Capítulo 3. El gran rey

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Caspian bajo la mirada hasta el suelo evitando las de todos los demás que seguramente lo miraban como si se tratara de un bicho raro.
Recordó en ese momento, mientras las lágrimas seguían fluyendo libres por su rostro, a su esposa siempre brillante y hermosa. Cuando el había muerto y había llegado al País de Aslan no la había encontrado a ella, a pesar de que ella había muerto antes que él. Claro ella era una estrella y siempre habían contado las historias que cuando una estrella moría una nueva nacía en su lugar, ella no estaba en el País de Aslan esperándolo porque ella no había muerto como tal, solo había vuelto a nacer.
Entonces y a pesar de todo lo que había pasado con ella, de todo lo que la había amado, no la extraño jamás, en ningún momento se encontró pensando en ella ni recordándola sin embargo seguido se despertaba pensando en Susan y preguntándose qué sería de ella ahora que estaba tan lejos de sus hermanos.
Todo eso tenía una razón de ser.
Susan había sido y siempre seria su Eterno amor imposible. Era imposible porque ella jamás aceptaría a alguien que no tenía nada maravilloso que ofrecerle. Había rechazado a tantos reyes que tenían joyas e imperios que darle y el al conocerla solo le había ofrecido una guarida subterránea y un pueblo en medio de una guerra.
Sintió una última lagrima resbalar lentamente por su mejilla hasta que una mano cálida y suave la detuvo en su camino sorprendiendo al hombre obligándolo a alzar la mirada para toparse con la Azul brillante de la más joven Pevensie que lo miraba también con ojos llorosos pero llenos de ternura y compasión.
-Tranquilo Caspian- pidió la muchacha mientras una sonrisa se abría paso en su rostro iluminando todo a su alrededor como solo ella sabía hacer. Tan brillante y maravillosa fue la sonrisa de la joven que hizo al Rey preguntarse si aquella sonrisa no estaba fuera de lugar en aquella situación -Encontraremos una solución.
-No puedes asegurar algo así- negó el mientras se acercaba lentamente a Susan que permanecía acostada mirando al techo, al llegar a su lado Caspian sintió como el aire se congelaba dentro de sus pulmones, no recordaba haberla visto tan hermosa nunca antes.
Aquella criatura mágica y celestial no podía ser para él.
-Claro que puedo- dijo Lucy desde sus espaldas y el joven rey pudo estar seguro de que sonreía- Puedo hacerlo y lo estoy haciendo.
-¿Juras que encontraremos una solución?- pregunto el hombre mientras volvía la vista hacia Lucy que sonrió de nuevo de manera chispeante antes de responder.
-Lo juro.
Entonces vio a Edmund adelantarse y posarse junto a su hermana que se mantenía recostada en la cama completamente quieta y por primera vez en su vida, y desde que los conocía, vio lo parecidos que eran ambos.
-Su- llamo Edmund mientras acariciaba con cariño y ternura la larga melena negra de su hermana mayor haciendo que esta se girara por fin para observarlo logrando que este supiera que realmente Lucy tenía razón -Duerme otro poco hermana- pidió el con una sonrisa y Susan sin más volvió a cerrar los ojos.
-Sera mejor que salgamos de aquí- dijo en un susurro el Rey Frank a lo que todos asintieron mientras salían en completo silencio de la habitación y se dirigían todos juntos, aunque cada quien en su propio mundo, hacia el Salón.
-Quienes la trajeron dijeron que probablemente la Reina salió de la Grieta cuando esta se abrió- les informo el Rey Frank.
-Debieron informarme a mi primero, a mí y a mis hermanos- gruño Peter desde su lugar. Su ceño fruncido y semblante serio hicieron que Lucy se removiera incomoda en su lugar sabiendo lo que se avecinaba para el pobre rey Frank. Se avecinaba una tormenta eléctrica.
-La trajeron primero conmigo porque yo soy quien más está a cargo del pueblo pero...
-Yo soy a quien debieron informar- volvió a gruñir Peter.
-Con lo pendiente que usted querido rey está de su pueblo son pocos los que lo conocen- entonces el Rey Frank también ya estaba molesto.
-Yo soy el Gran rey Peter- grito Peter mientras se ponía de pie y golpeaba la mesa con la palma de sus manos haciendo que Eustace, que hasta el momento había permanecido callado sumido en sus pensamientos, pegara un salto en su silla - Soberano sobre todos los soberanos de Narnia, aquí yo tengo más voz y voto que usted.
Con eso el Rey Frank se puso de pie con aire molesto, se sacó de la cabeza la enorme corona de oro que siempre llevaba consigo y la coloco con cuidado en la mesa frente a él dejando a todos impactados.
-Muy bien, Gran Rey Peter- dijo mientras se alejaba de la mesa hacia la salida, solo se detuvo antes de salir para decir fuerte y claro, con un tono tan de rey que todos supieron que él tenía mucha más autoridad de Peter -Desde hoy ni mi Reina Helen ni yo nos inmiscuiremos en los asuntos de Narnia- con esto salió del salón tan rápido que aunque Caspian y Rilian desearon seguirlo ambos estuvieron seguros de que no le habrían dado alcance.
-Bien- dijo Peter ya más tranquilo -Desde hoy las cosas van a cambian un...
-¿Que rayos te pasa?- grito Lucy mientras se ponía de pie y encaraba a su hermano, la mirada furibunda que le lanzo hizo que Peter diera un paso atrás y volviera a sentarse en su silla aturdido -¿Quién te crees que eres para hacer lo que hiciste? Tenemos una hermana sin alma acostada en su habitación y tú peleando aquí por quien tiene el poder, a pesar de que necesitamos toda la ayuda que nos puedan brindar- Con esto Lucy se dio la vuelta bruscamente golpeando con su larga melena rubia el rostro de su hermano y dirigiéndose a la salida. -Eres el Gran Rey más estúpido e idiota del mundo.
Con esta última frase salió del salón dando un portazo tan fuerte que retumbo en todo el castillo dejando a un Peter aterrado aun sentado a la mesa.
-No importa cuántas veces la vea molesta- escucharon decir a Eustace -Siempre me aterra.

Las Cronicas de Narnia. El fin de los tiempos (#JustWriteIt)(#Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora