She drives me crazy and devil (KLAROLINE) Dark Romance (ACTUALIZANDO)

-10

🪻𝐶𝑎𝑟𝑜𝑙𝑖𝑛𝑒 𝐹𝑜𝑟𝑏𝑒𝑠

「 »Alibi- Sevdaliza, Pabllo Vittar, Yseult« 0:50 ─〇───── 2:30 ⇄ ◃◃ ⅠⅠ ▹▹ ↻」

Habían pasado 5 días desde la última vez que Klaus habló conmigo pero eso no significaba que hubiera dejado de desinteresarse en mi bienestar. Había estado mandando a Freya o a Rebekah para comprobar como estaba y así dejarme bolsas de sangre junto a algún plato delicioso de cocina francesa. No me esperaba aquello por su parte ya que después de la pelea que tuvimos a pocos días de mi llegada me hizo pensar en que se olvidaría de mi.

Pero me equivocaba.

Las que sí que se habían olvidado de mi eran mis amigas de Mystic Falls, incluyendo también mis amigos y a mi propia madre. ¿Qué había hecho tan mal para que me dejaran repentinamente de hablar? Yo no elegí venir y ellas lo sabían mejor que nadie. Al menos a mi madre sabía que le llegaban los mensajes pero al resto... ni rastro de ellos.

Y yo que pensaba que sería al revés, que yo sería la que apenas daría señales de vida y que ellos moverían tierra, mar y aire para sacarme de las garras de Klaus.

Pero volvía de nuevo a equivocarme.

Después de enviar un último mensaje, esta vez a Stefan, decidí que era hora de apagar el teléfono, sí nadie iba a preguntar por mi para qué lo quería.

Y eso hice.

Me reincorporé sobre la cama dejando que mis pies tocaran el suelo al haberme quedado sentada en el filo del tálamo. Estiré mi brazo derecho donde descansaba sobre mi palma mi móvil y abrí el primer cajón de la mesilla de noche. Estaba vacía y por una parte me relajaba eso. Metí el teléfono y sin mirar, ya que sabía que sí lo hacía me arrepentiría, cerré de nuevo cerrando mis ojos y respirando hondo.

Eso acababa de ser mi adiós a mis amigos.

Adiós a mi familia.

Para evitar sobrepensar más de lo que ya llevaba haciendo toda esa semana decidí volver a recostarme, meter mis manos por debajo de mi almohada y cerrar mis ojos.

Una siesta me vendría bastante bien.

Varias horas después, no sé cuantas y ni siquiera sí había llegado a la hora, alguien aporreó con firmeza la puerta y eso me hizo despertar.

Me llevé una mano a la cabeza, refunfuñando aún con los ojos cerrados mientras fruncía mi ceño en signo de incomodidad. Esa siesta me había dejado con un dolor de cabeza bastante irritable.

La puerta volvió a sonar y de mis cuerdas vocales salieron un:

—¡QUÉ YA VOY!— Con esas me levanté y arreglándome un poco el pelo y tratando abrir los ojos un poco más para no estrellarme contra el mueble que había a los pies de la cama, abrí la puerta—.