"La vida es un constante sube y baja, una montaña rusa que nunca se detiene. Algunas veces estamos en la cima y otras, estamos luchando por salir del fondo. Pero, lo más importante y que he aprendido en la vida, es qué, el verdadero poder lo tenemos...
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𝘾𝙖𝙧𝙡𝙤𝙨.
El sueño comenzó en medio de la oscuridad, una calma abrumadora me envolvía desde los pies hasta la cabeza. ¿El mundo había dejado de girar? Así lo llegué a sentir por un instante. Pero entonces, hubo un cambió abrupto en el tiempo.
Fue una extraña sensación primero, un cosquilleo en la nuca que me hizo sentir que no estaba solo en ese espacio, en ese lugar. Intenté no moverme, peroalgo en mi interior me dijo que debía despertar.
Abrí los ojos lentamente con algo de incertidumbre, esperando encontrarme con la familiaridad de mi habitación. Sin embargo, aquello no tenía ni una pizca de familiar.
No estaba en mi casa, en mi habitación, ni en mi cama...
Me encontraba en una habitación totalmente diferente, sin ventanas y puerta. Las paredes, el techo, el suelo... Todo era blanco y sin sombras, ni rincones oscuros donde pudiera descansar mis ojos. Tuve que parpadear varias veces para lograr acostumbrarme a tanta luz y exposición.
¿Qué era este lugar?
Me incorporé en la cama de un sobresalto, mi corazón se había acelerado sin más. Algo o alguien, me había hecho sentir nervioso de repente. Pero lo extraño es que no había nadie conmigo allí.
Observé mi alrededor nuevamente a más detalle y sin duda, la blancura del cuarto era una absoluta locura. Tanto así, que empecé a sentirme atrapado dentro de un cuadro minimalista.
Irreal, asi podía describir todo ahí dentro.
De repente, volvió la sensación de hace unos segundos atrás. No estás solo, me decía mi mente una y otra vez. Pero no había nadie allí... O eso era lo que yo pensaba, hasta que lo vi.
Me quedé sin aliento.
Charles apareció de repente, sentado en el borde de la cama y con su mirada fija en mí, y no, no era su típica mirada amigable y cálida. No, esta vez su expresión estaba cargada de una inmensa tristeza y de muchísimo dolor.
Mi cabeza se llenó de preguntas a las cuales aún no les tenía respuesta clara.
Sabía que estaba dentro de un sueño porque esto no tenía absolutamente nada de real. Pero de alguna manera, tenía una pizca de ella y por eso mi pregunta era, ¿Por qué? No tenía sentido.
Me froté los ojos para comprobar que no estaba alucinando y sí, en efecto no lo estaba haciendo. Charles seguía ahí, con sus ojos totalmente fijos en mi persona. Podía leer su expresión, quería decirme algo.
Me sentí desorientado y perdido. No lograba entender como había llegado a este lugar y por qué Charles estaba aquí. ¿Con qué fin?
—Charles... —dije en voz baja, apenas logrando pronunciar su nombre. Mi garganta se sintió seca de repente —¿Qué haces aquí? —logré preguntar con esfuerzo.