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—¿Quién? —preguntó Phoebe, la encargada del ala médica de la casa.

—Yul, Yul Jodelle —. Kass vio cómo la mujer bajaba la vista a la libreta con notas que sostenía, la chica interpuso una mano, obligándola a bajar la lista—. La trajeron aquí después del ataque de anoche —. Phoebe parpadeó—. ¡No puede decirme que no la conoce!

Phoebe soltó una risa ante la histeria que Kass comenzaba a experimentar.

—Señorita —respondió la mujer, a Kass no le agradó el tono condescendiente que usaba—, por supuesto que conozco a Yul Jodelle. Ha estado viviendo en esta casa desde que tenía siete años.

—¿Entonces por qué no me dice dónde está?

—Porque no lo sé —dijo con fastidio, volviendo a bajar la vista a sus anotaciones.

—¡Ella estuvo aquí anoche! Frank la trajo y...

La sanadora se llevó una mano a la frente, una señal clara para que cerrara la boca. El ceño de la mujer estaba levemente fruncido, como si le estuviera tomando todo su autocontrol el no perder la paciencia con ella.

—Basta — dijo Phoebe, Kass sintió cómo la animosidad en su interior se contraía, como si se tratara de un animal agazapado, preparándose para arremeter una vez más en cuanto tuviera la oportunidad. Phoebe suspiró—. Si continúas voy a recomendar a Miranda que te deje unos días en observación. No sé lo que está pasando, pero estás confundida. Yul Jodelle no ha pasado una sola noche en mi guardia desde que tuvo problemas con las muelas del juicio hace tres años. Si quieres saber dónde está con tanta desesperación ¿por qué no revisas la asignación de tareas? O mejor aún, ¿por qué no le preguntas a Uma Holton? Esas dos siempre están juntas.

Kass ni siquiera tuvo oportunidad de protestar. Phoebe cerró rápidamente su cuaderno y se dio media vuelta para alejarse. No tenía sentido que la siguiera para intentar sacarle información. Kass se encontraba de pie frente a la hilera de camas del ala médica, las cortinas que se usaban para separar una cama de otra estaban corridas revelando que el lugar estaba vacío. Por eso quiso preguntarle a la encargada del lugar, aunque ahora sabía que no tenía caso. Durante toda la mañana, Kass había tenido la sensación de que las cosas estaban demasiado tranquilas, las personas estaban demasiado cómodas, como si nada hubiera pasado.

Al estar de pie en medio de la habitación vacía, Kass se dio cuenta de que no era idea suya. Todos a su alrededor actuaban como si la noche anterior no existiera, como si no faltaran personas, como si...

Kass no podía quedarse ahí parada. Salió corriendo, mirando hacia todas partes esperando encontrar algún cambio; pero no había susurros o restricciones o gente buscando a los desaparecidos. La calma se había instalado con facilidad increíble, escondiendo las preocupaciones y los problemas bajo su manto. Esa sensación incrementó en su interior, instalándose en su pecho como un peso que le impedía respirar con normalidad cuando, al cruzar los terrenos a toda prisa, vio a Uma y Yul charlando mientras volvían a la casa después de revisar los huertos.

La imagen dejó en Kass la certeza de que jamás podría olvidar los acontecimientos de la noche anterior. A la vez que veía a las amigas avanzar, lo único que pensaba era en los gritos desesperados de Yul y las heridas en los brazos de Uma. Tuvo el impulso de preguntarles a ellas, de asegurarse que estuvieran bien, pero no se atrevió. Algunas de las personas que pasaban a su alrededor ya la miraban como si fuera un bicho raro, como si esperaran el momento en que terminara por romperse para señarla con el dedo. Podía imaginar a Phoebe hablando con Miranda justo en ese momento, contándole sobre su comportamiento errante y lo preocupada que padeciera un episodio psicótico o algo parecido.

Se contuvo lo mejor que pudo, viendo a las chicas pasar frente a ella. No fue hasta que las perdió de vista que se atrevió a moverse. Sin embargo, siguió buscándolas a lo largo del día, comprobando que todo estuviera bien. Las había mirado tanto que memorizó muchos detalles de ellas. Como el lunar que Uma tenía en la barbilla, o la forma en la que sus labios se fruncían cuando sonreía con suficiencia. La forma en que el flequillo largo de Yul distorsionaba sus expresiones, pues le cubría por completo las cejas. Las chicas se sentaban al final del comedor, charlando entre ellas y Kass había acomodado su silla de forma que pudiera mirarlas por el espacio entre las Andrew y Joon.

Demons - EditadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora