"La vida es un constante sube y baja, una montaña rusa que nunca se detiene. Algunas veces estamos en la cima y otras, estamos luchando por salir del fondo. Pero, lo más importante y que he aprendido en la vida, es qué, el verdadero poder lo tenemos...
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𝘾𝙝𝙖𝙧𝙡𝙚𝙨.
Me encontraba en mi habitación, terminando de alistarme para la fiesta en conmemoración de la nueva colección. Carlos me había invitado como su acompañante y debía reconocer, que estaba más que nervioso.
Observé mi reflejo en el espejo frente a mi, para detallar algunas pequeñeces de mi atuendo. Sonreí con solo pensar en lo mágico que habían sido estos días.
Alex por fin había conocido a Carlos, este mismo también por fin se había disculpado con Esteban y los gemelos parecían tener un nuevo mejor amigo para toda la vida. Simplemente perfección pura.
Respiré hondo y volví a mirar mi reflejo. Todo estaba en su lugar, por lo tanto sonreí.
Está noche era importante y quería estar a la altura.
Unos golpes en la puerta interrumpieron mis cortos pensamientos. Así que, fuí a abrir y al hacerlo, me encontré al español. Se veía increíblemente guapo.
—Voy por mi teléfono y podemos irnos —le avisé antes de volver a entrar. Tenía mi teléfono en la cama, lo tomé y volví a salir —¿Nos vamos?
—Por supuesto —respondió Carlos.
Mientras caminábamos hacia el ascensor, Carlos tomó mi mano con firmeza y entrelazó sus dedos con los míos. Me sorprendió tanto aquel gesto, que me sonroje casi que al instante.
Sentía una mezcla de nervios y emoción, que hacían latir con locura mi pobre corazón. Las mariposas en mi estómago no solo revoloteaban, si no que también saltaban como locas.
Me dejé llevar por él, disfrutando de su calidez. La puerta del ascensor se abrió ante nosotros y en silencio, ingresamos. Por más que trataba, no podía evitar sonreír, me sentía feliz y era evidente.
—Estoy emocionado por esta noche —le dije, intentando romper el silencio mientras el ascensor descendía.
—Yo también lo estoy —respondió Carlos, apretando suavemente mi mano —Quiero que conozcas a personas de mi mundo y aprendas un poco de lo que hago en mi día a día.
—Será todo un placer —respondí. Carlos de giró para verme y en mi lugar, le sonreí.
Esperamos varios minutos hasta llegar al vestíbulo y de ahí, al salón donde sería el gran evento. Las luces, la música clásica, las flores y los trajes elegantes hacían presencia por todos lados.
