Las tres almas

II

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Al despertarme al día siguiente tuve una extraña sensación como si mi magia estuviera en calma y al mismo tiempo al borde de salir de mi cuerpo.
Me estaba levantando cuando aparecieron Dobby y Zhia, la elfina principal de Potter Manor, en un estallido, sus caras están llenas de confusión y nerviosismo, y con ello supe que tampoco saben lo que pasa.

-Maestro Harry Potter, Dobby no sabe donde nos encontramos ni porque la magia actúa así.- dijo de forma apresurada.
Noté que llevaba el uniforme que le había dado con el escudo de la casa Potter en su pecho que lo monstraba con orgullo.

-No pasa nada, Dobby. Primero vamos averiguar si las protecciones han fallado, y luego veremos lo de la magia.- dije. Ambos elfos asintieron y se pusieron a buscar algún defecto por la casa.

Mientras, yo saqué de mi "bolsillo" mi varita de acebo con la que inspeccione com varios hechizos, no verbales las protecciones y barreras.
Sorprendemente no había ninguna imperfección, aún así las volví a probar con mi magia y respondieron con una pulsación de poder de la magia antigua que fue anexionada en la infraestructura y con familiaridad.

Después, de hacer la comprobación me cambia de ropa a una camiseta ajustada de manga corta de color verde militar, una chaqueta de color marrón oscuro con un ciervo dibujado en la espalda, unos pantalones con bolsillos de color gris y unas botas de las escamas del dragón que me enfrente en el Toreno y unas dagas forjadas con hierro de duende incrustadas por el veneno de basilisco en la cintura y en los muslos. Obviamente con mi varita, situada en la funda de mi brazo derecho.

Con paso seguro salí de la casa y lo que me encontré fue un inmenso paisaje rodeado de un bosque inmenso que no se podía ver el final de las copas, además de estar rodeado por unas montañas majestuosas que se veían desde la distancia. Se podía escuchar el movimiento de agua cerca, es decir, había un río. Pero, la tranquilidad duro poco cuando escuche un rugido estridente que me hizo recordar al de un dragón.

Y justo después las hojas se movieron como si una ventolera que pasó a pocos metros de aquí, lo primero en verse fue una sombra inmensa que cubría la casa y a mi mismo. Al mirar hacia arriba se me abrieron los ojos como platos, ya que lo que había provocado la sombra era un dragón que no se parecía en nada a los que nos había enseñado enbla escuela ni a los que habia visto. Este era un dragón más grande que el Colacuerno húngaro que me enfrenté en el torneo, destacaba su color anaranjado y su cola de maza, aunque fue el aura y el poder que podía sentir que emanaban de dicha bestia ante cada aleteo.

No espere su reacción si me acabara viendo o peor decidiera incinerarme hasta convertirme en cenizas por suerte la casa seguía estando en el encantamiento fidelius, sino lo más probable es que hubiera atacado la casa. Antes de entrar a mi casa de nuevo lancé unas barrera que me advertirían sí alguien o algo decidiera atacar o se acercara con malas intenciones, el fidelius lo reforcé a que solo yo pudiera saber la ubicación actual de la casa y por último lance un encantamiento que repeliera el fuego.

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Ya habían pasado varios días desde que llegué a este misterioso lugar y no había parado de buscar la forma de volver a Inglaterra, ya había probada la red flu la cual estaba totalmente inutilizado, el espejo tampoco daba señal para contactar con Sirio ni al lanzar el patronus para llegar a otros, ya que al darle el nombre desaparece sin dejar rastro. Podría probar con Hedwing pero no me quiero arriesgar a que la maten uno de esos dragones.