Hace más de dos semanas que vi a Andrew por última vez.
Y hace más de dos semanas que me quedo mirando su chaqueta detrás de la puerta durante las noches en las que no puedo dormir.
A Tobías parece no haberle gustado mi interacción con su primo, del que todavía no sé que de que manera están relacionados exactamente. Tampoco he pensado en preguntárselo. Con Tobías no hay secretos y todo es fácil, así que siento que es algo que tiene que decirme cuando se sienta seguro.
Pero por ahora estoy preparando una nevera con la comida que nos vamos a llevar a un pequeño viaje a la playa que planeamos entre las chicas y Tobías, quien nos recogerá en unos diez minutos junto con Luke para disfrutar en la maravillosa playa de Miami Beach. Llevo de todo lo que se me pase por la cabeza; sándwiches, fruta, golosinas, refrescos y hasta una pequeña quesadilla de verduras que Leila me enseñó a hacer cuando llegamos aquí.
— ¿Estáis listas?— pregunta Jade mientras se coloca su gorra negra con la mano que no está sosteniendo una gran mochila a punto de explotar.
—Jade, ¿qué llevas en esa mochila?
—De todo— responde abriendo la mochila para mostrarme lo que ha metido dentro—. Un altavoz por si nos aburrimos y podamos poner una lista de canciones especial que creé anoche.
—¿Alguna de esas canciones son en algún idioma que yo entienda?— pregunto, cruzándome de brazos en la cocina.
—No, pero yo te las puedo traducir.
—Muchas gracias, pero no—respondo, negando con las manos—. ¿Qué más hay dentro?
Deja en altavoz en la mesa y comienza a sacar libros que no había leído en mi vida. Y es raro, puesto que me paso la vida leyendo todo lo que se me cruza.
—Unos cuantos libros por si ya no sabemos de que hablar—contesta agitando los libros en el aire—. También hay una pelota inflable y más cosas básicas que necesitamos en la playa.
Cuando estoy a punto de llevarme las manos a la cabeza, Leila entra en el salón, vistiendo con una camiseta larga negra y unas sandalias del mismo color.
— Y tu, ¿qué llevas a la playa?— le pregunto por mera curiosidad.
—Mi teléfono y bálsamo labial—responde sacando unos pequeños tubos de colores del bolso—. Si vosotras lleváis comida y las llaves del piso, el resto me da igual.
Niego con la cabeza y me giro para cerrar la nevera y colocarla junto a mi otra bolsa que contiene crema solar, un libro, ropa para cambiarme en caso de necesitarla y una gran botella de agua. La vibración de mi teléfono en mi bolsillo trasero me saca de la lista mental que llevo haciendo desde que se planeó este viaje.
<<Esta vez no pienso pedir el rescate de ninguna de las maneras. Tampoco pienso subir corriendo como si fueses una damisela en apuros>>
El mensaje de Tobías me hace reír y aviso a las chicas de que nuestro carruaje ya nos está esperando. Bajamos rápidamente con las bolsas por la escaleras y las metemos en el maletero del coche de Tobías cuando llegamos a la calle. Yo me siento en el asiento delantero mientras que Luke y Jade están detrás, hablando sin parar y Leila se coloca los auriculares y mira por la ventana.
—Como ya te he dicho, no iba a subir ni aunque el piso estuviera en llamas— me dice Tobías, mientras me coloco el cinturón.
—Tu y yo sabemos muy bien que eso es mentira—me giro para mirarle a los ojos—. No podrías vivir sin mi.
Una risa ronca y gutural sale de su garganta y a mi se me pone hasta el último pelo del cuerpo de punta.
Odio cuando hace eso.
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Cuando nos volvamos a ver
RomanceLa vida no te enseña lo suficiente en cuanto a despedidas se refiere. Puedes despedirte de una persona sin saber si esa será la ultima vez que las vea en tu vida o solo por un periodo corto de tiempo. Y puede que cuando te encuentres en la primera...