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Heeseung no sabía que hacer, ese omega al que tanto adoraba y anhelaba reclamar como suyo, estaba entrando en calor en su presencia. Si permanecía ahí terminaría siendo un desastre, si lo llevaba a su departamento, también.

—A-alfa—escuchó a sus espaldas.

—Tranquilo—mencionó cuando él estaba más alterado que nunca sin voltear a verlo, respiró con dificultad—¿Hay alguien que pueda venir por ti Sunghoon? ¿Alguien que pueda cuidarte?

—A-alfa—gimió, sólo que esta vez abrió sus piernas en su totalidad en dirección al alfa a pesar de que éste no lo estuviera viendo.

Heeseung pasó saliva angustiado, en realidad nunca había estado con un omega en celo y eso lo estaba poniendo muy nervioso.

Salió del lugar corriendo ignorando la leve erección que empezaba a presionar en su pantalón y se dirigió a su oficina para buscar entre los papeles del omega un número de emergencia para que alguien pudiera ir por él.

Un timbre, tres timbres, seis timbres, nada. Así pasó al menos cinco veces.

Sobó el puente de su nariz y suspiró. No podía dejarlo ahí.

Se acercó lentamente respirando por la boca para así evitar olfatear el fuerte aroma a celo que se propagaba por todo el lugar.

—Mghm— gimoteó el omega que solamente vestía su blanca camisa, su corbata aflojada y sus calcetines.

Heeseung suspiró pesado tomándolo en brazos sintiendo lo caliente que estaba y no solo eso sino que el brazo dónde sostenía sus piernas se había llenado de su lubricante natural.

—Alfa d-duele— sollozó el menor removiéndose en sus brazos con una mueca de dolor frotándose contra él para intentar aliviar desesperadamente su malestar impregnándose del aroma del alfa.

—Tranquilo— susurró —Pronto dejará de doler—prometió mientras llegaba al estacionamiento y recostaba al omega en los asientos traseros de su auto.

Condujó hasta su departamento pero hizo una parada antes en una farmacia para comprar supresores para omega.

Volvió a tomar a Sunghoon en brazos encontrándolo aún más empapado, jadeando con fuerza.

Por más que intentara no respirar ya se le estaba haciendo difícil, su lobo estaba a punto de tomar el mando sobre él y hacer suyo a ese frágil omega que estaba tan mojado, tan mojado sólo para él.

Lo encerró en su habitación respirando pesado, tomó el sobre del supresor en polvo en sus manos sosteniendo una botella de agua y un vaso para disolverlo pero su mente quedó completamente en blanco impidiéndole realizar cualquier mínimo movimiento.

Se quedó paralizado tragando saliva, respirando pesado, la dulce y cautivadora fragancia de Sunghoon había llegado hasta él donde su nervio olfatorio la procesó creando una sinapsis en toda su corteza.

Se recargó en la isla tratando regular a ese animal tan descontrolado en su interior pero se le estaba haciendo imposible, en cualquier momento explotaría por suprimir a su feroz lobo de esa forma.

Ya no podía más.

De haber sabido que se iba a poner así habría comprado un supresor para él también.

El vaso que había tomado para servir agua se quebró en su mano, dejando miles de fragmentos de vidrio por la fuerza que ejerció en él y la sangre comenzó a pintar su palma.

Omega. Omega. Omega.

Maldijo y apretó los dientes, perdiendo toda la consciencia, corrió hasta donde se encontraba la matriz de tan exquisito aroma.

querer querernos [heehoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora