Elliot la soltó y abandonó en la orilla del lago antes de que Kass pudiera entender qué ocurría, antes de que lograra conectar sus ideas y ponerse en movimiento, incluso antes de pensar que debía hacer algo. Vio a Elliot alejarse, mientras, desconcertada intentaba decirse a sí misma que también debía ir. Quedarse quieta era un reflejo, en las ciudades ayudaba a demostrar inocencia, permitía a actuar a quienes sabían qué hacer. Era una de las primeras cosas que les enseñaban a hacer: a quedarse quietos, a no tomar responsabilidades que no les correspondían. Así que eso hizo. Kass se mantuvo en su lugar hasta que se percató que no servía de nada quedarse quieta.
Comenzó a correr.
Tenía que cruzar las colinas, pero en esta ocasión no se sorprendió cuando no distinguió a Elliot delante de ella, a esas alturas estaba acostumbrándose a su tendencia por desaparecer. Sabía que a pesar de que él había tomado la delantera, no había forma en que hubiese ganado tanto terreno.
El alboroto fue notorio apenas se acercó a la casa. Las personas salían a los terrenos, atraídas por el desorden que se estaba generando. Kass se abrió paso como pudo, empujando a algunos y colándose entre los huecos que los demás dejaban. Al llegar al borde de la multitud se detuvo y frunció el ceño. No entendía lo que estaba viendo.
Del otro lado de la casa, cerca del borde del bosque, había dos chicas, podía recordarlas de algunas de sus tareas, pero no era recordaba sus nombres. El césped a su alrededor estaba levantado y con manchas oscuras que Kass supuso que se trataban de sangre.
—¡Déjenme ir! —bramó una de las chicas. Tenía el cabello oscuro despeinado y se retorcía en los brazos de un muchacho alto y rubio que no parecía necesitar mucho esfuerzo para detenerla—. ¡Tengo que irme! ¿Qué no lo entienden? ¡Tengo que ir!
—¡Yul! ¡Ya basta!
Pidió la otra chica, quien se encontraba cerca de una mujer de piel morena adornada con una gran cantidad de tatuajes: Karma. Kass la había visto deambulando por la casa, por lo general unos pasos detrás de Miranda, cuando le preguntó a Joon ella le contó que era algo parecido a la guardaespaldas de la directora. Elliot se encontraba del otro lado de la multitud, mirando con el ceño fruncido a la chica que luchaba por liberarse. Yul tenía las uñas ensangrentadas y las manos cubiertas de tierra.
—Uma —dijo el chico que sostenía a Yul—. Si pudieras decirnos qué carajos está sucediendo nosotros podríamos...
—¡Ya te dije, Frank! —Uma gritó a todo pulmón. Su cabello rizado estaba recogido en un moño alto, era color cobre, al igual que su piel, lo que hacia resaltar sus ojos azules—. Volvíamos de revisar las cisternas, era nuestra última tarea. Íbamos camino a cenar cuando ella se dio la vuelta y comenzó a correr hacia el bosque.
—Algo debe de haber pasado... —insistió Frank, Yul se retorcía entre sus brazos.
—¡No ocurrió nada! —Uma estaba al borde de la histeria—. No dijo nada ¡Yo no dije nada! Ella sólo salió corriendo y cuando intente detenerla para hablar se volvió loca—. Uma se separó del lado de Karma, extendiendo los brazos hacia delante con las palmas abiertas.
Al hacerlo pequeños puntos de luz salieron de las puntas de sus dedos, girando en torno a ella, acumulándose para formar esferas luminosas más grandes. Los ojos de Kass las siguieron, su primer pensamiento fue que Uma contenía las estrellas en sus manos. No podía recordar que una habilidad le pareciera tan bonita. Su boca se abrió sin que pudiera evitarlo mientras las luces se elevaban al cielo, flotando sobre sus cabezas, iluminando el prado. Se preguntó cómo alguien podría pensar que eso era peligroso. Estaba tan absorta que sólo prestó atención a lo que pasaba cuando escuchó jadear a alguien a su lado. El rostro de Kass bajó de golpe y se fijó en los brazos extendidos de Uma. Estaban llenos de rasguños y cortes, al igual que su cuello y parte de su rostro.
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Demons - Editada
Science Fiction"Imagine esto. El mundo acaba de hacer explosión, todo lo que conoce ha desaparecido. Logra sobrevivir, contra todo pronóstico. Y un par de años después, de las zonas cero, aquellas tan radioactivas para poder estar de pie en ellas, comienzan a sali...