La noche se cernía sobre la ciudad y las escasas farolas que se erguían en las aceras comenzaban a encenderse. Ajusté mi abrigo nerviosa y miré al muchacho de ojos marrones que se encontraba caminando a mi lado. Las puntas de sus dedos jugaron con las mías, rozándolas. Sentía su mirada posarse fija en mi cabeza y pese a que no lo estaba viendo, era consciente de que una gran sonrisa se dibujaba en su hermoso rostro. No entendía por qué Freddie se había fijado en alguien como yo, no se trataba de la típica historia de chico popular y empollona, simplemente jamás pensé que podría gustarle.
Su brazo derecho rodeó mi cuerpo apretándome contra él. Su respiración entrecortada movía algunos mechones rebeldes que habían decidido escaparse de mi coleta. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando su dedo índice dibujó la curva de mi cuello.
El suelo se desvaneció bajo mis pies, provocando un nudo en mi estómago. Caía, caía en la nada. Todo a mi alrededor era negro, como cuando Alicia caía en la madriguera. Sentía el oxígeno llegar con mayor dificultad a mis pulmones. Mis pies desnudos tocaron el agua fría, y, entonces, lo entendí, estaba en un pozo, más concretamente en el pozo en el que me había caído en la celebración de mi séptimo cumpleaños.
Unos brazos sacudieron mi cuerpo. La mirada preocupada de Michael se encontraba ante mí. Las sábanas estaban completamente empapadas a causa del sudor. No me di cuenta de que estaba llorando hasta que Michael recorrió mis mejillas con sus pulgares, secando mis lágrimas. Sin decir ni una sola palabra se introdujo en mi cama y me abrazó.
-No me importa que te pase, sólo duerme.- dijo mientras me estrechaba contra él.- Te he cogido mucho cariño.- posó sus labios en mi pelo y me besó la cabeza.
(...)
El maldito pitido del despertador me arrastró del gran espacio en blanco en el que se había transformado mi mente. Me giré pero no había ni rastro de Michael. Como pude me deshice de las mantas que cubrían mi cuerpo. Arrastrándome por la habitación busqué mi teléfono móvil con la intención de apagar la maldita alarma. La puerta se abrió y un Michael despeinado y en calzoncillos apareció portando una bandeja con un zumo y una flor. Observé su cuerpo, fijándome en el tatuaje de su brazo derecho.
-Me encantan las chicas en bragas por las mañanas.- su voz provocó que diese un pequeño salto y me fijase en que, en efecto, como de costumbre, no llevaba pantalones.- No te ruborices mujer, si tienes unas piernas geniales.- apoyó la bandeja en el escaso sitio libre que había en mi escritorio y se acercó a mí lentamente. Posó sus manos en mis caderas. Tragué saliva al sentir las yemas de sus dedos tocar un cacho de piel desnuda.- Contesta.- lo miré confusa.- Evelyn, te están llamando.
-Oh, sí, ya.- me puse de puntillas y observé por encima del hombro de Michael como mi móvil vibraba al lado de la bandeja con el desayuno.- ¿Lauren?
-Hola Evelyn, te llamaba porque... esto... yo...siento lo del otro día.- tartamudeó.
-No me has hablado desde el lunes. No entiendo por qué te fuiste así de la cafetería. Traté de devolverte el cambio, pero tú me has estado evitando.- prácticamente estaba gritando, pero habían pasado cuatro días y, pese a mis esfuerzos por hablar y solucionar las cosas, ella no me lo había permitido.
-Lo sé, y no es el dinero lo que me importa. De verdad, quiero tener una conversación contigo. ¿Qué vas a hacer ahora?- miré incómoda a Michael, que se había bebido mi zumo y ahora abría los cajones frenéticamente. Su rostro se iluminó en cuanto vio el de la ropa interior.- ¿Sigues ahí?
-Sí, lo siento.- me acerqué a Michael y lo golpeé en la cabeza.- Pues aprovecharé que estoy sola en casa, ya que mi hermano se ha quedado a dormir con Luke, y no iré a clase.
-¿Qué te parece ir de compras?
-Define ir de compras.
-Pues necesito un par de CDs y videojuegos nuevos.- sonreí.
(...)
Una gran estantería llena de discos de grupos rock se alzaba ante nosotras. Lauren miraba de un lado a otro con una expresión de adoración en el rostro. Sonrió de oreja a oreja cuando su mirada se posó en Enema Of The State de Blink-182.
-¿Quieres ir a tomar algo?- preguntó Lauren clavando sus azules ojos en mí.- ¿Un café?
Asentí y ambas nos dirigimos a la cafetería más cercana. Había pasado toda la mañana con Lauren y había descubierto que teníamos bastantes cosas en común. Era muy divertida y me encantaba estar con ella, pero sabía que ocultaba algo y que no todo era felicidad.
Llegamos a Harriet's, una pequeña cafetería que recreaba el París del siglo XXVIII. Nos sentamos en una mesa situada en la esquina. Nos permitía ver quien entraba sin ser vistas, lo cual era algo que nos encantaba. A ninguna de las dos nos gustaba ser el centro de atención, pero si estar alerta, no sé exactamente de qué, pero ambas necesitábamos saber lo que pasaba a nuestro alrededor.
-¿Qué te pasó el lunes?- rompí el silencio cuando la camarera se fue tras haber llenado nuestras tazas.
-No quiero hablar de eso, pero lo siento. No quise molestarte. Simplemente necesitaba marcharme.- asentí. No iba a insistir más, si ella no quería contármelo no la iba a presionar.- Espero que no te siente mal.
-No te preocupes, ¿quieres que cambiemos de tema?- sonrió afirmando.- El miércoles fui al ensayo del grupo de los chicos y estuve hablando con Erick. Parece que tenemos una relación, o algo así. Al menos lo estamos intentando.- vi como el rostro de Lauren se tensaba.
-No te fíes demasiado de los chicos.- dio un último sorbo a su café y sonrió.- Lamento decirte que se me hace tarde, y que pese a que estoy disfrutando de tu compañía tengo que irme.- recogió su bolso y se puso de pie.- Adiós.
(...)
Escuché a Luke reír a carcajadas desde mi habitación. Acomodé mi pelo en una coleta alta y me miré al espejo una vez más, antes de bajar. Una camiseta de tirantes blanca y unos shorts de cuadros negros, ese era mi pijama. Mi mirada se detuvo en mis muñecas, totalmente cubiertas por pulseras. Me las saqué dejando a la vista las cicatrices que se extendían por todos mis antebrazos, así como algunas heridas todavía sin curar. Mi corazón dio un vuelco y un pesado suspiro salió de mis labios.
-Evelyn, tu hermano pregun...- Luke entró antes de que pudiese cubrir mis marcas.- ¿Qué es eso?
-Lo siento.
ESTÁS LEYENDO
Light ||Luke Hemmings||
Random—Vosotros cuatro habéis cambiado mi vida. Sois mis cuatro idiotas. ••• —Soy fuego, y tú pura gasolina.— mis ojos conectaron con los suyos y de nuevo un deseo voraz inundó mi cuerpo. —Llámame pirómano, pero no me importaría ver esta cama arder.— y aq...