El Buen Hijo

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Mientras que Simba no dejaba de cantar el hakuna matata, la situación en el reino había mejorado considerablemente. Leones nuevos y conocidos se integraban a la manada luego de un largo viaje, algunos de ellos padres de aquellos cachorros que ahora eran adolescentes.

Los reyes gobernaban con amor sus tierras superando lo vivido tiempo atrás, sin embargo, no contaban con lo que vendría después.


Durante días, mientras Sarabi lideraba al resto de las leonas para conseguir alimento con éxito, había notado que su cansancio había aumentado considerablemente, no obstante, decidió guardarlo para ella. Además, durante la hora de comida notó que su apetito era un tanto distinto, y ahora tenía que comer un poco más de lo habitual, pero también decidió ignorarlo. No fue sino hasta que, durante la cacería, una de sus amigas más cercanas se dirigió hacia ella.

-Sarabi, ¿estás bien? Te he estado observando estos últimos días y...

-No te preocupes, no es nada, estoy bien -dijo tratando de evitar la conversación.

-¿Segura?

-No me siento enferma.

-No, no quería decir eso. Más bien, ¿no has considerado el hecho de... estar esperando un cachorro?

Sarabi quedó sin palabras. La verdad es que ya lo había pensado en más de una ocasión, pero no estaba del todo segura, sin embargo, con la opinión de otra leona las posibilidades aumentaban, pero ella quería seguir negándolo, no se sentía lista para volver a ser madre.

Cuando concluyeron con éxito la cacería, Sarabi se encontró con Zazú y le pidió que le dijera a Mufasa que quería hablar con él cuanto antes. Zazú obedeció y se fue a buscar al rey quien patrullaba las praderas para ver que todo estuviera en orden y encontrando todo en perfecta calma hasta que Zazú llegó con el mensaje de su esposa. Mufasa, alterado por la 'urgencia', se apresuró a llegar a la Roca del Rey, encontrando a Sarabi dentro de la cueva.

-¿Estás bien? Zazú me comentó que me llamaste, ¿sucede algo malo? -dijo jadeando por lo rápido que había llegado.

-Tranquilo, todo está en orden, pero tengo que decirte algo y no podía esperar más -Sarabi se veía con calma, pero por dentro se sentía muy nerviosa por el cómo lo tomaría el macho-. Creo que estoy embarazada -dijo sin más, esperando la reacción de su compañero.

Para su sorpresa, al escuchar esas cuatro palabras, una alegría inmensa se vio reflejada en el rostro de Mufasa.

-¡No puede ser, es maravilloso! ¿No lo crees? Es una gran noticia -decía con la emoción de un niño.

-Me alegra que lo hayas tomado para bien -mencionó Sarabi sin mucha expresión-, no sabía cómo lo verías.

Mufasa notó la tristeza que ocultaba en aquellas palabras, por lo que se acercó a ella de una forma cálida. Para ese momento los ojos de la leona estaban llenos de lágrimas que evitaban caer por sus mejillas.

-Sé cuánto lo extrañas -empezó a decir refiriéndose al pequeño Simba-, yo también lo extraño muchísimo, y a veces aún pienso en el qué hubiese sido si nada de eso hubiera pasado, pero a pesar de lo sucedido él siempre será nuestro hijo y siempre contará con nuestro amor, ¿o no?

-No sé si sea capaz de amar a este nuevo cachorro -comentó entre sollozos.

-Este nuevo cachorro será nuestro hijo, ya verás que sí. Serás una gran mamá al igual que lo fuiste con Simba.

Sarabi sonrió ante las palabras de Mufasa y lo tomó con más calma.

Luego de eso, ambos les dieron la noticia a sus amigos y aguardaron con ansias a que pasaran los meses hasta que finalmente llegó el día.

El Rey León: Una Historia AlternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora