Gracias por recibirme…no. Gracias por la oportunidad de entrevistarla. No. Es más horrible aún. ¡Dios! esto va a ser un completo desastre.
Desde donde estaba, Kara escuchaba a Nia Nal, la nueva columnista en lo que supuso seria un ensayo de entrevista. Desde que había regresado del estadio, Kara había estado revisando las fotografías del partido. Las últimas imágenes de Kenny con vida. Recordaba que no quiso ir. Detestaba el futbol. Mientras que a ella le encantaba. Habían estado charlando acerca de todo un poco. Mientras esperaban que el partido diera comienzo. Después de eso, Kara se metió en el juego y comenzó a tomar fotografías de las mejores jugadas, de los jugadores, de las gradas. Fueron solo unos cuantos minutos. Y cuando volteo a ver, Ken se había ido. Primero supuso que solo fue al baño. O al puesto de salchichas. Pero al ver que no regresaba, se permitió rastrearlo de otra manera. Y fue entonces cuando supo que algo andaba mal. Le tomo unos minutos salir del gentío y meterse en los pasillos para moverse a la velocidad que necesitaba para sacarlo del problema en el que seguro se había metido. Por Alex, Kara sabía que algunas bandas usaban estos eventos como tapadera para hacer sus tratos e intercambios. Y rogaba que Kenneth no haya encontrado una de esas nefastas reuniones. Pero lo que la confundió más aun, fue el sonido del metal chocar. Sus años de instrucción bajo la tutela de Diana de Themyscira la hizo una experta en combate antiguo. Y podía reconocer el sonido de espadas en cualquier parte. La mujer amazona la había encontrado cuando era solo un poco más que una niña, cuando su capsula aterrizo en el planeta. Asustada y sola en un mundo desconocido. Su primo, que aterrizo un poco después que ella, no había sobrevivido al viaje. Kal era demasiado pequeño. Los sistemas de vida de su capsula se habían averiado durante la travesía, por lo que el bebe se había congelado. Cuando había pensado que ya no podría perder más cosas, su único pariente cercano había muerto. Su vínculo con su mundo.
Su familia. Su cultura.
Se había perdido para siempre.
Estando con las amazonas aprendió acerca de su nuevo hogar, lo que su padre, y el padre de Kal habían aprendido acerca de la atmosfera liviana de la Tierra y su sol joven. Lo que le proporcionaría habilidades increíbles. Aprendió los diferentes idiomas y dialectos que se hablaban. Y recibió la educación propia de una princesa. Diana la había adoptado como una hija. De ella aprendió el valor de la palabra escrita, del poder que tenia y se enamoro de ello. En su planeta, Kryptón, no existía cosa semejante. Todo en su sociedad estaba organizado de tal modo que cada ser que llegaba al mundo lo hacía con una misión prefijada de antemano. Su padre, Zor de la Casa de El, no compartía esa idea. Opinaba que cada individuo debía ser libre para seguir su propio camino, y aprender de sus errores. Porque se eso se trataba la vida. De aprender.
-Kara.
La voz de Nía la trajo de regreso al presente.
-¿Si?
-Mira, en una hora tengo esta entrevista, y me preguntaba si puedes acompañarme.
-¿Acompañarte?¿Yo?
-Si.-dijo ansiosa y se sentó en la silla delante del escritorio de la fotógrafa-Es que no quiero ir sola.
-No lo comprendo.
-Se suponía que Shioban se haría cargo de esto, después de todo es su columna. Pero se reporto indispuesta y ahora Snapper quiere que lo haga yo.
-¿Y cuál es el problema?
-¿Cuál es el problema?-dijo horrorizada-¿Me preguntas cual es el problema? Kara, es Lena Luthor, entiendes? Lena. Luthor.
-Y eso es importante porque…
-Dios mío, Kara. ¿Acaso eres de otro planeta?
Kara solo se limito a mirarla.
-La cosa es que tengo que ir a su empresa. A entrevistarla en su empresa. A ella en persona.