VI

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Estaba en el Cementerio de Pequeño Hangleton, justo donde Lord Voldemort habia resucitado. Me encontraba en el centro del cementerio, justo delante de la tumba con una escultura parecida al ángel de la muerte que me sujetó para que Colagusano me sacará sangre.

El lugar era muy sombrío, con un ambiente parecido a un película de terror de los muggles, la niebla estaba en un nivel bajo donde no se podía ver los pies y las tumbas estaban en diferentes posiciones. La mansión Riddle se veía en la distancia.

Mis observaciones fueron interrumpidas por pisadas que venían en mi dirección, aunque fuera un sueño me fui a esconder detrás de una de las tumbas, no me iba a arriesgar.

La persona que venía hacia mí era un hombre con una túnica negra, se podía ver sus manos finas con uñas afiladas como las de un gato y se podía ver los pies descalzos manchados con unas gotas de lo que parecía sangre. Lo vi hablar en otro idioma no era ni pársel ni inglés, pero se me hacía conocido, lo único que pude entender fue -Él está aquí-

Y con esa frase no me quede a mirar, me fui corriendo todo lo sigiloso que pude, pero acabe cayendo en una tumba abierta, al mirar debajo mía vi a Cedric Diggory con los ojos grises sin brillo, el cabello castaño enredado en hierba seca y tierra, con la piel algo grisácea y lo más perturbador fueron sus palabras -No tE qUeDEs aQUÍ, huye- su voz antes dulce y cálida paso a ser una áspera, fría y saliendo en algunas partes con altibajos como si le costara hablar.

No pude aguantar ver a Cedric en ese estado tuve que salir de la tumba de un salto que hace casi caerme encima de él de nuevo y echar a correr, no entendía si la persona de allí era Voldemort o no, al final la carrera que había comenzado tuvo que detenerse por una barrera de llamas que me rodearon en un círculo, detrás mío se acercaba esa figura parecida a un dementor que levantó algo en la mano y salió un hechizo verde.

Me desperté de golpe casi gritando, por suerte los hechizo silenciadores pudieron ocultarlo, pero no pudieron ocultar mi piel pálida, mi sudor frío y sobre todo el pánico y el terror que había sentido durante esa pesadilla.

Cuando pude calmarme un poco mire a mi alrededor para comprobar que el resto de chico estaban dormidos.

-Dobby-susurré. Aptó seguido después apareció el mencionado a los pies de mi cama con sus ojos saltones de color negro llenos de preocupación.

-El maestro Harry Potter, llamó. Dobby, pensó que le había ocurrido algo.-dijo preocupado.

No pude evitar sonreír al verlo y ver lo preocupado que estaba al estar un día sin poder comunicarme con ninguno de mis elfos.

-Dobby, necesito que me traigas una poción calmante y...- Dobby me interrumpió con un - enseguida maestro Harry Potter.- Con lo que me volví a quedar solo durante unos segundos.

Hasta que Dobby volvió aparecer con una poción de color marrón amarillento, no me lo pensé mucho y me lo tragué de un trago, desgraciadamente eso no evitó que sintiera ese sabor característico de las pociones que se comoraba con sabor a vómito.
Sentí su efecto de inmediato mis hombros antes tensos se relajaron, mi corazón se calmó y sentí como el frio que sentía desaparecía.

-Gracias, Dobby- Vi como sus orejas bajaban como sí intentarán ocultar su rostro de mí, también vi como se sonrojaba ante el elogio que le había hecho. -Necesito que investigues el mundo en el que estamos, pero por lo que más quieras, quiero que te mantengas a salvo y escondido de esta gente, ¿entendido?- dije seriamente lo último.

Las tres almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora