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Las luces eran demasiado blancas y la habitación estaba demasiado limpia, si el chico tuviera que elegir una palabra para poder describir aquel lugar elegiría estéril, como la estancia de un hospital o un laboratorio. La pareces estaban desnudas y pintadas de un tono rosa tan pálido que en realidad no podían ser calificadas como rosas, a pesar de la amplitud de la estancia solo había un escritorio acompañado de una gran silla de respaldo alto, y dos sillas más pequeñas del mismo tono oscuro colocadas del otro lado. Elliot se sentía atrapado cada vez que entraba en esa oficina. Tal vez por la forma en la que las luces se arrastraban hasta las esquinas, iluminándolo todo; podría ser que se debiera a que la apariencia desolada de la estancia evitaba las sombras se acumularan.

Fuera cual fuera la razón, el chico no podía evitar sentirse de esa manera. Pero se la ingenia para mantenerse erguido una vez que abre la puerta, haciendo gala de toda su altura, el cabello recogido en una desordenada coleta de caballo. Los ojos plateados se mantienen viendo hacia delante, fijos en la mujer sentada al escritorio en aquella habitación impoluta y clínica. Sus pasos resuenan de forma incomoda en el espacio desolado, pero ni siquiera eso logró incomodar a la mujer. Eso era solo un punto más en la escala de lo incómodo. Tiene ganas de salir corriendo y no mirar hacia atrás, eso sería mucho más sencillo, per se plata delante del escritorio, sin tomar asiento, mirando a la mujer desde arriba. '

—No sé decir si estás ignorándome apropósito o si solo estás demasiado ocupada.

Una sonrisa aparece en su rostro cuando la rubia deja de lado, de mala gana, aquello que estaba haciendo para levantar la vista y poder mirarlo. Sus ojos marrones chocolate se lo miran con desaprobación, resultaba obvio que, en realidad, no quería a tenderlo.

—Tú padre dijo que querías verme.

Había un rastro de aspereza en su voz, se arrepintió casi de inmediato, no pretendía sonar hostil, incluso era más que claro que no se llevaban bien. Shannon Olsen era una mujer... complicada, por decirlo menos. No podía culparla, había pasado por mucho, suponía, después de todo, el mundo entero había pasado por mucho, en realidad la chica no estaba en posición para hacerse la víctima, no veía razones para que los demás sintieran lastima por ella, pero el gobierno le había metido aquella idea a la población a la fuerza por la garganta, obligándolos a tragársela. Ella se deslizó hacia atrás, recargándose en su lujoso asiento, el cabello rubio dorado le caía en perfectas ondas obre uno de sus hombros. Su postura era rebajada pero sus hombros permanecían rectos, su barbilla ligeramente inclinada hacia arriba, dejando en claro que se creía superior a ti, incluso cuando eras tú quien la miraba desde arriba.

—No en realidad. Tenía que verte, pero ¿querer? —la chica negó ligeramente con la cabeza.

Elliot se esforzó por no fruncir los labios. Ah, le fastidiaba el tener que ser cortes con alguien que no demostraba la más mínima intención de ser amable en el más mínimo sentido. Bajo la mirada hacia escritorio, intentando disimular su cara de hastío en su expresión, pero, al hacerlo, se encontró cara a cara con la placa de cristal que era la superficie de su escritorio. La luz la travesaba volviéndose apenas más opaca la salir del otro lado, pero nada que calificara como una sombra. Inhalo con fuerza, reteniendo el aire apenas un momento, antes de dejarlo escapar y levantar la mirada, una sonrisa pintada en su rostro.

—La honestidad siempre ha sido tu mejor política, no es así.

El comentario logró conseguir que la expresión de la chica se deformara un poco, apenas un poco, pero era algo que había estado ahí y era una pequeña victoria para él. La relación nunca había sido amable, ni siquiera trataban de pretender que se llevaban bien, por más que lo intentaran, la verdadera naturaleza de su relación salía a flote sin que pudieran, o quisieran, intentarlo. Aunque, ahora que lo pensaba, por lo general, siempre había alguien más en la habitación además de ellos dos, Matthew estaba más que enterado de lo maravillosamente disfuncional que era su relación, así que procuraba no dejarlos solos. Elliot pensaba que era una exageración, en realidad, le gustaba pensar que no eran tan incivilizados, pero, una vez más, era cosas de mirar la expresión petulante en el rostro de la rubia y bueno, entendía la razón por la que el patriarca de la familia Olsen no los dejaba solos.

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⏰ Última actualización: Jul 18 ⏰

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