[final]

377 44 31
                                    

—Ahora los declaro marido y omega, puede besar al novio.

Heeseung, con el corazón acelerado, levantó con delicadeza el velo transparente que envolvía al omega, revelando su belleza.

Sus miradas se encontraron y en ese instante, fue imposible disimular toda la emoción que los invadía. Ese momento, que habían esperado por tanto tiempo, había llegado.

Sus labios se encontraron en un beso suave, sellando con la promesa de su unión, el primer beso que los convirtió en esposos.

Todos los presentes aplaudieron y celebraron por la presente unión en la iglesia mientras el suave beso de los recién casados se convirtió en una lucha de lenguas, comiéndose los labios con devoción, olvidándose por completo de que el sacerdote estaba detrás de ellos, quien decidió salir del lugar para no incomodar a los recién casados.

Habían transcurrido dos años desde que decidieron volverse uno solo aquella noche.

Dos años desde que ambos habían sido sinceros con sus sentimientos.

Dos años desde que se volvieron una pareja oficial.

Un año desde que Heeseung le pidió matrimonio a Sunghoon debajo de la luz de la luna.

De igual manera ambos fueron a terapia psicológica durante un año y sin duda había sido la mejor decisión.

Aunque Sunghoon estuviera marcado, el dolor de la pérdida seguía latiendo entre ambos. Cada vez que sus ojos se posaban en su cuerpo desnudo, la cicatriz en su vientre le traía de vuelta todos esos dolorosos recuerdos que lo atormentaron en su momento. Con el tiempo, había aprendido a aceptarla, a resignarse a lo que no podía cambiar. Sin embargo, en esos momentos de vulnerabilidad, cuando los celos lo hacían más frágil, su sensibilidad afloraba en su interior, rompiendo su fortaleza y dejándolo deshecho en lágrimas y sollozos.

Heeseung siempre estaba envolviéndolo en sus brazos, recordándole que todo estaba bien, que su bebé era tan puro que la luna no le permitió conocer este mundo lleno de crueldad, que él no hizo nada malo, fue un accidente y nadie era culpable en eso.

Por supuesto que después de la marca ambos podían sentirlo y compartirlo juntos, haciéndolo más fácil de manejar.

Uno de los últimos pasos de su terapia fue deshacerse de las cositas que habían
adquirido para su cachorrito y claro que fue de lo más difícil, Sunghoon lloró desconsoladamente una vez sostuvo las pequeñas prendas con sus manos. No podía dejar de imaginar a su cría con esas prendas puestas, y con imaginar a su cría la única imagen que tenía era la de ese cuerpito sin vida, apenas más grande que su mano, tan frágil que sostuvo en el hospital.

Y ahí estuvo Heeseung una vez más dándole palabras de apoyo, abrazándolo con fuerza, haciéndole saber que podía sentir lo que él sentía, que también dolía y que eso estaba bien.

Decidieron que lo mejor sería donarlo a la caridad y así lo hicieron, ahora los cachorros recién nacidos más necesitados tendrían ropita para usar y ambos estuvieron sumamente complacidos al saber que alguien le podría dar un uso a esa ropita en lugar de estar guardada polveándose.

Por último, visitaron la pequeña tumba de su hijito llevándole flores, diciéndole cuánto lo amaban y que estuviera bien, dónde quiera que estuviera.

Se podía decir que estaba superado, pero no, la muerte de un hijo nunca se supera, sólo se aprende a aceptar con el tiempo.

Como bien se dice en la medicina "ninguna cicatriz es no permanente". Cualquier daño aparte va a causar repercusiones en un tejido. De la misma manera pasa con las lesiones emocionales, aunque la cicatriz sanara el daño interno seguía ahí, y nada ni nadie podría cambiar eso.

querer querernos [heehoon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora