VERONICA

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Verónica abandono su penthouse y se dirigió a su local. Conducía tranquila por las calles movidas de la ciudad sintiendo como poco a poco la noche cobraba vida. Estuvo tentada a llamar de nuevo a Lena, un poco para saber que hacía y otro poco para intentar disculparse por su despechado comentario acerca de Jack. Desde que se habían conocido, Verónica había quedado genuinamente impresionada por la morena, Lena tenía esa aura de misterio y los siglos que llevaba de vida la hacían aun más atractiva. A menudo solían conversar acerca de sus experiencias, de lo que cada una había vivido desde que despertaron a esta nueva realidad, algo a lo que Lena no se acostumbraba del todo. Verónica en cambio era más cínica. Lo que había pasado con su familia le había dado una muy dura lección, que el dinero hacía girar al mundo. Y quien tenía el dinero podía hacer girar al mundo a su antojo.

Su casino estaba repleto cuando llego, dejando su Bentley en la puerta delantera para que Chris, su guardaespaldas, lo estacionara. Dentro de su abrigo, iba escondida su arma, una espada mongola del siglo XIV. Saludo a sus invitados una vez que entro y hasta que llego a las escaleras que conducían a su despacho. Desde allí podía controlar todo el recinto, nunca hubo grandes problemas, o bueno, nada que fuera inmanejable. Era por eso que tenia a los funcionarios de la cuidad, y a la policía en su nomina. Eso le ahorraba un sinfín de problemas. Llego Candy, trayendo consigo los reportes de gastos. Y los cheques que debía firmar para pagar a los chicos que trabajaban para ella. Le sonrió a su asistente, Candice era bonita y sexy, y tenía buenos movimientos en la cama.  Había momentos en los que pensaba en buscarse a alguien realmente, y disfrutar de ello lo que durase. Y creyó haber encontrado a esa persona una vez, pero ella ya se había fijado en alguien más.

Trato de no asustarse cuando lo vio allí, en su puerta. Con su traje hecho a medida y su aspecto cuidado. Tan joven como la última vez.

-Hola, Verónica.

-Jackie.-le sonrió con picardía-Que inesperada sorpresa.

-Si.-respondió el hombre entrando al cuarto, mientras recorría con la mirada todo el lugar-Estoy tanto, o más, sorprendido que tu. Créeme.

-Y dime, que te trae a la bella Metrópolis?-los agudos ojos cafés de Verónica no perdían detalle-

Jack se detuvo frente a la ventana que daba al salón bajo ellos. Con las manos en los bolsillos. A su lado vio el minibar, fue hasta el y se sirvió un trago, que lo bebió de un solo sorbo.

-Creo que lo sabes.-dijo volteando a mirarla-

-Soy muchas cosas Jack, pero adivinar no es uno de mis talentos.

-Sabes, siempre me pregunte que fue lo que me delató.

-Siempre fuiste muy bueno para esconder tus defectos.-mientras hablaba, Verónica fue liberando su espada de su abrigo-Y ella nunca miro mas allá de tus encantos de niño judío ingenuo.

Jack solo se limito a sonreír. Y en un abrir y cerrar de ojos blandió su arma contra Verónica que apenas pudo escapar de su silla arrojándose al piso. La espada ataco de nuevo pero Verónica pudo detenerlo, desviando hacia un lado la cuchilla  horriblemente certera. Pero también Verónica conocía algunos trucos, pudo hacerle frente más que suficiente. Trabaron filo en medio de la habitación, mientras abajo la fiesta continuaba. Verónica lo pateó en los genitales y se separaron. Jack gimió de dolor pero se recupero con rapidez, volviendo a la carga. 

-La pusiste en mi contra.-dijo el hombre iniciando de nuevo su ataque-

-Tu solo hiciste eso, al traicionarnos como lo hiciste. Ella confiaba en ti, a pesar de todo lo que le decía.

-Eso nunca pudiste soportarlo, eh Verónica?

Jack esgrimió su sable en un corte descendente con la suficiente potencia como para vencer la guardia de su oponente, con dificultad Verónica pudo desviar el ataque logrando que la hoja se trabara en la madera del escritorio, con ambas manos Jack trato de liberar su arma, momento que Roulette aprovecho para atacarlo. Jack detuvo su brazo con la mano desnuda al sujetarla de la muñeca, tiraba de su espada atascada al mismo tiempo que detenía el avance de Verónica. Cuando Jack la abofeteo con fuerza, haciendo que retrocediera un par de pasos. De un tirón final, libero su espada una vez más.

-Yo la amaba!-trabaron hojas en el centro de la habitación una vez más.-

Continuaron luchando en la oficina sin que ninguno pudiera sacarse ventaja por espacio de minutos interminables. Intercambiaban estocadas y golpes de filo paso a paso. Verónica pudo conectarle un par de golpes en la cara que momentáneamente lo desestabilizaron, pero Jack se recuperaba rápidamente. Pronto el comenzó a tomar ventaja, al ser más alto y más fuerte, por un mal movimiento de Verónica le dio un corte en su muslo. Usando su propio peso pudo hacer que Verónica perdiera el equilibrio al empujarla y hacer que  tropezara con su falda, maldita sea, sabía que este vestido no sería apropiado para un duelo. Su tacón se clavo en la tela  y perdió el equilibrio cayendo hacia el piso. Quiso escapar, pero su oponente clavo la hoja en su estomago atrapándola como un insecto en la pared, puso su pie sobre el brazo que sostenía la espada haciéndola gritar de dolor.

-Me dejo morir como un perro por tu culpa.

-Nos usaste para vender tu información a los Nazis.

Quiso protegerse cuando lo vio alzar la hoja.

-No te preocupes, pronto ella te hará compañía.

El sonido del teléfono la saco del sueño, bajo ella, Kara se movió un poco y ajusto el abrazo pero no abrió los ojos. Lena  recogió su móvil de la mesa de noche junto a la cama.

-Verónica está muerta.-dijo una voz del otro lado de la línea-

Y colgó.

OJOS IRLANDESES QUE MATANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora