—Félix, por favor, detente.
El cielo soltó un rugido en alguna parte, creando líneas como grietas, simulando venas blanquecinas en el cielo. Pensé en Tayen y en sus brazos, tocando mi cabello, en sus dedos paseándose por mis labios. Venas cubiertas por tinta negra y nudillos enrojecidos.
Pensé en él, pero la voz de Jonny me hizo regresar a la realidad.
Me detuve, le miré directamente, y líneas blancas se dibujaron en el cielo, descendiendo ante él como grietas en busca de algo para continuar su lúgubre camino.
—¿Pasa algo? —le pregunté amablemente.
Se acercó a mí y bajó la mirada a mis pies, deteniéndose en mi abdomen, con la camiseta ceñida por el sudor.
—Solo pasaba a saludar —me dijo y desvió la mirada, con las mejillas sonrojadas y el labio curvado.
Quise hablar, pero unos pasos me hicieron guardar silencio.
—Félix... —la voz se detuvo, manteniendo un recelo atrapado en la lengua—. El entrenador te está buscando.
Me giré y me encontré con la mirada de Alex, oculto en la sombra de unas vigas que daban la bienvenida a la universidad.
—¿Para qué?
Parpadeó y pasó su mirada a Jonny, sacando sus propias conclusiones.
—No lo sé. Me dijo que te buscara y que era urgente.
Asentí y quise apretar los puños, impotente por no haber tenido tiempo de tomar agua.
Pasé por el lado de Alex y él me siguió, dejando atrás a Jonny.
—¿Qué hacías con él? —me preguntó de repente, sonando reacio a sus propias palabras.
—¿Ahora sí me hablas? —le devolví la pregunta, sonando amargo conmigo mismo.
—Te hice una pregunta.
—Y yo a ti.
Me detuvo poniendo su mano en mi brazo, impidiendo que continuara el camino al polideportivo, donde se oían los tenis rechinar como campanadas ahogadas.
—Actúas extraño, Alex —le señalé—. Me estuviste tratando como a una basura y, ahora, pareciera que sientes celos del blandengue de Jonny.
Su agarre se volvió frágil hasta desaparecer.
—Tienes razón —me concedió y dio un paso atrás—. No me importa lo que hagas o dejes de hacer. Solo... que bajo debiste caer para buscar la atención de Jonny.
—Yo no busqué nada de él.
—¿Por qué no puedo creerte?
Torcí el gesto y le miré directamente a los ojos.
—¿Sabes qué? Ya no me importa, Alex. No pienso seguir buscando tu aprobación.
—Nunca lo buscaste, Félix.
—Claro que sí. Siempre hacía lo que me pedías, siempre me quedaba con la palabra intermedia y tú con la inicial y la final. Siempre intenté mostrar lo mejor de mí para ti...
—¡Si fuera así, no te habrías metido con el imbécil que me está jodiendo la vida! —levantó la voz, pero después se arrepintió y la bajó—. El que nos está jodiendo la vida. Que no se te olvide lo que hicimos y lo que él podría hacer.
La amargura me estalló y negué con la cabeza.
—Esto es todo tu culpa —le acusé—. Si no fueras tan imbécil, tan hijo de puta, nada de esto estaría pasando. Fue tu idea...
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Heaven Venom
RomanceÉl conoce mi secreto. Él sabe cuáles son mis debilidades. Él no se detendrá hasta destruirme. Él me estuvo acosando por dos años, observandome desde las sombras. Pero, a pesar de todo, sigue habiendo algo en él que me da la seguridad que nunca me la...