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― ¡Está perdiendo demasiada sangre!
Se paralizó cuando el grito del doctor resonó en esa habitación.
Hace tan solo unas horas estaba en su cama armando un rompecabezas con su esposa, y ahora... Ahora ella estaba ahí, perdiendo demasiada sangre porque su última bebé se negaba a salir si su madre ponía tan poco esfuerzo.
― Por favor, mi vida. Inténtalo
― ¡No puedo! ― Apretó con más fuerza su mano. Los gritos estaban haciendo eco en cada pasillo del hospital. ― ¡Duele!
― ¡Puje, señora! ¡Una vez más! ¡Usted puede!
Dejó un beso en la coronilla de la cabeza de su esposa. Pegando su frente a esta. Sin embargo, la fuerza del apretón comenzó a debilitarse. Luego de unos segundos cayó en cuenta de lo que significaba.
Su esposa no pudo.
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― ¿Quiénes son las sobrinas más hermosas del mundo? ― Tee estaba jugando con las pequeñas recién nacidas.
Yuki había sido dada de alta hace tres semanas. Unas semanas muy complicadas si se lo preguntan mientras su esposa no estaba cerca.
― ¿Cómo se llaman?
― Sam aún no me ha dicho quién es quién.
― ¿Sí tienen nombres, mamá?
― ¡Por supuesto! Bueno, solo una. ― Tinh la miró con confusión. ― Solo me comentó de "Sun", pero no me habló de la otra pequeña.
― Oh... ¿No tendrá nombre?
― Sí lo tiene, pero aún no lo sé. ― El menor asintió.
Su mujer se acercó a ellos con una pequeña sonrisa, presumiendo que Luna se aferraba más a ella que a Tee.
Claro, mientras Tinh no estuviese cerca.
― Son muy adorables, ¿No, cariño?
― Claro que sí. Ellas son-
― Le hablaba a mi hijo.
― Ah... ― El pequeño comenzó a reírse. Era testigo de que mami Yuki se había encariñado mucho con él, al punto de hacerle un espacio en su cama al lado de Luna, incluso si significaba dejar a Tee durmiendo en el suelo.
