Advertencia de un ajeno

31 6 0
                                    

El fin de semana llegó con un caluroso sábado. Los niños quedaron al cuidado temporal de Imperio Mexicano, Gran Colombia se enfermo por lo que no podría ser la tía niñera esa ocasión.

Los esposos disfrutaban una pequeña caminata por el parque mientras comían unos refrescantes helados para ese clima.

– Sabes, los mellizos han estado creciendo muy rápido. – Dio una lamida a su helado de fresa. Sabía que sus cachorros no podrían estar bajo su ala protectora materna toda la vida. Era difícil aceptarlo pero como buena madre que intentaba ser debía entender que esos pequeñitos crecerían algún día. – He pensado en inscribirlos en el jardín de niños.

Observó a su omega que se quedó mirando el cono de su helado con una mirada melancólica. – Se que debe ser difícil...

Chasqueó la lengua. – Somos sus padres, es normal... Pero no niego que no nos vendría mal un poco de privacidad.

– Oh~ – Posó travieso su mano en la espalda baja del alemán, muy baja. – Niño sucio.

– El burro hablando de orejas. – Rió al momento que el calor subió apresurado a sus blancas mejillas.

– Hablo enserio. Tienes la boca sucia de helado, deja que te ayude. – Acto seguido tomó lugar frente al pelinegro, y poniendose de puntillas lamió juguetón la mancha de helado junto a la boca del menor, ganándose un rostro más sonrojado por parte del germano. – Tan tierno.

•••

Una hora después ya estaría todo listo para emprender camino de regreso a recoger a los cachorros, sin embargo no todo es perfecto ¿O que sentido tendría la vida?

–  ¿Kaiser?

– Por el santo germánico padre...

Se trataba de una mujer extremadamente alta, de contextura ligeramente delgada, de largo cabello café rizado por la cintura y ojos avellana. La fémina se cruzó de brazos. – ¿Así saludas a tus viejos amigos?

Instintivamente sintió que debía alejarse, el omega se percibía tenso pero era mejor quedarse por cualquier cosa.

– ... Estoy ocupado en este momento.

La mujer mostró su dentadura, soltando posteriormente una risa. Se acercó peligrosamente al rostro del omega, quedando ambos frente a frente, a unos centímetros de que sus narices se tocasen. – ¿Ya lo olvidaste?

Apretó los dientes ante las palabras de la mujer de casta alfa con quien tuvo la mala suerte de toparse nuevamente luego de tanto tiempo.

– ¿Por... que estás aquí?

Ella se apartó, adquiriendo una postura más relajada que hace unos instantes. – Siendote sincera, no tenía intención de encontrarme contigo. Lo que ocurrió hace tiempo se perdió en mi memoria – Miro algún punto en el cielo inmensamente azul. – pero no puedo ignorar muy fácilmente la extraña declaración de mi insoportable primo chillón hablando de un “omega con cara de alfa y fieros ojos de plata”

No encontró al alemán por pleito, siquiera lo busco. Casualmente llegó a esa cuidad por disfrutar unas vacaciones de su trabajo. Por otra casualidad se topó con su primo de lado materno con quién no intercambio muchas palabras por causa de la personalidad tan asfixiante del omega, un mimado, quejumbroso y que se hace la víctima cuando fue él mismo quien causó el problema en un principio. Por tercera casualidad este empezó a relatar con todo el dramatismo que contaba en su diminuto cuerpo como le rompieron la nariz, dejándole con una cicatriz en la cara y gastos en un dentista para arreglarle los dientes faltantes. Obviamente no le creía ni media palabra porque mentiroso era casi su segundo nombre, hasta que describió al responsable.

¡Era un maldito mastodonte! Casi de dos metros. ¡Fue tan rápido y tenía tanta fuerza que logró acorralarme contra el piso y empezó a golpearme una y otra vez hasta que sentí que estaba por morirme! Lo más raro es que era un omega ¡Un jodido omega!

Omega con cara de alfa y fieros ojos de plata.

– Supongo que les hice perder demasiado tiempo. – Acomodó su abrigo de cuero sintético. – Pero escuchen esto, mi primo es como un mosquito, los andará revoloteando hasta que logré hacerlos sangrar por alguna herida, y si eso sucede aplastenlo como el mosquito que es. Otro susto y los dejara en paz.

Sin decir más regresó por dónde llegó, dejando a los comprometidos con el ruido de sus tacones de punta de aguja al tocar el asfalto.

•••

– Te veías estresado.

El pelinegro bufó. – Seguro quieres una explicación.

Doble Monarquía enredo sus dedos entre los mechones oscuros tal cual petróleo en el cabello del omega, sintiendo su aspereza. Era cierto que deseaba respuestas sobre la identidad de la misteriosa mujer, y la aparente relación que tuvo con su esposa.

Se volteo para quedar frente a frente con el alfa mitad austriaco, mitad húngaro. – Ella fue una de mis “compañeros casuales” – Hizo comillas con los dedos. – de esos con los que grababa el porno que consumes como si fuese alimento.

Sonrió pícaro. – Uy~

– Piensa con la cabeza de arriba, pervertido. – Le dio un golpecito en la frente para sacar al contrario de su burbuja de erotismo. – Digamos que ella deseaba algo romántico conmigo, pero me negué. Luego de eso no la volví a ver. – Habló suavemente.

Aún se sentía culpable por romperle el corazón a una mujer tan hermosa. Podía jurar que ella se guardo los llantos para cuando estuviese acompañada de la soledad, deseando no verse vulnerable ante un desconocido de quién tontamente quedó encantada.

Ahora estaba más tranquilo sabiendo que la alfa no le guardaba rencor alguno. Sin embargo todavía procesaba la parte de un primo a quien supuestamente le rompió la cara. En su vida no podía acordarse de todos los tipos que dejó casi desfigurados, aunque una cosquilla en su mente salía a flote con un recuerdo de una blusa blanca manchada de gotas carmín.

Sólo podía ser ese omega tan dramático.

– Creo que se a que primo se refería.

– ¿Huh?

– Supongo que no te gustará oír esto, estoy muy seguro que se trataba del omega al que le rompí la nariz en el centro comercial.

Tragó el amargor que se presentó imprevisto en su garganta.

Otra vez no.

– Según Elsa es como un mosquito... No puedo sacarme de la cabeza que ese tipejo este tramando algo a nuestras espaldas para alguna venganza u simplemente molestarnos.

– Tú pareces más molesto, bebé.

– Tengo dos cachorros, ando de sobreprotector con mis bebés. No deseo ninguna loca cerca de-

No termino a causa de un beso en sus labios que lo callo al instante. Nada intenso, sólo una leve presión transmitiendole dulzura.

– Nada va a suceder con nuestros cachorros, eso te lo prometo. Ellos tienen una mamá loca dispuesta a lo que sea necesario, unos tíos sobreprotectores, unos abuelos, y, no menos importante, un padre que los cuidara con su alma. – Menciono en un audible susurro sobre los labios ajenos. – De igual forma no creo que arme algo demasiado grande u siquiera algo. Pasaron casi cuatro años de ese suceso, y si se acuerda, como mucho nos andará mandando correspondencia, tristemente lo conozco. – Hizo una mueca de disgusto.

– Ja, ja. Perdón... Supongo que exageré.

Agarró las mejillas del menor para luego besarlas y apretarlas un poco, sacándole otra risa tímida al alemán. – Ya, ya. Durmamos, tengo sueño. Tarde una hora en dormir a Austria, dos a Hungría, y tres más en hacerte el amor, créeme que deseo descansar.

– Entonces a dormir. Buenas noches, cariño.

– Buenas noches, bebé.

Así callerón en los brazos de Morfeo.

Pareja Dispareja [Second Reich X Austria-Hungría]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora