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Las ciudades eran puntos donde la población sobreviviente se había reunido al escapar de la radiación. Habían comenzado como reservas naturales, hectáreas abandonadas en el camino, sectores que habían sobrevivido a la urbanización y al final fueron ocupadas. No todos los asentamientos urbanos habían sido devastados por las explosiones, muchos lugares ni siquiera se encontraban cerca de los reactores cuando explotaron. Pero no fueron las explosiones lo que terminaron de mandar el mundo a la ruina, sino los ataques armados que vinieron como represalia a ellas. Las naciones se pusieron en contra las unas de las otras. Los gobernantes de las zonas más afectadas comenzaron a culparse entre ellos y arremetieron contra los que habían logrado salvarse. En aquel momento Kass se encontraba de pie sobre los restos de la estupidez humana.

Las grandes ciudades, las ciudades antiguas, habían sido el blanco principal durante estas guerras, por lo que las personas las habían abandonado. Cuando Washington, Los Ángeles y Nueva York se vinieron abajo, todos comenzaron a salir despavoridos de las urbes que quedaban de pie, no todas habían sido bombardeadas, no todas se caían a pedazos, pero había grupos militares y levantamientos rebeldes luchando por el territorio libre de radiación, así que con el paso del tiempo esas ciudades se quedaron vacías. Los asentamientos nuevos buscaban reunir a tantos sobrevivientes como pudieran, encontrar una fuente de agua y una parcela de tierra. Las ciudades se convirtieron en pequeños feudos, creciendo en torno a aquellas familias que habían tomado el control del agua, o que poseían medicamentos o recursos.

Esto estalló una nueva serie de guerras entre los diferentes feudos y contra las criaturas creadas por la radiación, lo cual sólo empeoró todo. Ríos contaminados, ganado muerto, asesinatos para lograr hacerse con el poder. Tomó años antes de que las ciudades y los poblados circundantes se asentaran. Después apareció la naciente urbe de Natory, ofreciéndoles gobernarlos a todos. Nadie tomó en serio a la ciudad pequeña, era relativamente nueva en comparación con las otras y nadie se confiaba de los demás, pero resultó que Natory les ofrecía cosas que nadie más había podido darles: ciencia. Las familias asentadas en aquel feudo poseían conocimiento y recursos. Les prometieron la posibilidad de sanar la tierra, de deshacerse de la radiación y de las cosas que habían aparecido con ella, les ofrecían protección.

Kass no podía apartar sus ojos del cielo, se había acostumbrado a los días brillantes y soleados que se extendían ininterrumpidos uno tras otro, y si bien los días grises no le eran ajenos, no los echaba de menos. Eran los cielos con los que había crecido, aunque nunca había estado tan lejos de casa. Clear Water se encontraba entre lo que alguna vez había sido un bosque frondoso situado en la tierra entre dos enormes lagos, en algún momento había sido una tierra fértil, surcada por ríos de costa guijarrosa y que se cubría de nieve con la llegada del invierno. Desde su lugar en lo alto de la colina, lo único que Kass veía era una ciudad construida con casas de dos plantas y almacenes. Los árboles se habían secado y dejado un bosquecillo de troncos nudosos en torno a la ciudad.

Los edificios bajos se extendían en todas direcciones, era imposible el ver el límite de la urbe, aunque ella sabía que era lo que se encontraba del otro lado: el lago. Uno de los puntos de agua más grandes que poseía el continente. Estaba convencida de que conocía cada calle polvorienta y cada callejón oscuro. Había estado confinada a aquel lugar durante toda su vida. Kass mantuvo la vista clavada al frente, incluso cuando escuchó los pasos que se aproximaban.

—Es un lugar pintoresco —comentó Andrew mientras se ponía de pie a su lado.

—No se diferencia mucho de las demás ciudades —respondió ella sin verlo, estaba demasiado entretenida examinando el paisaje que tenía delante.

Andrew se removió a su lado, se había apuntado a acompañarlas en ese viaje porque se enteró a tiempo cuál era el destino final. Se ofreció a ir con ellas antes de que lograran preguntarle a Avril que las acompañara, era necesario ir con alguien que lograra hacer el camino un poco más corto, después de todo, Dreamers y Clear Water estaban separados por más de un millar de kilómetros. Les tomaría una vida ir a pie. Podía ser que Andrew exagerara, pero estaba decidido a ayudar cuando podía, y si en ese momento podía hacer el viaje más rápido, lo haría con gusto. Además, estaba preocupado por cómo podría reaccionar Kassandra al estar de vuelta en su hogar.

Demons - EditadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora