en escena.
Gracias a la advertencia, Simba evitó ser tomado por sorpresa.
Una vez más Simba y Hakim se pusieron a pelear, aunque ahora con impactos más fuertes y ataques más feroces.
Rafiki trató de detenerlos pero parecía imposible. Primero uno caía al suelo y luego el otro era jalado. Intercambiaban mordidas y zarpazos directo al rostro.
Por alguna razón, Simba había decidido dar todo de sí en la pelea, yendo en contra de todos sus pensamientos que le pedían que se alejara. Era como si un fuerte impulso lo controlara, y sólo una voz lo podía ser capaz de detenerlo.

ESTÁS LEYENDO
El Rey León: Una Historia Alterna
FanfictionComo su nombre lo dice, es simplemente un "qué pasaría si Mufasa no hubiese muerto en la estampida". No diré más acerca de la historia, es muy sencilla y podría considerarla de tono "melancólico". Sólo la escribí para sacar de mi mente esta idea que...