NO TE VA A GUSTAR

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Kara pasó la mayor parte de la mañana trabajando en el cuarto oscuro. No estaba de humor para interactuar con nadie, hasta que recibió un mensaje de Alex. Su hermana al parecer estaba decidida a evitar que se metiera en problemas.

Sin esperar demasiado, se escabullo de su oficina y voló sobre la ciudad, poco a poco comenzaba a acostumbrarse de nuevo a la sensación. Se detuvo en un edificio de oficinas en el sector comercial, lo más cercano a la empresa de Lena Luthor, y se escondió en la terraza, aguzando sus sentidos. Espiando a la enigmática mujer. Estaba de espaldas a ella, trabajando en su computadora, al parecer revisando documentos. Parecía concentrada. Su secretaria le hablo acerca de una gala a beneficio, se sorprendió cuando escucho su nombre. La dejo sola, y Lena continuo con su trabajo.

-¿Quién eres?-la escucho preguntar a nadie en particular-

Kara permaneció allí un par de horas más, esperando cualquier movimiento por parte de Lena. Que no se movió de allí, excepto para ir a una reunión con otros ejecutivos, visito el laboratorio, y otras oficinas dentro del edificio. Por lo que decidió que no lograría nada quedándose.

Regreso a su departamento a darse un baño y prepararse para más tarde, estaba segura de que la mujer llamada Verónica le podría dar información.

Roulette también era conocida por ofrecer todo tipo de diversión si se tenían los billetes. Alex se había opuesto que fuera. Después de la charla que tuvieron en su departamento, no habían vuelto a comunicarse. Pero bueno, no era momento para pensar en lo que es correcto o seguro. Entendía que Alex estaba sujeta a las leyes humanas que había jurado hacer cumplir, pero Kara estaba libre de esa ancla en particular. Descendió a unas calles del sitio y se acerco caminando, se detuvo al ver que solo se ingresaba con una contraseña. Por lo que debió recapitular y buscar otra forma de entrar. Rodeo el enorme edificio hasta que encontró lo que buscaba, se elevo hasta la azotea y entro por la puerta que conducía a las escaleras de incendios. Rompió la puerta y se metió.

El ruido potente le dio la bienvenida. Debió tomarse un par de minutos para que su concentración anulara los sonidos innecesarios. Y entonces pudo moverse. Toda la planta baja estaba repleta de gente, esta parte solo tenía juegos de apuestas comunes y corrientes. Ruleta. Dados. Poker. No muy lejos de ahí, un escenario con mujeres bailando. Alex le había explicado que Sinclair tenía contactos en los más altos círculos de la política de la ciudad. Por lo que no le sorprendió reconocer a un par de funcionarios, gente del Tribunal de Justicia. Bajo otras circunstancias hubiera sido un excelente titular ver al jefe de la Unidad contra el Crimen Organizado jugando a la ruleta en un casino clandestino. Inmediatamente pensó en Kenny. Ojala y hubiera podido llegar a tiempo. Si tan solo lo hubiera encontrado un minuto antes…

Los gritos sobre ella la sacaron de su momentánea tristeza. Aguzando la vista, supo que lo que buscaba estaba allí arriba. Subió las escaleras despacio, concentrándose en oír y ver cualquier cosa que la ayudara a dar con el que había asesinado a su mejor amigo. Llego al siguiente nivel para encontrarse con más gente, las mesas rodeaban el círculo de lucha muy similar a la arena de entrenamiento que Kara recordaba de la isla. Supuso que la arena seria para absorber mejor la sangre. A veces, este planeta la confundía. Podía ser lo más bello que había visto en su vida, a pesar de haber conocido otros doce planetas. Y a la vez albergar tanta oscuridad. Cuando era niña, Kara había escuchado de la lucha de su mentora con el Dios de la Guerra, y de su ingenua creencia de que el era el responsable de la maldad en el mundo. Para descubrir que el ser humano era malo por naturaleza. Sin ayuda. Sin subterfugios. Su perpetua necesidad de estar por sobre los demás. Y la insaciable sed de poder. Poder sobre otros. Poder sobre la vida de otros.

A su costado, una mujer gritaba reclamando sangre. Mientras agitaba un fajo de billetes. Tras ella una botella de champaña se descorcho. Y alguien dio inicio a la lucha. Dos hombres. De pie en la arena, con espadas. Evaluó las armas con detenimiento. No era su sable ruso. Solo espadas simples de la edad media. Continuó caminando, rodeando el círculo y  escuchando como gritaban mientras los hombres allí arriba intentaban matarse. A solo unos pasos de ella estaba la mujer Sinclair, bebiendo champaña y hablando con un hombre de traje costoso. Intento escuchar de que hablaban. Solo tonterías de un lote de tierra y un casino hotel. Continuó caminando. Así llego hasta un sector apartado que reconoció como los vestidores, desordenado y sucio con olor a sudor y sangre. Se metió en silencio a husmear un poco. Escucho que Roulette pagaba bien. Vio espadas sobre una mesa, pero ninguna era la que buscaba. Uso sus habilidades para localizar a  Veronica, sin resultado. Cuando un hombre entro y la tomo del brazo.

OJOS IRLANDESES QUE MATANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora