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—Mañana iré a trabajar.

Heeseung alzó la mirada de su taza humeante de café para enfocar al cuerpo que tenía en frente.

—No puedes, no te han quitado los puntos  siquiera.

—Mañana... Iré.... A... Trabajar — dijo con voz entrecortada dando la vuelta sin más.

Heeseung sobó el puente de su nariz frustrado, sabía que Sunghoon buscaba un escape de su horrible realidad y la única manera de hacerlo era yendo a trabajar.

Había insistido toda la noche, rogándole que no lo hiciera, que era peligroso, que apenas había pasado una semana. Pero Sunghoon lo ignoró olímpicamente y Heeseung ya no sabía qué hacer.

Era evidente que a Sunghoon no le importaban en absoluto las indicaciones del médico.

Una vez llegó el día siguiente y se instalaron en la oficina comenzaron a trabajar como normalmente lo hacían.

Y con normalmente se refería a un helado Sunghoon que parecía más una máquina que un omega.

El omega estuvo caminando por todas las oficinas yendo y llevando cosas. Él sabía perfectamente todo lo que decían sobre él acerca de su amorío con el jefe, su embarazo, su accidente pero a él no le importaba en lo más mínimo.

Heeseung le llamó la atención varias veces por estarse esforzando demasiado, tenía tantas ganas de usar su voz de mando para ordenarle que se detuviera antes de que pudiera pasar algo grave.

Pero no lo hizo.

Eso sólo empeoraría las cosas.

Y Sunghoon hizo caso omiso a todos sus llamados.

Ya no había una pizca de emociones en él.

Si le llegaba a pasar algo a él no podría importarle menos.

Heeseung no podía decir lo mismo.

Se encontraba en una junta de socios hablando de sus gráficas y números, a pesar de su angustia todo había salido de maravilla en la reunión.

Pero las cosas no habían sido iguales fuera de ella.

Miró como una bolita de trabajadores rodeaban algo.

O más bien a alguien.

Heeseung suspiró cansado, no dudó en acercarse percartándose de lo peor y su lobo lo regañó por millonesíma vez, gruñendole con frustración y preocupación.

No tardó mucho en encontrarse nuevamente en el hospital junto a un demacrado Sunghoon en la camilla adormecido por la anestesia y un medico alfa que ya conocía bastante bien apareció en su campo de visión.

—Creí haber mencionado que nada de esfuerzos hasta después de las seis semanas y resulta que estaba trabajando después de una semana— su tono era frívolo.—Lo siento joven Park pero tengo casos más importantes que atender y no por su terquedad de no querer descansar y querer hacerse el fuerte los voy a desanteder — anotó algo en una hoja, revisó superficialmente los puntos de sutura en el vientre del omega — Y usted— señaló a Heeseung. —Parece no poder saber decir que no y hacerse cargo de su omega.

—No es mi alfa y yo no soy su omega— murmuró con una voz monótona, perdida en la nada, mientras se dejaba revisar.

—No me importan sus términos amorosos lo que me importa es que sigan las indicaciones que se les dan y dejen de ser unos tercos irresponsables — refunfuñó terminando su labor saliendo del lugar dejando a alfa y omega solos.

Ambos estaban en un silencio incómodo con los sentidos adormecidos hasta que Heeseung decidió ser quien rompería el silencio —Te lo dije.

El omega no respondió ni se inmutó.

—Lo siento, pero no puedo seguir tolerando esto. Sé que te duele muchísimo, lo sé. No puedo decir que te entiendo completamente porque estoy seguro de que lo estás pasando mil veces peor que yo. Sin embargo, no quieres que nadie se dé cuenta; intentas actuar como si nada hubiera pasado, aunque sabes perfectamente que eso es imposible. Perdimos a nuestro cachorro, y quizás tengo parte de culpa en esto. Me he estado lamentando todos los días desde el accidente, sintiéndome terrible por no haber llegado antes y por la forma en que te hablé. Lo lamento, fui un idiota, lo sé. Pero por favor, ¿podemos no complicar las cosas más de lo que ya están? Se te abrieron los puntos en el trabajo, y todo el edificio se enteró —elevó la voz, visiblemente afectado.—¡Mierda, ¿acaso te gusta estar en boca de todos?! Tenías un charco de sangre debajo de ti, todos estaban horrorizados. Y yo... Yo me sentí como el peor alfa del mundo otra vez, culpándome de todo por no haberte detenido a tiempo. Pero, ¿sabes qué?

Sunghoon se mantuvo en la misma posición sin mirarlo.

Heeseung se acercó aún más para que el omega pudiera escucharlo con más claridad y habló en voz baja—Que esto no es mi culpa. Yo te rogué porque no fueras a trabajar y me trataste como a la pared.

Sunghoon lo miró con ojos llenos de dolor y apretó los labios, intentando contener la tormenta de emociones que amenazaba con desbordarse. —No tienes idea de cómo me siento. ¿Qué tiene de malo querer aliviar mi dolor trabajando? Maldita sea, yo... yo sólo quiero olvidar todo. Quiero que el dolor se desvanezca, no quiero sentirlo más, odio sentir. ¿Por qué no lo entiendes?— Su voz se quebró, y las lágrimas empezaron a llenar sus ojos. —No tienes ni la más mínima idea de lo que estoy pasando, y ni siquiera me muestras un poco de compasión— murmuró con la voz ahogada.

—¿Y alguna vez te has detenido a pensar cómo me he sentido yo? ¿Crees que estoy bien con todo esto? ¿Crees que es fácil para mí?— Su voz se quebró ligeramente mientras las emociones comenzaban a aflorar. —¿Crees que fue fácil para mí matar todas esas ilusiones, hacer de nuestro hijo mi prioridad durante casi cinco meses, sentir sus latidos cada día y ver a mi lobo aullar de felicidad, solo para que de la noche a la mañana todo me fuera arrebatado?— Las palabras salieron entrecortadas, atrapadas en el nudo de su garganta. —¿Crees que fue fácil para mí tener que ir a cancelar la cuna que mandé a hacer para nuestro cachorro? Una cuna que tú mismo elegiste, que tanto querías. Cuando me preguntaron por qué la estaba cancelando, todos me miraron con lástima, preguntándome cómo me sentía. Y, ¿sabes qué pasó? Me rompí ahí mismo, me puse a llorar delante de todos, y empezaron a juzgarme... por ser un alfa débil—. Las lágrimas corrían ahora libremente por su rostro mientras continuaba hablando con la respiración agitada—. Un alfa que...

—Que no supo cuidar a su omega—completó, su voz temblando por el esfuerzo de contener el dolor que lo agobiaba.

No pudo seguir hablando pues Sunghoon ya había cubierto sus ojos con las manos, soltando sollozos llenos de un dolor tan profundo que Heeseung jamás pensó escuchar en el omega.

Sin pensarlo, Heeseung rodeó a Sunghoon con sus brazos, subiendo a la camilla y recostando la cabeza del menor sobre su hombro. Sentía cada espasmo y temblor de su cuerpo mientras las lágrimas, gruesas y desesperadas, caían como una cascada en un manantial.

Ambos compartían un dolor que parecía resonar en lo más profundo de sus almas. Aunque no tenían un lazo formal, sus emociones se entrelazaban en un océano, donde las olas de dolor iban y venían, dejando sus rostros empapados con lágrimas saladas.

—Lo lamento, Sunghoon—susurró Heeseung con voz temblorosa, apenas pudiendo contener sus propios sollozos—. Solo quiero lo mejor para ti. Ayúdame a ayudarte. No guardes todo el dolor para ti, compártelo conmigo. Déjame sentir lo que tú sientes, no tienes que pasar por esto solo— afirmó. —Está bien sentirse triste, sentir que la vida ha perdido sentido, pero por favor, luchemos juntos en esto, ¿sí?— Bajó la mirada, conectando sus ojos con los de Sunghoon, que brillaban con lágrimas— Por favor, cuida de ti. No sabes cómo me partió el alma verte así en la oficina. Quédate conmigo, hasta que todo esté bien. Quédate a mí lado...

querer querernos [heehoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora