Capítulo 7

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–¿Qué haces tú aquí?– clavé mi mirada en él, esperando una respuesta, pero no la obtuve. Al contrario apartó la mirada y agachó la cabeza.– Michael, no sé que quieres  o qué haces aquí, pero creeme, no es un buen día, así que si vienes a molestarme, vacilarme o algo así te agradecería que te marchases.– sonrió debilmente.– ¿Vas a hablar?– comenzaba a impacientarme verlo ahí de pie, estático, sin mover ni una sola pestaña.

–No. Parece que tú lo necesitas más. ¿Qué ocurre?– negué con la cabeza dejando que una leve sonrisa se asomase por mis labios.— Bueno, podemos hablar de que le he dado una gran paliza a Calum jugando al FIFA. Te lo juro Eve, tenías que haberme visto. Regateaba, marcaba, defendía... Ha sido el mejor partido de mi vida. Me he tenido que tomar unas tres bebidas isotónicas.— reí al ver a Michael tan contento simplemente por haberle ganado a la vídeo consola a Calum.

—¿Y Ashton?— pregunté extrañada.

—Oh, Ashton no juega al FIFA, él se limita a vernos y animarnos.— Michael se acomodó en mi cama y yo me recosté sobre él.— Sabes que si entrara Erick me mataría ¿cierto?— me tensé en cuanto escuché su nombre. Los recuerdos de lo pasado con Luke aquella misma tarde provocaron que mi piel se erizase.— Wow, se te ha puesto la piel de gallina, eso es que te gusta de verdad.— dijo Michael sonando como un niño de 13 años.

— Michael, Erick y yo sólo somos amigos. Mejor hablemos de la rubia oxigenada a la que le vomitaste en las tetas.— comenzó a reír agitando mi cabeza por los movimientos de su barriga.

—Era extremadamente aburrida, ¿viste la cara que puso? Parecía que iba a matarme.

La alarma sonó arrancándome de los dulces brazos de morfeo. Suspiré cansada, tratando de concienciarme de que debía levantarme. Anoche Michael se había quedado hasta las tres de la madrugada. Realmente no hablamos de nada importante, sólo hicimos el idiota. En cuanto se fue me quedé dormida, pero estaba completamente segura de que Jim aún no había vuelto.

Como pude me dirigí al baño y me lavé la cara con agua bien fría. Agua. Piscina. Luke. Era domingo, no lunes. Me había despertado a las ocho de la mañana para nada. Corría hacia la habitación de Jim, ya que me había levantado haría algo productivo, como gastarle una broma a mi querido hermano.

Entré en su habitación tratando de no hacer ruído, pero no estaba allí. Bajé las escaleras y preparé el desayuno. Me sentía completamente excluida de esta familia. Estaba acostumbrada a que mi madre desapareciese, pero no a que Jim hiciese lo mismo. Mordí una de las tostadas con furia. La puerta de la calle se abrió y Jim trató de entrar sin hacer ruído, fracasó. Se tropezó con la lámpara y tiró una de las estanterías.

—Menos mal que no está mamá.— dije entre risas desde la puerta del salón.

—Deja de reírte y ayudame.— negué con la cabeza y volví a la cocina para terminarme mi ansiado desayuno.— Mierda Evelyn, me he hecho daño.

Mis carcajadas eran todavía audibles cuando el teléfono comenzó a sonar. Tratando de relajar mi respiración lo descolgué.

—Evelyn, por fin te dignas a contestar.— la voz enfadada de mi madre sonaba por la otra línea.— Os he estado llamando porque me he tenido que ir a Nueva Zelanda por negocios. No sé cuando volveré. De todos modos he hablado con la madre de Erick para que os eche un vistazo de vez en cuando. Por favor, no hagáis fiestas y sed buenos.— apenas respiró. Ya estaba acostumbrada a que mamá se fuera, aunque esta vez era diferente. Su voz sonaba de otra manera. La idea de que quizás se estaba viendo con otro hombre me golpeó, pero decidí ignorarlo.

— Está bien mamá, no te preocupes.— intenté sonar amable.

—Hija, te tengo que colgar. Llamaré de nuevo.- antes de que pudiera despedirme.

Light ||Luke Hemmings||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora