Había engordado, de eso estaba más que segura. Las mallas me comprimían hasta el punto de asfixiarme. No sentía las piernas. Puede que estuviese exagerando un poco, sólo no sentía una. Me miré al espejo corroborando mi teoría. Debía haber engordado unos cuatro o cinco quilos aunque Jim se empeñase en negarmelo. No es que me importase en exceso, simplemente me sentía bien estando en forma.
Bajé las escaleras deseando no encontrarme a mi madre, no me apetecía escuchar alguna de sus charlas sobre el matrimonio y que me estaba haciendo vieja.
-¿A dónde crees que vas? Te dije que estabas castigada, ¿recuerdas?- y su voz sonó a mis espaldas, porque está mujer siempre sabía cuando era el peor momento para aparecer y entonces... aparecía.
- Me dijiste que estaba castigada, sí. Pero cuando te dije que iba a ir a correr no dijiste nada. Venga mamá, hace siglos que no salgo a hacer deporte y sabes que me viene genial cuando estoy de mal humor.- la observé tratando de averiguar si la había convencido o no.
-Está bien, pero hoy fregarás tú, y mañana de momento irás a clase con Erick.- sentenció.
-¿Por qué? Hoy le tocaba a Jim.- reproché a sabiendas de que me ignoraría.
-Pero tú estás castigada y él no.
-Pues debería estarlo, aún no ha encontrado trabajo.
-Ni lo encontrará, va a volver a estudiar. He hablado con tu director y ha aceptado que vaya a clases, irá un curso más abajo que tú.- ¿mi hermano volvería a clase? ¿por qué no me lo había contado?
-Será mejor que me vaya, no quiero que se me haga muy tarde.- cerré la puerta tras de mí y comencé a mover los pies aumentando el ritmo paulatinamente.
Le daba vueltas a todo, a por que mi hermano no me había contado algo tan importante como que tenía pensado volver a estudiar; a por qué mamá estaba tan empeñada en que saliese con aquel chico tan estúpido, estaba empeñada en que encontrase a un prometido y que lo encontrase ya. Yo sólo tenía 17 años, no quería novios, y mucho menos pensar en casarme.
Levanté la vista y me di cuenta de que no conocía. Genial, me había perdido. Me dirigí hacia un parque y me senté en uno de los columpios. Ya no quedaban niños jugando allí debido a que la noche había caído. Suspiré y saqué la cajetilla de tabaco.
-¿Quien eres y qué haces en mi columpio?- una voz masculina sonó a mis espaldas obligándome a voltear con temor de que se tratase de algún asesino o violador.
-No pienso decirte quien soy. Y que yo sepa esto es mobiliario urbano.- contesté con fingida valentía y con la esperanza de intimidarle, pero se ve que no lo conseguí pues se echó a reír cual morsa asmática.
Se acercó y se sentó en el columpio de al lado.
-¿Cómo has llegado aquí?- acercó su mano a la cajetilla y me robó un cigarrillo. No dije nada, simplemente lo observé. Era alto, muy alto, pelo rubio de punta, barba de un par de días, ropa negra y ojos azules. Era tan común y a la vez tan poco habitual.- Si quieres te dejo sacarme una foto, te durará más. Podrías contestar a mi pregunta.
- Andando.- elevó sus cejas mientras se mordía la lengua y sonreía levemente.
-No me refería a eso.- volvió a dar una calada a su cigarrillo.- Al menos dime como te llamas y te llevaré a casa. Es obvio que no sabes lo peligrosa que es esta parte de la ciudad.
-¿Por qué dices eso? Puedo cuidarme sola, no necesito tu ayuda.- dije levantándome del columpio y caminando hacia la salida del parque.
-No dudo que en otra situación y otro lugar puedas hacerlo, pero esto es Violadores y Asesinos Landia.- no sé si pretendía ser gracioso, porque si era así no lo había conseguido.- Vamos mujer, no seas tan amargada. Soy Luke, Luke Hemmings.- ¿Pero qué demonios le pasaba a la gente de esta ciudad? ¿Por que se presentaba todo el mundo así? Observé su mano extendida y decidí cogérsela a modo de saludo. Únicamente por no ser maleducada.- Ahora es cuando tienes que decir tu nombre.
-Oh sí, perdón. Soy Evelyn.- ambos nos dirigimos al otro lado de la calle en busca de su coche.
-¿Evelyn qué más?- lo miré nerviosa. ¿Y si era él el asesino o el violador? En cuanto la luz de una farola lo iluminó pude ver que era demasiado guapo para ser un violador.
-Evelyn a secas.-mordió su labio dejando escapar una pequeña sonrisa de lado.
-¿Y cuando llueve también eres Evelyn a secas?
-No puedes ser, no acabas de hacer ese chiste.- reí tanto que tuve que parar de andar para poder respirar.
-Pero si te estás riendo. Te sale un hoyuelo.- se paró en seco y mi risa se cortó.- Hemos llegado.- Tragué saliva. Eso no era un coche.-¿Qué te pasa?
-No soy muy amiga de las motos.
-¿Ah no? ¿Y de qué eres amiga? Porque los mecheros tampoco te gustan.- lo observé con el ceño fruncido.- No me mires así, antes has utilizado cerillas para encender el cigarrillo.
- Lo que sea, odio las motos y no me voy a montar. Además sólo tienes un casco.- señalé.
-Está bien, te lo pondrás tú.- elevé la vista hasta sus ojos azules. Recordé la canción de Taylor Swift, I knew you were trouble. Parecía un ángel y un demonio a la vez, tenía una sonrisa pícara y una actitud traviesa.- En serio, ¿quieres una puta foto?
-Por favor, bajate de la nube. No pienso montar en esa moto. Me acompañas andando o voy yo sola.- para ser sinceros no quería ir sola, este lugar me daba miedo, principalmente porque no lo conocía, ¿y si me atacaba un canguro?
- Tengo una idea mejor, ¿dónde vives?
-Rowland Street número 13.- dije con desgana.
-Genial, yo tengo que ir al 17, así que yo te voy escoltando con la moto.
(...)
-Gracias por traerme, bueno, a tu manera.- Luke sonrió mostrando uno de sus hoyuelos.
-Ha sido un placer.- besó mi mejilla y volvió a subir a su moto.
Introduje la llave en la cerradura, pero no me hizo falta girarla puesto a que la puerta se abrió.
-¿Se puede saber dónde estabas y quien era ese chico?- había algo que no entendía de mi madre, siempre parecía que había inhalado helio.
-Me perdí y él se ofreció a acompañarme porque también tenía que venir a esta calle.- caminé hacia la cocina para coger algo de comer. Mis ojos se clavaron en una manzana de un rojo brillante. No tenía mucha hambre y esa manzana tenía un aspecto exquisito.
-Es decir, no lo conocías. ¿Cuantas veces te tengo que decir que no hables con desconocidos? Es peligroso. Y otra cosa, ¿crees que sólo vas a cenar eso?
- Si no hablo con desconocidos nunca llegarán a ser conocidos.- dije encogiéndome de hombros.
-Eres increíble, no sé que voy a hacer contigo. Me rindo.- salió de la cocina y se dirigió al salón. Yo fui hacia mi habitación comiendo tranquilamente mi deliciosa manzana.
-¿Has vuelto a dejar a mamá sin palabras?- la voz de mi hermano sonó a mis espaldas obligándome a girar sobre mis talones.
-No me hables, estoy enfadada contigo.- dije aún masticando mi cena.
-¿Qué he hecho ahora?- lo ignoré y seguí caminando hacia mi habitación, consciente de que me seguía.- Venga Evelyn, no seas así. Dime que te he...Oh, ya lo entiendo. Es porque no te dije que iba a volver a estudiar.- tiré los restos de la manzana en la papelera de mi habitación y luego fui a mi baño a lavarme las manos.- Me daba vergüenza, ¿vale?- seguí sin contestar y me dejé caer en la cama.-¿Qué quieres que te diga? Aunque ahora que lo pienso va a ser genial estar en tu instituto, así te controlaré y podré evitar que los chicos se te acerquen.- lo fulminé con la mirada.
-Ni se te ocurra controlarme, y por lo de los chicos no te preocupes, no tengo ganas de novios.- dije con una mueca de asco.
-Así me gusta.- revolvió mi pelo y depositó un suave beso en mi frente.
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Light ||Luke Hemmings||
Random—Vosotros cuatro habéis cambiado mi vida. Sois mis cuatro idiotas. ••• —Soy fuego, y tú pura gasolina.— mis ojos conectaron con los suyos y de nuevo un deseo voraz inundó mi cuerpo. —Llámame pirómano, pero no me importaría ver esta cama arder.— y aq...